Revista Educación
Estos días anda el patio revuelto con el tema de pasar los festivos al lunes. Lo que nadie explica es que va a pasar con los miles de trabajadores que tienen el lunes como día de descanso semanal. Puede que sea razonable pasar los puentes al primer día de la semana pero se debería aclarar si eso llevara una pérdida de festivos a este colectivo. Algunas cosas se hacen de un día para otro pero el asunto de la conciliación laboral y familiar y racionalizar los horarios parece que nunca toca.
Los trabajadores tienen derecho a un descanso semanal ininterrumpido de, al menos, un día y medio, aunque esta duración puede ampliarse por convenio o pacto. Como regla general, el descanso debe comprender el domingo completo, más la tarde del sábado o bien la mañana del lunes (artículo 37.1 del Estatuto de los Trabajadores). Pero, ahora, la elección del domingo como día habitual de descanso semanal no impide que, por convenio o a través del contrato con los trabajadores, en la empresa se fije otro día de descanso.
Dicen que la razón de pasar los puentes festivos al lunes se hace para ser más productivos. Según un estudio de hace dos años; en los últimos sesenta años, las horas trabajadas por empleado han bajado en todos los países desarrollados y España está a la cabeza de horas trabajadas al año en Europa. Por otro, sólo ha reducido su jornada en los últimos 60 años un 13%, cuando la media de los países desarrollados es del 25%.
Se insta a trabajar más horas por menos dinero pero eso repercute en otro problema porque sobran activos. Además, como demuestran los datos, el desarrollo tecnológico y económico lleva a necesitar menos mano de obra y la búsqueda de beneficios por parte de las grandes empresas y multinacionales conlleva a llevar la producción a países con bajo nivel de desarrollo y costes salariales irrisorios. Cosas de la globalización.
Hablando de reformas estructurales, flexibilidad, productividad y ser competitivos; ¿qué pasa con el tema del poder adquisitivo? Los trabajadores llevan años moderando salarios, con subidas por debajo del IPC.
Impuestos y precios europeos a cambio de salarios tercermundistas.
Mientras, en España, los precios han subido escandalosamente en relación a los salarios.
El BCE, perpetuamente preocupado por mantener la estabilidad de precios y contener la inflación siempre ha puesto como piedra angular de todos los grandes males de la economía a los salarios de los trabajadores. Eso sí, mientras los altos cargos y directivos inflaban sus nóminas y privilegios sin control alguno.
Lo que queda claro es que, entrar en el euro nos ha representado una inflación promedio en estos años de más del 80%. La gasolina se ha incrementado un 57%, un periódico 60%, un café 65%, una cerveza 88%, una barra de pan más del 200%, un paquete de tabaco más del 250% y un yogur más de un 300%.
Por cierto, los sueldos, se han incrementado en mucha menor proporción y últimamente se han bajado los sueldos de unos cuantos sectores y pronto aprobarán leyes para rebajar las nóminas de las empresas. Esta escandalosa inflación ha creado una pérdida de poder adquisitivo de las familias que en los tiempos que se avecinan será imposible de recuperar en mucho tiempo, por no decir décadas. Los españoles seguiremos a la cola de Europa. Por otro lado los países ricos europeos tendrán suelo barato para crear empresas de quita y pon, trabajadores cualificados a precio de saldo, y buenas comunicaciones por cielo, tierra y aíre sin tener que buscar mano de obra barata en lugares lejanos para hace su negocio.
Entre otras fuentes; el Periódico.
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