Ir al gimnasio está muy sobrevalorado y el recuperarse de las agujetas también. No llevo ni un mes o el mes como mucho y sigo teniendo agujetas. Después de superar o casi tener que ir a terapia para superar mis modelitos desastrosos para ir al gym (que es muy cool decir gym ahora), toca el superar agujetas y estereotipos de hombres que van al gimnasio.
Como una no va a un gimnasio cool-hiper moderno y de modelitos imponibles y divinos, y la crisis ha hecho estragos, voy a un polideportivo de barrio que precisamente, no brilla por nada de esto. En primer lugar, escasean bastantes las clases en horario de mañana, así que la mayor parte de los días me voy a la sala de “cardio”, que yo no sabía lo que era y eso que es la única sala que hay…en fin… Nunca y repito nunca, he visto a una chica allí, ni abuelas, ni marujas, nada, sólo tipejos de gimnasio.
Los tipejos son de los más variado. El abuelo de más de 70, que fue realmente guapo en su tiempo; el poligonero de barrio que tiene agujeros en las zapatillas pero se paga el gimnasio; el prototipo “no me cabe entre las piernas y vengo a mirarme al espejo”; el chico nuevo tímido que no aspira a ser un “no me cabe…” pero le queda muchooooo tiempo; el guapísimo que se cree dueño del gimnasio y preparador físico de allí porque lleva siglos apuntado y el “me apunto pero nunca voy”.
De momento, estos son los que tengo detectactados y al abuelo fichado porque he ligado ya con él y claro, eso es un honor por su veteranía. Así que mientras pienso cambiarme seriamente de gimnasio y me deleito con estos tipejos, paseo “miss agujetas” de un lado a otro y escribo este post de pie porque me duelen hasta los obturadores (dícese cachetes del culo).
Buen finde chichas