Revista Educación

Pasopalabra

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Pasopalabra

Uno de los últimos concursantes del célebre programa Pasapalabra ha hecho historia. Pero no sólo por acompañar a los espectadores durante 84 programas o por llevarse el bote (que no lo consiguió), sino por su personalidad. Y no por ninguna extravagancia, sino por transmitir cariño y bondad. Hasta un niño de tres años lloraba desconsolado en las redes cuando lo eliminaron. Guardia Civil de profesión, a mí me gustaría saber cómo se llama la mujer de Luis de Lama y a qué se dedica. Porque para que él pudiera estudiar cada día ocho horas, ella debió asumir las labores de gestión y cuidado de su casa. Y esto me lleva a pensar que es una maravilla que toda una familia se adapte a una situación en la que el conocimiento y el estudio son protagonistas. ¿Estudiaba por conseguir un rédito económico? Sí, claro. Como todos esperamos un sueldo al trabajar o al presentarnos a una oposición o formarnos para desempeñar una profesión. Lo importante aquí es que Pasapalabra consigue, con sus toques de espectáculo propios del medio televisivo, que las familias se sienten delante de la pantalla a aprender algo nuevo cada tarde. Y que quienes se llevan el dinero lo hacen por sus propios méritos. Estudian para participar en un concurso donde la meritocracia se valora y los concursantes han escogido el esfuerzo y no salir en la tele para hablar de sus vidas privadas o, lo que es peor, contar cotilleos de otros, o tentar a supuestas parejas. Así que ojalá este programa sea tan eterno como Jordi Hurtado, presentador de otro clásico de los concursos, y supere, de una vez, tanto vaivén judicial.

Pasopalabra
©Lesyaskripak/Freepik.

Quizás podríamos empezar un juego global, cada uno en sus redes sociales, un gigantesco rosco en el que todos pasemos una palabra a quien quiera continuar. Me atrevo a empezar. Con la A: originar una corriente de un fluido mediante la producción de una baja de presión. Pasopalabra.


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