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El otoño es una de las mejores épocas para practicar el fotosenderismo por dos motivos principales: no hace excesivo calor ni excesivo frío, y la naturaleza nos muestra los mejores colores para nuestras fotos. Y sin duda uno de los mejores sitios para poder disfrutar de todo esto es la Selva de Irati, en el norte de Navarra. Hace casi un año inauguré esta web con un circuito al Bosque de Zabaleta, en el corazón de Irati, y si aún no has estado, aquí te voy a presentar una excursión doble como aperitivo de la Selva de Irati: el Paseo de los Sentidos y la Cascada del Cubo.
El punto de partida está en las Casas de Irati, a donde se accede desde Ochagavía. Desde ahí empiezan y acaban las dos rutas que conforman esta excursión, sumando en total unos 5,6km más o menos. Por un lado el Paseo de los Sentidos es un recorrido circular por sendero de unos 2,8km con no mucho desnivel, apto para hacerlo con niños. En mi caso esos 2,8 km se convirtieron en 3,4 porque hay que cruzar un río y no hay puente ni piedras para hacerlo sin mojarse cuando éste va crecido, como fue mi caso, y tuve que dar la vuelta ( aconsejan hacerlo en verano cuando el río está casi seco). Y la Cascada del Cubo es un recorrido lineal, también de 2,8km, por una amplia pista sin apenas desnivel, también apto para ir con niños. No hagas caso de los desniveles acumulados en el Track GPS de este circuito porque en senderos boscosos la obtención de las altitudes es muy imprecisa. También puedes decidir si hacer los dos recorridos o sólo uno. Pero si eso ya lo decidirás cuando acabes de leer este post.
Dejamos el coche en el aparcamiento de Casas de Irati. Si está el guarda en la caseta de Información te hará pagar una cantidad por dejar el coche todo el día, a menos que lleves alguno de los vales que te dan en los comercios y alojamientos de Ochagavía cuando les haces gasto. Cuando yo fui la caseta estaba cerrada. Claro que era día laborable en pleno mes de noviembre.
Por la carretera hacia Casas de Irati hay unas estupendas vistas del valle de Salazar, así que es difícil resistirse a parar un momento para hacer una foto... o un montón.
Y poco más arriba, en el Paso de Tapla, nos pasa exactamente los mismo.
Bien, una vez hemos aparcado cruzamos el río Irati por el puente que acabamos de pasar y subimos hacia las instalaciones de Casas de Irati, donde hay una cafetería y restaurante. Pasamos por delante de la terraza en dirección a Nuestra Señora de las Nieves. El sendero está formado por unas traviesas de madera empotradas en el suelo. Al lado de un área de recreo para niños hay un árbol con un par de mesas y bancos de madera. El árbol, pelado casi por completo, proyecta una fotogénica sombra sobre la hierba.
El camino aquí hace bastante cuesta, aunque muy corta. Cuando ya hemos pasado las construcciones modernas de Casas de Irati pasamos por al lado de las ruinas de las viejas, donde vivían los antiguos guardabosques de Irati.
La cuesta se acaba más o menos a los 100 metros. Desde el falso llano vislumbramos la blanca ermita de Nuestra Señora de las Nieves entre la vegetación otoñal. Es la misma ermita que habremos visto desde el coche poco antes de llegar al aparcamiento.
Y en nada llegamos a los pies de la ermita. No es antigua ni mucho menos, se construyó en 1954, pero dentro de este entorno resulta de lo más agradable su vista.
Desde la fachada de la ermita también hay una estupenda vista de la Selva de Irati.
El sendero de Los Sentidos empieza un poco más allá de la ermita hacia la derecha. Desde este punto tenemos esta otra vista de la fachada de la ermita.
La primera mitad del sendero no tiene mucha cosa que destacar. Quizás porque yo ya había visitado del bosque de Zabaleta pocos días antes no me pareció tan bonito ni espectacular. El sendero va llaneando por una ladera de San Fermín Bizkarra por un espeso bosque y atravesando varias regatas. En algunos puntos, al pie de algunos árboles destacados hay pequeños paneles informativos identificándonos esos árboles. Supongo que en verano debe ser más bonito y despertar mejor " los sentidos ". Aquí puedes ver dos fotos que hice por esa parte del camino.
Más o menos a 1,3km del punto de partida en el aparcamiento llegamos a un cruce de caminos frente al barranco de Akerreria. Nosotros nos desviamos hacia la derecha por un sendero que baja hacia el río con pronunciada pendiente. Hay que vigilar de no resbalar si ha llovido recientemente, ya que suele haber bastante barro mezclado con hojas secas. En apenas 200 metros llegamos a la orilla del río en campo abierto. ¿Quién dice que en otoño el cielo es gris?
Seguimos por el sendero, ya en llano, y a pocos metros llegamos a un pedregal en un ensanchamiento del río Urtxuria, que tendremos que cruzar ya que el sendero continúa al otro lado. Una piedra con marcas en blanco y verde del sendero nos indican que a su lado pasa el camino, y en la otra orilla avistamos un poste del sendero.
Como he explicado al principio, yo no pude cruzar porque el río estaba bastante crecido y no era plan de mojarse con agua helada a mediados de noviembre. Aquí no se ve la cantidad de agua que bajaba por el río, que pasa por la parte de sombra de la foto, pero seguro que cubría por encima de las rodillas. He leído por ahí que en verano apenas baja agua por el Urtxuria y se puede cruzar fácilmente, por lo que a partir de aquí sólo tenemos que seguir las indicaciones del sendero, que acaba en menos de 1km más adelante frente a las Casas de Irati después de cruzar el río una segunda vez. Yo estuve buscando algún otro camino que regresara a las Casas de Irati sin tener que cruzar el río, pero no parecía que lo hubiera.
Ante la imposibilidad de continuar por allí opté por dar media vuelta y volver por el mismo camino. Antes recuperé fuerzas bajo los árboles.
Pues nada, subimos la empinada y resbaladiza cuesta que bajamos antes y volvemos a llanear por San Fermín Bizkarra hacia Nuestra Señora de las Nieves. Si antes me pareció poco interesante este sendero, ahora aún menos. Es la ermita la que devuelve algo de interés a la que la avistamos a lo lejos y nos vamos acercando a ella.
Pasamos por delante de la ermita, y de bajada a las Casas de Irati también pasamos frente a las ruinas de las antiguas casas de los guardas.
De camino a la caseta de información de la Selva de Irati cruzamos el puente del río Urbeltza, que justo allí une sus aguas al río Urtxuria, muriendo los dos para dar origen al río Irati. Es como si fueran los padres y el hijo. Es complicado hacer aquí una foto con tanta luz por un lado y tanta oscuridad por el otro.
Iniciamos la segunda parte de ese circuito, la de la Cascada del Cubo, pasando por delante de la caseta de información y la fuente y tomando la pista que sale al lado del aparcamiento, con una señal que indica a la Cascada del Cubo 1,3km. La pista pasa a lo largo del aparcamiento por un lado, y circula paralela al Urbeltza. A la hora que es, el sol está muy alto y su luz se cuela entre los frondosos árboles. El juego de luces y sombras en el bosque de mi derecha me recuerda los brazos de parejas de baile que están dispuestas a iniciar una danza.
El camino es tan agradable y el entorno tan tranquilo que muchas parejas aprovechan para pasear.
Cuando llevamos unos 800 metros desde la caseta de información pasamos por una de las partes más sombrías del sendero. Hace bastante fresco y el musgo y los helechos se extienden por donde pueden.
Fíjate si está oscuro que la foto anterior está hecha a ISO 1600 y media décima de segundo de exposición. Unos 300 metros más adelante llegamos a un claro del río donde hay un pequeño refugio. Bajamos a hacer algunas fotos del lugar.
El Urbeltza es un río bastante tranquilo, al menos lo que hemos visto por ahora. Se agradece el sol que nos da ahora después de los últimos metros de sendero recorridos a la sombra.
Nos acercamos ahora al pequeño refugio que tenemos detrás. De nuevo la claridad del sol y la oscuridad de las sombras nos ponen en aprietos para hacer la foto.
Entramos a mirar. La verdad es que está muy sucio y destartalado. Hay una mesa y un banco, una especie de estanterías y al fondo un hogar. También hay un pequeño altillo.
Volvemos al sendero, y 100 metros más adelante llegamos un claro del bosque donde destaca un árbol altísimo y arriba al fondo la cresta del Ahuntzbide, que hace de frontera entre España y Francia.
Si nos acercamos al árbol vemos que cuelgan multitud de líquenes filamentosos de sus ramas. Me imagino el árbol sin hojas una noche de luna llena con espesa niebla.
Justo al final del claro, en la pista hay una señal que nos invita a desviarnos a la derecha para ir a la Cascada del Cubo. Este pequeño sendero baja por entre abetos en una zona llamada Austegia, y nos lleva directos a la zona de El Cubo en poco más de 100 metros. En aquel lugar la luz se cuela entre los árboles de tal manera que dibuja siluetas con el musgo, y lógicamente intento captarlo haciendo varios disparos moviéndome ligeramente entre uno y otro.
Ahora un intento de aumentar el contraste cerrando mucho el diafragma. Como verás, en la segunda pillé los rayos del sol.
Y ahora nos concentramos en la Cascada del Cubo, el único punto del río Urbelzta en que las aguas no bajan tranquilas. Frente a la cascada hay un saliente de roca en alto que sirve de mirador, pero en este momento estaba ocupado por unos excursionistas comiendo, por lo que me acerqué a la cascada por la izquierda. Intento un disparo a poca velocidad y en ráfaga de supresión de ruido para simular el efecto seda en el agua.
De nuevo los claros y las sombras son demasiado extremos. El sol que entra por la parte superior de la cascada hace que la imagen se queme por esa zona si quiero que salga algo de detalle en el resto que está a oscuras. Así que intento un HDR de los que hace la cámara por sí sola.
Bueno, un poco mejor las luces a costa de perder suavidad el agua, pero es lo mejor que puedo hacer aquí. Como la luz es una molestia, ahora fotografío el otro lado de la cascada, río abajo. A la derecha la roca que hace de mirador.
Intento un efecto seda de los míos con la espuma de la cascada en uno de los lugares más oscuros. Atención que he tenido que abrir diafragma a f/5 para poder disparar a 1/8″.
Todo este rato que he invertido para hacer estas fotos ha servidor para que el mirador quedara libre, por lo que subo allí para hacer otras fotos de la Cascada del Cubo. Empiezo con una seda de las mías, sin filtro ni trípode.
Como puedes ver ya no entra luz del sol por arriba, por lo que la foto queda mejor que la primera. Ahora intento una vertical para que salga el Itsuosin o pozo ciego.
Y para acabar un detalle de la parte superior, ahora que ya no hace sol allí.
Vista la Cascada del Cubo, emprendemos el camino de regreso volviendo a la pista, y con el sol de cara. El truco de siempre, diafragma muy cerrado e intentar ocultar el sol y que sólo se escape algún rayo.
Volvemos a pasar por el refugio. Ahora el sol ya no llega al río.
Volvemos a pasar por aquel frío tramo del camino a la sombra, aunque a estas horas todo el camino está ya a la sombra.
En la orilla del camino me sorprende ver un árbol sentado sobre una piedra.
En algunos puntos del camino el sol aún llega a las copas de los árboles... o incluso a mi objetivo.
Contraste de colores al mirar hacia el cielo.
Podemos aprovechar los charcos para capturar reflejos. En este caso rompo la oscuridad del lugar con la luz del cielo y de las copas de los árboles a las que aún les da el sol.
A unos 200 metros antes de llegar al coche, en el río vemos una curiosa formación de roca formada por la erosión del agua. Ésta ha ido descubriendo los diferentes estratos, que han quedado a la vista como círculos concéntricos.
Por fin llegamos al aparcamiento, al que entramos directamente desde el otro extremo, sin tener que pasar por la fuente.
Al final la Cascada del Cubo ha arreglado el día tras la decepción del Paseo de los Sentidos. Insisto en que no es que sea una excursión a evitar, sino que yo la hice en mal momento. Lo ideal sería hacer Los Sentidos en verano, y si se tiene que hacer en otoño, hacerlos antes de descubrir la belleza del bosque de Zabaleta, y sobre todo asegurándose que no haya llovido antes para que el Urtxuria baje casi seco y se pueda cruzar.
Y cómo no, en el camino de vuelta a Ochagavía nos tenemos que volver a detener al ver el sol colarse entre la hojas doradas de las hayas de Irati. Otra vez el coche en la cuneta y a capturar el momento.
Espero que te haya gustado esta explicación del circuito. Ahora ya puedes pensarte si hacerlo entero o sólo una de las partes.