El P. Miguel Márquez, superior general del Carmelo teresiano, se encuentra estos días en Ucrania, acompañando a los hermanos de ese país, tan castigado por la guerra. Los carmelitas descalzos, a pesar del riesgo tan grande que corren, han apostado por permanecer junto a la gente que sufre, prestando ayuda humanitaria y apoyo espiritual a tantos seres necesitados en este momento de quien pueda llevarles una palabra de sentido y consuelo.
Miguel nos deja su crónica de su paso por Ucrania, a través de las redes sociales, y ahora queremos hacernos eco de sus palabras y experiencias en este blog.
Además, incluimos el enlace a una entrevista que le hace Rony Vargas, de la cadena 3 de Argentina, en la que también participan las hermanas del Carmelo de Córdoba.
Vaya por delante nuestra admiración y cariño por quienes, desde la fe en un Dios fiel que no se desentiende de sus criaturas, hacen de su vida un don para los demás. Gracias, Miguel, gracias hermanos de Ucrania.
DÍA 13 abril 2022
Paweł y Piotr me recogen en el aeropuerto. Llego a las 8.30 de la mañana. Vamos a las carmelitas de Cracovia.
Encontramos a la comunidad de Kiev que están alojadas aquí desde hace un mes. Diálogo intenso y emocionado. Comemos con ellas y salimos hacia el convento de Przemysl en la frontera.
Nos recibe el prior Christof. Y estamos una hora conversando con los hermanos de la comunidad. Salimos hacia la frontera Piotr, Paweł Baraniecki y Paweł Ferko que pertenece a la comunidad de Berdichev y desde el comienzo de la guerra está en Przemysl para organizar las ayudas y los coches que se envían dos veces a la semana desde Polonia a Berdichev. Llevamos alimentos, ropa para los soldados, chalecos antibalas, generadores, prismáticos de noche, etc.
Llegamos a la frontera y atravesamos a pie. Se quedan Piotr y Paweł del lado polaco. Encontramos antes de la frontera multitud de ONG de todo el mundo para dar apoyo y soporte a los que vienen del lado ucraniano. Alimentos, ropa, etc. etc.
Encontramos un grupo de españoles jóvenes que se han venido por su cuenta de Cádiz, Málaga, Barcelona… y han colocado su tienda en el corredor de entrada con otra multitud de organizaciones. Nos preguntan si vamos a celebrar los oficios en la frontera porque desearían vivir estos días la Semana Santa.
Pasamos Paweł y yo relativamente fácil la frontera polaca y ucraniana. Mucha gente del lado ucraniano esperando para pasar a Polonia. Muchas familias y niños. Nos espera del otro lado Rafał Myszkowski que ha hecho un camino de siete horas para venir a recogernos.
Hoy pasamos la noche en Mostyska, en las Pequeñas Hermanas del Inmaculado Corazón de María. Fundadas por un capuchino, padre Honorato Kozminsky. Las hermanas Alina y Edith son la amabilidad personificada. La cena, la acogida, la habitación, todo muy exquisitamente preparado.
Día 14 de abril de 2022
Jueves Santo
En el desayuno tienen tres jacintos junto al plato de cada uno para celebrar nuestro sacerdocio. La hermana Alina hace un saludo. Dice que nos felicitan y piden para nosotros con los tres narcisos, la Fe, la Esperanza y la Caridad.
Nos despedimos en la calle y quedo muy sorprendido de la calidez de la acogida, verdaderas hermanas.
Emprendemos camino hacia Berdichev. Son siete horas.
Camino en algunos tramos lleno de baches. Muchas barricadas de control y muchos soldados todo el camino. Pasamos sin problema y sin que nos hagan detenernos. Pasamos por alguna ciudad en que se ven los efectos de las bombas.
Salimos a las 7.20. Y llegamos a Berdichev a las 14.20. Nos recibe toda la comunidad de hermanos. Hago visita al Santuario, a nuestra Madre del Carmen. Comemos un plato típico ucraniano. Charlamos animadamente.
Dentro de un rato, a las 6, tendremos la celebración de La Cena del Señor. Es sobrecogedor estar aquí y ver la alegría y la viveza de los hermanos.
Dios les bendiga.
Tarde de Jueves Santo.
Iglesia Santuario de la Virgen del Carmen de Berdichev, patrona de los católicos ucranianos. Precioso icono de la Madre con el escapulario ofreciendo su protección. Iglesia llena. Ancianos, jóvenes y niños… un grupo vestido de monaguillos en perfecta armonía vaticana, abren la celebración con escrupuloso orden. Tengo que decir que pocas veces en la vida he celebrado un Jueves Santo con tanta emoción contenida. Los cantos, atención a cada detalle. Cuidado de las flores.
Lavo los pies de la comunidad de los frailes. Aquí se usa hacerlo con un mandil del estilo de cocina. Significativo. Beso los pies de mis hermanos que aquí cuidan de toda esta gente. Beso a Jesús en ellos.
Aunque preside Vitaly, el prior (ucraniano), hago yo la homilía explicando el misterio que se celebra, con ejemplos de la guerra y de la actualidad de estos días.
La Fracción del Pan recuerda los cuerpos rotos de tanta gente en algunas ciudades. Mañana el cuerpo roto de Jesús sigue siendo un misterio que no comprendemos y así aparentemente derrotado dio la vida al mundo.
Al terminar la misa, cómo describir el ambiente de familia y de cariño de la gente. Saludan a los sacerdotes con un afecto que conmueve. Todos nos felicitan y nos abrazan. Traen fruta, flores y regalos. Todos quieren fotos. Todos dicen palabras de agradecimiento por estar con ellos. Todos me dicen os agradezca a todos la oración por Ucrania. Una abuela me dice que cuando vaya a Roma le diga, por favor, al Papa que venga. Al salir de la Iglesia otro rato muy cordial de diálogo con voluntarios, familia, amigos.
Cena distendida y muy fraterna. Un rato de recreación muy agradable sin ganas de terminar. Se celebra la presencia del general y también de Paweł, que desde el inicio de la guerra está viviendo al otro lado en Polonia, para organizar la ayuda humanitaria y el transporte de material, dos veces a la semana. Nuestra conversación sin silencios, intensidad de temas y preguntas de ellos sobre frailes conocidos y mías sobre la situación, y el momento que viven.
Son cerca de las 10 de la noche en Ucrania. Ha comenzado a sonar la sirena durante unos minutos. Anuncia que algún proyectil ha salido de territorio bielorruso. Pero los frailes siguen su amigable conversación sin conmoverse mucho. Se preocupan de si tengo miedo. Estoy confiado en su serenidad.
Y así termina el día… con la viva sensación de comunión y familia en tiempos de guerra. Antes de dormir otro toque de sirenas, y una súplica pidiendo La Paz.
DÍA 15 de abril de 2022
Viernes Santo
Hoy celebramos la pasión y muerte de Jesús en esta tierra herida por la guerra. Con los crucificados y las víctimas de todas las guerras e injusticias.
Me despierta el sonido de las sirenas que no cesa durante un cuarto de hora, hasta las 6.00. Sirenas y sonido de campana que avisan del peligro. Parece una nueva ofensiva aérea. No lo sé.
A las 8 de la mañana celebramos el oficio de lecturas y los laudes. Con cantos muy bellos. Hay en la iglesia un grupo de unas cien personas desde esta hora. Y comienza la jornada acogiendo las sorpresas del día, delante de Jesús.
Visito el convento, el búnker debajo de la Iglesia, que el alcalde les pidió tener disponible para cuando hiciera falta a la gente venir a refugiarse. En los primeros días de la guerra venían con frecuencia a dormir.
Visito con Vitaly a las pequeñas hermanas del Inmaculado Corazón, también conocidas como Honoratas, las hermanas que nos hospedaron el primer día pasada la frontera. Compartimos un rato largo sin prisas, con las cuatro hermanas. Es una casa para retiros y acogen algunos niños durante la jornada. Una de ellas, la más joven me hace una entrevista para un periódico católico de Ucrania. Me pregunta sobre mi impresión de la situación en Ucrania y lo que estoy viviendo. Le cuento mi deseo de llegar aquí a celebrar la Pascua para estar con mis hermanos y la gente haciendo presente la unidad y el afecto de toda la Orden del Carmen y de la Iglesia. La unión nos hace fuertes frente a toda amenaza.
Hoy algunos no comemos como gesto de comunión con Jesús y con los que son heridos por el hambre y la injusticia.
A eso de las 4, Rafał ha convocado a un grupo de monaguillos y adolescentes, que se llama Oasis. Con los que se suele reunir todos los domingos para compartir y también para hacer actividades. Cantan, hacen juegos, rezan y se animan mutuamente.
En la tarde a las 17.00 h. Vía Crucis emocionado. Me piden llevar la cruz durante las tres primeras estaciones. Es un honor. En la tercera ya me pesa mucho. Pero aquí nada es romanticismo y todo tiene el peso de una realidad que duele. La liturgia no es teatro, habla de un Via Crucis real y sangrante. Cualquier pequeño esfuerzo y gesto es un signo y una comunión en Jesús vivo para la Vida. Voy siguiendo las estaciones y descubro detrás de mi un pequeño ejército de niñas que siguen muy recogidas las estaciones. Una de ellas reparte disimuladamente caramelos a las compañeras. Dos de ellas tienen el papá en el frente de guerra.
A las 18.00 h. Celebración de la Pasión del Señor. La celebración dura dos horas. Nadie se sienta en la Pasión. Ancianos y niños firmes. Con una devoción sin asomo de prisa. Me edifica y emociona.
Las hermanas de Santa Teresita que acompañan toda la labor del Santuario trabajan con los capellanes que están en el frente. Les entrego parte del cargamento de rosarios que traigo que han pedido los soldados.
Después de las celebraciones, despedida de los hermanos que preguntan con interés cómo he estado aquí estos dos días. Quieren saber si me he encontrado bien. Les digo que no bien, sino muy feliz de estar con ellos y orgulloso de que estén arropando a la gente y siendo Jesús en medio de ellos. Y me siento bendecido por la Fe y el calor de esta Iglesia unida.
Los hermanos se van pronto a la cama. En sus rostros se ve el cansancio y la entrega.
Comunión y silencio con todos los que celebran la Pasión de Jesús en todo el mundo.
DÍA 16 de abril de 2022
SÁBADO SANTO
Es día de silencio, sobrecogida experiencia de profundo vacío, en la calidez herida de María, la Madre; en el corazón de todas las madres, que representan el alma en vela del mundo, y que siempre abrigan, en medio de tanto dolor, la esperanza. ¡Qué sobrecogedor el día de hoy, como un abismo de silencio, que encierra algo que todavía no conocemos, y que siempre es retoño! Y que amanecerá… siempre amanece.
Son las ocho menos unos minutos de la mañana en Berdichev, y saludamos al Señor y a su Madre en la basílica. Nos preparamos para el viaje a Kiev.
Me llevan Vitaly y su hermano Olek. Es un camino de tres horas, pero depende del tráfico y de las dificultades de la entrada.
Sorteamos algunos controles sin dificultad.
Nos han dicho que ha habido algún proyectil sobre Kiev.
Llegan algunas voces de gente amiga de España y de otros rincones con noticias de peligro en Kiev…
Paramos a tomar un café, y a echar gasolina. Solo se permite comprar 20 litros de gasolina cada vez, pero la chica que atiende es de la parroquia y llenamos al depósito. Además, Vitaly es ‘famoso’ por estos rincones.
Nuestra conversación sigue muy animada todo el camino.
A medida que nos acercamos a Kiev, vemos el horror de la guerra, tanques, camiones, casas, edificios quemados y tiroteados, como vaciados de su alma. Casas y restos de vehículos que huelen a un sábado santo desolado, sin vida, sin aparente resurrección.
Damos un rodeo para entrar en Kiev, evitando la carretera principal. Unos 30 km de vuelta.
Llegamos a nuestra parroquia en Kiev, nos recibe Jozef. ¡Cuánta alegría da abrazarlo! ¡Qué alegría haber llegado y estar aquí! Aquí está Marek, el párroco y prior. Y también Benedict, que está encargado de ayuda humanitaria y atención a los soldados, nuestros tres carmelitas ahora en Kiev. Un sacerdote polaco que tiene una organización internacional y trae ayuda humanitaria a Ucrania, está hoy aquí, Maciej. Y también se hospedan desde las destrucción de su pueblo un padre y un hijo: Andrzej y Daniel.
Alegría del encuentro con los hermanos y comida con Jozef y Marek, informando de muchas cosas de la guerra y la pastoral de estas semanas. Marek habla de los horrores de la guerra y muestra las fotos de los búnkeres; la atención a los enfermos, y la actividad intensa como párroco. Durante algún tiempo esta fue la única parroquia católica de Kiev. Cuando vino la madre Teresa de Calcuta, después del premio Nóbel de la paz, pidió poder ir a misa y la trajeron a nuestra iglesia. Es una iglesia pequeñita y acogedora. Acompaño a Jozef a bendecir los alimentos, que es costumbre típica de aquí. Los primeros alimentos que se toman de Pascua, dulces, huevos de pascua y otras cosas. Swieta ha traído huevos de Pascua para los frailes. Me da un abrazo muy cariñosa y pide bendición.
Salimos a ver al obispo de Kiev, Vitaly, que nos recibe en un lugar sencillo; es joven, muy cordial. Conversación muy familiar. Me agradece mucho que esté aquí y agradece mucho el servicio pastoral y la entrega de los carmelitas en Ucrania. Es una hora de diálogo sobre la situación y la iglesia en Ucrania. Le hablo de la oración de todo el Carmelo del Mundo entero; nuestra oración por él y por la Iglesia y el pueblo ucraniano.
Me dijo Jozef si tenía algo para regalarle, y al salir dije al Señor: ‘a ver… y qué puedo regalarle si ya no me queda nada especial en la mochila…’ Estando hablando con el obispo, pienso y meto la mano en mi bolso y descubro que tenía una reliquia de Santa Teresita, del cabello. Se la doy y nos dice que es su santa preferida… ¡Sorpresas del Señor!
Damos una vuelta por el centro de la ciudad, la famosa plaza de Maidán, la plaza de la Independencia de Ucrania, donde en el año 2014 murieron tiroteadas 98 personas. Visitamos el lugar de la memoria de los caídos y pedimos por ellos.
Regresamos a casa visitando algunos lugares destruidos por los proyectiles…
Oramos por las gentes que habitaban esos edificios ahora desolados.
Es hora de preparar la vigilia…
Emoción con toda la Orden, ante esta noche.
Recordamos Siria, Burkina, Perú, Colombia, Congo, Líbano, Irak, .
Oramos como UNO solo… por la VIDA QUE NO MUERE ni es capaz de destruir ninguna bomba…
Esta llegada a Kiev es otro capítulo diferente de Berdichev… porque aquí el horror de la guerra se siente mucho más patente aún… las señales están humeantes, y el relato de las personas es constante… No puedo contar en esta crónica todo lo que he escuchado. Alguno de los frailes me decía si me importaba que me contase esos horrores, y le dije que no me importaba… han sido muy largos ratos de conversación. Omito detalles. Están en contacto con los capellanes que acompañan a los soldados, y ellos mismos confiesan a los soldados. Les he entregado unos trescientos rosarios para los soldados.
La celebración de la vigilia sencilla y sentida. La capilla me parecía un pequeño arca de Noé, un recinto de salvación. La liturgia comienza en la calle con un sencillo fuego, y un frío helador. Conseguimos a duras penas mantener la llama de la vela encendida después de varios intentos.
Predico yo y traduce al ucraniano Jozef.
Al final de la celebración cantos y alegría compartida. Fila larga de gente para un abrazo, una bendición, y agradecer muy vivamente que yo esté aquí. Me dijo una joven que en su trabajo hay 400 personas y que 200 huyeron para ponerse a salvo en un lugar seguro, y que el que yo hubiera venido era para ella un signo especial. Así matrimonios y familias pasaban para ser bendecidos y abrazados. No me parece estar en un lugar de guerra, hay una sensación fortísima de comunión y complicidad… Una joven que ha perdido su casa en Mariupol y ahora ayuda a otros… una joven soldado que me pide la bendición antes de ir al frente. Le regalo mi rosario.
Y termina el día en conversación amigable un rato de dos horas, con Jozef, Marek, Benedict, el sacerdote Maciej, y padre e hijo, Andrzej y Daniel. Qué rato más intenso de experiencias vividas. Cuánta necesidad tienen de contar lo vivido y lo que saben… cuánto agradecen la presencia. Les digo que toda la Orden está aquí con ellos.
Termina el día, mañana iremos a visitar Bucha, la ciudad de la masacre. Y también alguna otra de las ciudades más devastadas, el seminario y otros lugares. Pero mañana será otro día, hoy, en las gentes de Kiev, a mí se me apareció el Señor Jesús resucitado, sonriente, y me bendijo en su sonrisa… una joven me bendijo espontánea.
En Berdichev escuché las sirenas cinco veces, en Kiev una, al salir del obispado. Pero ya nadie baja a los búnkeres. Si algo cae, caerá, si algo sucede, sucederá. Pero hoy, Cristo ha resucitado para mi en la fe de un pueblo, en su esperanza. ¡Qué afortunado soy de estar aquí! ¡Y de que estéis aquí conmigo!
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN… Resucitó mi Amor y mi Esperanza.