En un ambiente festivo, sin
incidentes notables, y sin grandes impedimentos por parte del Estado, según
datos de los organizadores de la consulta, un millón setecientos mil catalanes votaron a favor de la independencia. Un millón ochocientos mil, según otras fuentes.
Algunas
primeras impresiones del día después.
1) Cataluña tiene un censo electoral de
unos cinco millones y medio de personas, considerando los mayores de 16 años
que han sido integrados en esta consulta, de los cuales algo menos de un tercio
ha votado independencia.
2) La votación ha transcurrido sin represión
manifiesta del Estado, se podría decir que ha existido una gran tolerancia
–quizás pactada- para que fuera celebrada sin incidentes que hubieran podido
provocar otra escalada en el conflicto. Contrasta demasiado lo festivo y las facilidades, con las marchas de las mareas ciudadanas que hemos visto por Madrid rodeadas de
policías intimidatorios, o las celebradas en Barcelona por movimientos de
indignados apaleados por la policía, - antes de que todo movimiento quedara
subsumido en el proceso independentista-, o las movilizaciones antidesahucios siempre hostigadas policialmente, etc.
3) Un pequeño incidente protagonizado
por fachas, claramente anecdótico no ayuda a los defensores de la continuidad
unionista. Quizás haya que ir sacando a la luz la represión contraria que
empieza a extenderse, sería ridículo ocultar o no querer verlas represiones de
independentistas a unionistas, ataques a locales de partidos, socialistas y Ciudadanos,
escraches por pensar distinto, marginación profesional y social de los no
independentistas, señalamiento que empieza a existir por listas y encuestas…
4) La oposición del Estado se ha movido
en el terreno legal, dejando puertas abiertas a los otros poderes catalanes
maniobrar y seguir adelante con la consulta, entendida como acto sin
consecuencias jurídicas, pero permitiendo que tuviera consecuencias políticas.
La movilización del entramado independentista ha continuado funcionando con
total normalidad, y en ese entorno ha encontrado una salida digna el presidente
Mas y CiU.
5) La consecuencia política más clara ha
sido visualizar que una gran cantidad de catalanes, en torno a un tercio, han
votado a favor de la independencia, mostrando el proceso secesionista que una
gran parte de ellos, ya se consideran fuera de España, imposible de reconducir su
camino.
6) Otra consecuencia del proceso es visualizar
que la sociedad catalana está partida; no es verdad que una gran mayoría quiera
la independencia y solo una minoría la rechace. Contraponer las cifras de
movilizaciones masivas en las Diadas, o consulta, a las movilizaciones visualizadas
contrarias al proceso no determinan las proporciones de cada campo. La consulta,
que era uno de los grandes objetivos por los que se ha trabajo a pleno
rendimiento, ha movilizado menos síes de los esperados, un tercio de la
población. Lo cual es mucho, pero no amplia mayoría.
7) Causa enorme asombro el silencio del
Estado español, fundamentalmente Gobierno Rajoy e instituciones, no hayan
realizado una campaña de pedagogía política favorable a la continuidad de la
relación Cataluña-España, y se hayan limitado desde hace dos años a referirse casi
exclusivamente al impedimento legal de la secesión dejando un vacío emocional y
argumental que fue rellenado por el movimiento soberanista.
8) Desde el año 2012 la cifra de
personas que apoyan la independencia de Cataluña se ha doblado, en un entorno
español inmerso en las crisis económica, política, ética… en el que apenas se
escuchaban o leían manifestaciones que discutieran los argumentos esgrimidos
por el movimiento independentista en gran parte soportados en mentiras, en
razones neoliberales, muchos de ellos xenófobos, y arropados por la creencia
mágica de que la independencia resolvería todos los problemas, de todos los
catalanes.
9) Mucho menos visible ha sido escuchar
o leer argumentos que intentaran seducir a los catalanes y españoles para
convencerlos de convivir como mejor solución de futuro y ello al margen de
encajes legales, fueran federales o confederales. Realmente el problema de
fondo, es la construcción del deseo, de una querencia de común de convivencia
que fuera aceptado por amplias mayorías de ciudadanos que en muchas ocasiones
se sienten excluidos socialmente.
La vida sigue y el proceso continúa,
y sin duda en algún momento del mismo tendrá que haber una consulta, referéndum,
legal. Las salidas hoy son difíciles de visualizar, entre otras razones porque
se ha esperado demasiado tiempo y las posiciones se han consolidado en estos
dos años entre cientos de miles de personas, lo cual provoca rupturas por todas
partes. La cocina mental de cada individuo ha tomado postura durante el proceso
y cuando esto ocurre, casi todo lo que un individuo lee, ve, entiende, escucha…
se moverá solo en el entorno de su decisión y tomará y aceptará solamente
aquello que sirva para defenderla y reafirmarla, tenderá a rechazar todo aquello
que esté en otra dirección y le suponga cuestionar su postura. Modificar una
decisión política-ideológica requiere un enorme esfuerzo prácticamente
imposible de realizar a corto plazo.