http://www.muchcine.com/2015/03/pasolini-el-arte-que-imita-al-arte.html
Sinopsis
Un día, una
vida. En Roma, la noche del 2 de noviembre de 1975, Pier Paolo Pasolini es
asesinado. Pasolini es el símbolo del arte que lucha contra el poder. Sus
escritos son escandalosos, sus películas son perseguidas por los censores,
muchas personas lo aman y muchas lo odian. El día de su muerte, Pasolini pasa
sus últimas horas con su querida madre y después con sus queridos amigos, y
finalmente se lanza a la noche en busca de aventuras en la Ciudad Eterna. Al
amanecer, Pasolini es hallado muerto en una playa de Ostia, en las afueras de
la ciudad.
Ficha
Técnica
Países: Francia, Bélgica e Italia
Año: 2014
Duración: 87 min.
Género: Biopic, drama
Dirección: Abel Ferrara
Interpretación: Willem Dafoe (Pier Paolo Pasolini),
Ninetto Davoli, Riccardo Scamarcio, Valerio Mastandrea, Adriana Asti, Maria de
Medeiros
Guión: Maurizio Braucci; basado en un argumento de
Abel Ferrara y Nicola Tranquillino
Producción: Fabio Massimo Cacciatori y Thierry Lounas
Fotografía: Stefano Falivene
Montaje: Fabio Nunziata
Diseño de producción: Igor Gabriel
Crítica
El Coliseo Cuadrado, en
Roma, dedica en su fachada unas palabras al pueblo italiano, un pueblo de
artistas, poetas, héroes, navegadores, pensadores, científicos y santos,
convirtiéndose, casi de manera inconsciente, en un monumento alzado en defensa
de la cultura de todo un país. Atrás quedan ya los años en que Mussolini
encargase su construcción, en que se convirtiera en un icono del fascismo.
Así, con esta
contraposición de ideas, presenta y culmina Abel Ferrara su particular retrato
de uno de los más grandes cineastas de la cinematografía italiana, Pier Paolo
Pasolini. Un edificio que representaba, al menos en sus comienzos, una
ideología totalmente contraria a la que el cineasta defendía. Y una historia,
la suya propia, que transcurriría marcada por la anécdota de que su propio
padre había salvado al mismísimo dictador de morir en un atentado.
Pero más allá de esta doble
paradoja socio-cultural, lo que Ferrara busca también es la provocación. Porque
Pasolini era un director arriesgado, subversivo, provocativo hasta el exceso. Y
el encargado de “Teniente corrupto” busca provocar y arriesgar con su nuestro
trabajo. Su “Pasolini” no es un biopic
al uso, no recoge la vida de su protagonista, sino que se hace eco de las
últimas horas de vida del maestro, sus últimas entrevistas, en las que hablaba
precisamente de los peligros del fascismo. Así, su película no se limita a
mostrar una vida que bien daría para una serie de filmes, sino que trata de
plasmar en imágenes las inquietudes del escritor y poeta, lo que le pasaba por
la cabeza al realizador, enfrascado por aquel entonces en el doblaje al francés
de su obra más transgresora, “Saló y los 120 días de Sodoma”.
Pero todo riesgo tiene
un precio. Y es que Ferrara cree que homenajear consiste en mirarse al ombligo,
y pretende convertirse en el reflejo contemporáneo del personaje al que
retrata. Se mete en su mente y fantasea con ofrecernos en imágenes la que
podría haber sido su siguiente película, o con mostrarnos cómo él mismo habría
rodado sus fantasías y relatos, con toda la violencia gráfica y explicitud
sexual de las que hacía gala Pasolini. Trata de emularle en un ejercicio de
soberbia y lo que le queda es una propuesta para unas minorías pertenecientes a
clubes muy selectos, tediosa y aburrida.
Y lo peor, que se queda
a medias en su retrato. Ni emociona ni se convierte en un retrato acertado del
artista, no consigue acercarnos a él. Retratar
a Pasolini a través de sus palabras y convirtiendo en imágenes sus fantasías y
pensamientos es quedarse muy corto. “Pasolini” es un homenaje ensimismado al que
parece que le falta metraje. Dura ochenta minutos y parece que dura el doble, y
aún así parece un montaje final cortado.
Lo único salvable de ella es el trabajo de Willem Dafoe, metido en la
piel de su personaje a pesar de su marcado acento inglés de Wisconsin –algo que
la versión italiana intenta remediar doblando al actor con la voz de otro
intérprete italiano, siendo el resultado aún peor-, en un ejercicio de imitación del artista muy convincente. Pero
incluso en este aspecto este proyecto es un ejemplo de arte que imita al arte.
NOTA:
2.5 sobre 10
Gerardo Medina Pérez
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Publicado por
Gerardo Medina Pérez