Revista Opinión

Passing by (Capitulo IV)

Publicado el 07 septiembre 2019 por Carlosgu82

Capitulo 4

Hubo un momento especial en donde un domingo salí a pasear con una mujer hermosa, llamada Ángela. Ángela trabajó  un tiempo donde yo trabajé y nos hicimos buenos amigos. Un día la invité a comer por el barrio la Enea y todo se estaba “cuajando” con ella. “Por lo menos me la parcho” –me dije-, y parecía que eso iba a tomar ese camino. Hasta que en medio de la invitación sonó el celular, era Cristina.

Hablamos y hablamos bastante, tanto que se me olvidó que estaba con Ángela, ahí pensé lo mucho que estimo a Cristina, tanto que me olvidé de Ángela, una nena de unos ojos hermosos que no fueron valorados esa noche.

Al dejarla a la casa, simplemente dejé a Ángela a una cuadra antes porque la calle donde ella vivía no era pavimentada, luego de que se bajó, ella dentro de su nobleza me agradeció por la noche y por la invitación, nos dimos un beso en la mejilla y en el camino hacia la casa pensaba ¿Qué carajos estaba pasando conmigo?

Luego de unos cuantos meses, llegó agosto, con el cumpleaños de un gran amigo llamado Joselo. Nos invitó a mi hermana y a mí a un bar alternativo de Ska, tomamos unas cervezas y conocí a nuevas personas además de los amigos que ya había conocido antes. Pero en medio de todas estas personas apareció una nena la cual no sé porque le llamé la atención, su nombre es Johanita y como sabe ocurrir en los enredos del amor, le interesé mucho y yo sin saber el por qué. En medio de la fiesta bailamos, saltamos, escuchamos muy buena música, tomamos lo tolerablemente posible y finalmente nos fuimos a la casa, con mi hermana, algunos amigos que viven por mi barrio y Johanita. Tuvo que pasar algunas semanas para saber que yo me convertí en una persona especial para la vida de esta nena, pero dentro del lado oscuro de mi sinceridad, a mi no me llamaba la atención, demás que el nombre de Cristina estaba (y no sé si está) nadando en los ventrículos de mi corazón. También tuvo que pasar algunas semanas para saber que mi querer de Johanita hacia mí se había convertido en un “reallity” en donde todos mis amigos estaban pendientes respecto a los sentimientos que tenía yo hacia ella. La historia con ella se basa en unas cuantas salidas con nuestros amigos en donde ella indirectamente me quería decir que le gustaba mucho o en uno de esos casos en donde en medio de una tertulia, huevo, un amigo mas de ellos que mío, era una persona que tenía el talento de improvisar a manera de trova y en medio de aquellas se la dedicó a Johanita y conmigo como eje principal del relato improvisado en un verso paisa. Ese fue otro capítulo de un “reallity” que se estaba haciendo más que obvio para todos.

Como dice la frase: “Lo Fácil Aburre, lo Difícil Atrae, lo Complicado Seduce, y lo Imposible, Enamora”, la situación con Johanita era fácil, y con Cristina, Imposible.

Era tan vacano estar en este “face”, estar chateando con amigos y de pronto aparecía Cristina saludándome, parecía que alguien en el mundo pensaba en mi y que al igual, yo también pensaba en ella. Pero las cosas con el tiempo se fueron acabando. Cristina terminó de graduarse como arquitecta y yo le regalé unos cuantos cd’s en mp3 y unos cuantos dvd’s también, la verdad, esta relación la tenía en mi mente como algo realmente especial, pero por lo que pude apreciar, al corazón no tiene riendas, y se llegó a un punto de extrañar tanto que como en el limbo entre el sentirme bien y el sentirme mal. Soñaba con estar junto a Cristina, pensaba que seríamos una pareja perfecta, y cuando llegaba a ese límite de convencerme de que solamente era un sueño, llegaba mi tristeza, mi manera de extrañar, y mi intención de no seguir soñando.

En uno de los chats con Cristina, me puedo acordar el día en que, en medio de la conversación, me decía que había una persona que le gustaba mucho pero que había una pequeña falencia: el man vivía lejos. Palidecí. El corazón comenzó a jugarme una mala pasada, en medio de sus latidos rápidos y fuertes, comencé a calmarme. Me contaba que es muy maluco tener a alguien tan lejos y no poder tenerla cerca. Me puse totalmente de acuerdo con su comentario. Cuando de pronto, no pude contenerme, le dije ¿de dónde es aquel personaje que tanto hablas?, ella me responde: De Bogotá.

Si al momento palidecí por cierta alegría, a estas alturas, la frustración y mi pálido color en la cara era por tristeza (y a veces por Idiota, por no conocer bien al lenguaje del corazón). Me comenzó a contar que era un man divino, papasito, que tiene una manera de pensar diferente de los demás y todo el resto de cosas que una mujer dice cuando está tragada del man. Finalmente me cuenta que dicho man estaba tragado de otra nena y de ahí sale a flote la típica frase que hasta ahora me parece muy cierta (también viendo lo que pasaba con Johanita): “Quién quiero no me quiere y quien me quiere yo no quiero”. Cuánta razón.

Al primer año de conocernos, nos conocimos físicamente en el concierto de Metallica, luego de ese inconveniente, seguimos chateando, sumergían una serie de lo que llamo ignorantemente “coincidencias”, hermosas «coincidencias».


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