Revista Viajes
Quebec es el corazón de la parte francesa de Canadá y capital de la provincia del simismo nombre. Es una ciudad con tremendo carisma y que enamora desde el primer momento, sobre todo su área amurallada en el Viuex-Quebec.
Quebec es una pequeñita Europa en el norte de America y su riqueza arquitectónica la llevó a ser nombrada Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1985. Pasear por sus calles en invierno es un encanto, aunque también un riesgo, pues el andar debe hacerse con mucho cuidado cuando la nieve se vuelve hielo y la calle, tan resbaladiza cual pista de patinaje.
Dentro del Viex-Quebec esta la zona más antigua, Basse-Ville (Ciudad Baja) que literalmente esta en la parte baja y se puede llegar hasta ahí desde la parte amurallada de la ciudad, que lleva por nombre Haute-Villa (Ciudad Alta), por una larga escalera llamada Escalier Casse Cou (rompe cuellos), que ha sido escenario de varias películas, o en el funicular para evitar la fariga.
¿Que te espera en Vieux-Quebec?
La impresionante Basílica de Notre Dame, que data de 1647; y el Chateau Frontenac, que es uno de los íconos de la ciudad y que seguramente has visto en muchas fotografías de Quebec, data de 1893 y es un lujoso hotel con mas de 600 habitaciones. Aunque no te hospedes ahí, vale la pena entrar a conocer su terraza, cenar o tomar algún coctel para disfrutar de su belleza interior también.
En la Ciudad Baja visita la Place Royale y sus alrededores, que son callesillas empredradas donde encontraras boutiques, restaurantes, galerías y cafeterías adorables.
Si lo que quieres es ir a ver alguna exposición, entonces puedes ir a Masion Chavalier, Museo de la Civilización o al Museo de las Ursulinas, entre otros, porque la verdad que hay muchos sitios para visitar en un espacio relativamente pequeño, pues Quebec tiene una extensión no mayor a 55 kilómetros.
No te pierdas la caminata por la Terrasse Duffine, que eta frente al castillo y desde ahí se tienen magnificas vistas de toda la ciudad y parte del Rio San Lorenzo.
Otro de mis favoritos, es el mercado (me encantan los mercados canadienses), que está en el Vieux Port a orillas del San Lorenzo y donde encuentras licor delicioso de manzanas, miel de maple, panecillos y un montón de cosas más.