La noche, el sillón y la lámpara que compró para ella.
Todo sucedió hace tanto, dice él susurrando, cuando hablábamos en presente cerrado todavía a lo que iba a producirse.
Y aún no sé cómo se fueron gestando los episodios que no buscamos. Todo estaba a punto de cumplirse. Estaba seguro.
Y lo único que ha quedado como nuestro espacio es este sillón y la lámpara apagada. Pero no me doy por vencido, espero aquí donde sé que vas a suceder otra vez porque no dijiste adiós.
Espero, sí, detrás de esa ventana, dice él seguro de que ella podrá oírlo.