Esta vez navegamos por el Río Negro y visitamos algunas de las aldeas afincadas a sus orillas del Parque Nacional de Anavilhanas, con categoría de uso sostenible.
Pudimos visitar una comunidad que se dedica al cultivo de mandioca (yuca) y a la producción de farofa, una especie de harina de mandioca tostada que se echa para aderezar las comidas. También pasamos por un lugar terriblemente hortera donde los turistas (principalmente nacionales) se dedican a meterse al agua y alimentar delfines rosados sacándolos del agua cuando se acercan para tocarlos. Lo más divertido de la experiencia ha sido llegar al país hablando portugués, pues me ha ayudado mucho a comunicarme y a sobrevivir.
En el camino, Quito-Lima-São Paulo-Manaus, pude apreciar los andes desde el cielo, después el lago Titicaca y finalmente la enorme ciudad de São Paulo, que parece no tener fin. Lamentablemente no tuve tiempo para gran cosa, y además no me llevé la cámara buena, por lo que las fotos que muestro no son ninguna maravilla.
Los Andes desde el cielo
Lago Titicaca desde el cielo
São Paulo desde el cielo
Un bañito en las playas amazónicas
Aquí, disfrutando la atracción turística...
Puente sobre el Río Negro (3595 metros)
Un triste manatí en el centro de recuperación
Mandioca