Capitulo 5
Tu me gustas
Llegó e punto que ya no me contuve más, esta relación se me estaba saliendo de las manos, creando dentro de mi torpe pensar cosas que solamente las estaba maquinando mi cerebro. Una historia de amor que nunca pasó, nunca ha pasado, ni nunca pasará. Así que decidí terminar con esto de dos maneras.
La primera fue con mi gesto de indiferencia, no volver a hablar con ella, tratar de olvidar todo, de que ella demás que es un ser humano al otro lado del chat, no un ángel como lo estaba retratando. Pensar que también tiene defectos al igual que yo, pero estas redes sociales son enviciadoras, y no pasaron algunos días para volver de nuevo a charlar con ella. Pero las cosas con este primer plan dieron un giro de 180 grados. Ahora ella no comenzaba a hablar conmigo, el tiempo pasaba y al fin el resultado de mi estupidez estaban dando frutos, mi indiferencia fue algo que contagió su ser y ya no nos comunicábamos como en las primeras veces. De todas maneras nos seguíamos pasando muy buena música, pero entre todas ellas, debo resaltar una en la cual su letra hizo que despertara de mi estado caótico de coma sentimental. Ella publicó en mi muro:
Cristina J:
¡La letra de esta me llega a lo más hondo… de todo lo que me compone!
Zero 7 – Passing by
La verdad, a mí también me parecía una letra que me llegaba a los más hondo. Claro que a ella demás era por lo que había pasado con su amor platónico de Bogotá, y a mí, por mí “querer” platónico. Y si, era un querer platónico, como quién dice, la primera candidata para amar de verdad a alguien, y además por que supe limitar la realidad de la fantasía, aunque mi mente quería romper ese límite. La única manera real de romper eso, era con algo que tocaba hacerse en la realidad, no en mi mente, y eso fue la segunda manera en la cual pensaba terminar esta confusión de sentimientos.
Llegó el 8 de diciembre (día de las velitas y en que el once caldas le ganó 4 – 1 al deportes Quindío) del 2010 y decidí hablar con toda. En resumidas cuentas (y por qué no me acuerdo cómo) decidí decirle a Cristina lo mucho que me gusta. Ella se sorprendió, y lo que puedo recordar es que lo único que quería de mi es su amistad, así que por lo menos supe lo que ella pensaba de mí, sin tener que inventar mi corazón cualquier otra cosa lo cual era mentira. En medio de una felicidad de tristeza, pude reconocer la verdad que no estaba tan explícita. Lo más importante fue que por andar de lanzado, Cristina no me iba a cortar la amistad.
Pero era lógico que ella no le guste, ¡¡por favor!! ella tiene todo para ser lo que quiera, tiene una carrera, tiene familia, tiene amigos, tiene muchas cosas para continuar con sus sueños, mientras tanto yo, no puedo ofrecerle lo que muchos hombres le pueden ofrecer además de amor. Ahora en la actualidad esta palabra tiene que ir de la mano con la palabra “dinero” para que funcionen las cosas. El romanticismo ha muerto y Oscar Wilde me lo ha hecho saber en “El ruiseñor y la rosa”. Mis poesías que han sido para ella, se han guardado dentro de una recopilación llamada “Arquitectura de un ermitaño”. Dentro de esta recopilación, la gran mayoría son dedicadas para ella, las cuales quedaron en el cajón del olvido. Bien sabía que ella me iba a decir de una u otra manera: “tu no me gustas”.