Revista Cultura y Ocio

Pastoralia, de George Saunders

Publicado el 13 julio 2014 por Mariocrespo @1MarioCrespo

Pastoralia, de George Saunders
La narrativa excesiva y extraña de Saunders está del lado de los fracasados y de las víctimas sociales, del trabajador a jornada completa y de los habitantes de los bloques de protección oficial, de los marginados y de los caídos en desgracia y, en resumen, de todos esos seres humanos que viven o malviven en los márgenes del sistema. 
Saunders es un narrador heterodoxo que construye escenarios y recrea tiempos con pinceladas sueltas, impresionistas. De este modo, desorienta al lector al comienzo de cada relato para finalmente descubrirle un mundo peculiar que termina por fascinarle. Su prosa es muy particular y, aunque usa las figuras moderadamente y huye del barroquismo, crea imágenes muy sólidas que quedan grabadas en la mente del lector.
Pastoralia es un libro maravilloso que contiene algunos de los mejores relatos que he leído últimamente y que, con ese estilo escueto y directo, incluso agresivo, que muchos autores españoles de los que leen más narrativa americana que hispana intentan imitar (de las traducciones, no del original), nos sumerge en sus historias de losershumillados por sus jefes o por sus vecinos o por sus compañeros. 
La obra comienza con una nouvelleque da título a la obra y que nos cuenta la historia de dos empleados de un parque temático en el que se reconstruye la vida de los cavernícolas. Los protagonistas trabajan en unas condiciones infrahumanas, hasta el punto de que tienen que pagar por deshacerse de sus propios deshechos, y además son presionados con evaluaciones diarias para que se traicionen los unos a los otros. La virtud del relato no estriba en la potencia de la idea, que también, sino en cómo el propio proceso de lectura va componiendo la historia. Y, por supuesto, en toda la crítica implícita que hay detrás.
En Winky, el segundo relato, nos enfrentamos a las relaciones de familia y los conflictos que éstas generan cuando, alcanzada cierta edad, los miembros de las mismas no han sido capaces de vivir de forma independiente.  Un tipo de conflicto, no obstante, extrapolable a muchas otras situaciones familiares. Una de las cosas que más aprecio de Saunders es su capacidad para la introspección; con muy poco espacio y escaso material logra que el lector se meta en la piel de los personajes e intuya cómo podrían reaccionar en determinadas circunstancias. 
Roblemar es posiblemente uno de los mejores cuentos que he leído en los últimos años. Puede que esté exagerando debido a la emoción, pero realmente es una historia única. Aquí aparece esa querencia de Saunders hacia lo fantástico o la ciencia ficción, pero, más que como género literario, como recurso narrativo. Roblemar nos cuenta la historia de una familia con problemas de todo tipo, pero sobre todo económicos. En la misma casa viven la tía y sus tres sobrinos (las dos féminas, que son muy mal habladas, con sus respectivos niños). Lo curioso es que la muerte de la tía no es la clave del relato, sino su "resurrección", que demuestra que las convenciones y la rutina pesan más que el miedo a lo desconocido. 
De los tres últimos textos destaca La felicidad del peluquero, donde aparece de nuevo el tema de la familia y, como en la Rusia del siglo XIX o la España del XX, el tema de la soltería como suerte de hándicap social, algo que demuestra el conservadurismo de la sociedad americana; puritana y muy católica. La figura de la madre como icono insustituible, como sombra alargada que genera complejos y dudas. Lo que me encanta de este texto son los pensamiento del protagonista, el peluquero, respecto a la joven que le gusta, pues es un poco grande, o gruesa, o gorda, y eso le genera un conflicto que, de nuevo, es únicamente social, de cara a la galería; el “qué dirán” como losa, la falta de libertad del individuo, algo que en algunos países europeos está más que superado y que sin embargo en EEUU, la gran potencia, el país más avanzado en muchos aspectos excepto en los más básicos, no. 
Cabe destacar, como ya apunté en la reseña de Diez de diciembre (libro que no me gustó tanto como éste), la gran labor del traductor, Ben Clark, que ha sabido trasladar al castellano los neologismos, giros y palabras de jerga que usa constantemente el autor. 
Pastoralia, de George Saunders. Alfabia, 2014. [Traducción de Ben Clark.]

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