Hay un componente machista y otro populista en el afán de convertir en heroínas del modelo Pasionaria a mujeres de ideología izquierdista cuyos méritos, si ellas fueran hombres, no merecerían mayor atención o alabanza.
Esta sociedad que fabrica princesas del pueblo como Belén Esteban necesita referentes en los que proyectarse, preferentemente de extrema izquierda, revolucionarias que contrasten con las antiguas novias de toreros y demás faranduleras.
Así se crearon tres estrellas televisivas, como la líder de Izquierda Unida de Madrid y pareja del pequeño Pablo Iglesias, Tania Sánchez; Teresa Romero, superviviente del ébola, y Pilar Manjón, madre de un chico muerto en los atentados del 11M de 2004.
Estos días son noticia las corruptelas con las que logró un hermano de Tania Sánchez 1,3 millones de euros, concedidos por su padre y ella desde sus concejalías en el ayuntamiento comunista de Rivas Vaciamadrid.
Otro caso singular que pasó casi en silencio: el reconocimiento de Teresa Romero ante un juez de que había engañado a los tribunales al declarar que informó a su médico de cabecera de que había atendido enfermos de ébola.
Ese mutismo, cuando sospechaba que padecía la enfermedad –hacía vida aparte de su marido para no contagiarlo—, y el que mantuvo también ante dos peluqueras, ahora arruinadas al tener que cerrar su establecimiento, podía haber provocado una pandemia.
El tercer caso es el de Pilar Manjón, una de las numerosas madres de los 192 asesinados en los atentados de los trenes, que se erigió en dirigente comunista de algunas víctimas para culpar al Gobierno derechista de las muertes y que en julio pasado se destapó como una racista imitadora del Kukluxklán.
En todos los casos la extrema izquierda y los sindicatos se inventaron estos mitos heroicos, que terminan derrumbándose sin ruido.
-------
SALAS