Ayer, en la ciudad de Goiania, capital del estado de Goiás, Brasil, por desgracia, un pastor muy conocido, que pastoreó varias iglesias y fue profesor de la Asamblea de Dios, el Pastor Julio César fue encontrado muerto en el balcón de su casa, Se ahorcó interrumpiendo su vida; y abortó muchos sueños de Dios para su existencia.
Es difícil de admitir. Pero frente a una dura realidad, el miedo y la crueldad de muchos creyentes.
El número de suicidios de los Ministros del Evangelio de hoy es alarmante.
Estados Unidos y Brasil están están adelante en las estadísticas.
Las razones? Son Varias.
Traiciones, el deterioro en el matrimonio, los hijos rebeldes y desviados, la escasez económica, el complejo de inferiodad, no ve el rebaño crecer, la rebelión dentro de la iglesia, (muchos terminan dividiendo el rebaño por la codicia y el ansia de poder), la falta de amistades sinceras, agotamiento físico y emocional, la decepción (debido a que el pastor tiene "La obligación" de ayudar a todos) Pero no todos se sienten el deber de ayudar al pastor, y lo más dramático para mi es el SILENCIO.
El pastor no tiene la libertad para hablar de sus problemas emocionales, porque tienen miedo de las reacciones de la gente.
Después de todo, él es un Pastor.
Y para la mayoría de la gente, un pastor es un SUPERHOMBRE Tiene miedo a ser juzgado y considerado incompetente,
Por desgracia, la depresión es vista por muchas personas como una posesión demoníaca o consecuencia de pecado.
ES EL MOMENTO QUE LA IGLESIA DESPIERTE Y APRENDA A TRATAR AL PASTOR Y SU FAMILIA, COMO SERES HUMANOS.
Simplemente dejar de criticar, buscar defectos, perseguir, exigir demasiado, hasta el punto de ver la muerte como una salida a su dolor y alivio a las presiones de la vida pastoral.
No sé si vas a compartir este texto (sospecho que muy pocos por desgracia), después de todo; no es un chiste ni tampoco algo gracioso.
Pero vale la pena compartir
PODEMOS salvar la vida de otros pastores!!!
Hebreos 13:
Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.