El Rey de los Patones reinó durante el mandato del Rey de toda España, Carlos III, y con su consentimiento durante la invasión napoleónica en el año de 1808. Fue el único pueblo de España que por estar oculto en esta inaccesible sierra se libró de los invasores franceses. Así reza un mosaico de azulejos en el propio pueblo resumiendo su historia.
El Rey de Patones era una especie de alcalde o juez de Paz, y como dicen los documentos clásicos, sería un anciano que administraba justicia entre los vecinos.Se dice que cuando el rey Carlos III se dirigía a estos personajes lo hacía refiriéndose al rey de los Patones.
Actualmente este pueblo de la Comunidad de Madrid es un lugar lleno de sabor y encanto con varios hoteles rurales y recoletos restaurantes donde saborear el cordero de la tierra. El gran valor cultural de la arquitectura de su casco urbano le hizo merecedor de la declaración como Bien de Interés cultural en 1999.
Ermita de 1653, ahora oficina de turismo
Ruinas de casas de otro tiempo
En Patones podemos contemplar viviendas y construcciones tradicionales, joyas de la llamada arquitectura negra. Los rigurosos inviernos que sufre la Sierra todos los años, se pone de manifiesto en la estructura de las casas tradicionales que cuentan sólo con pequeñas aberturas al exterior, se levantan apiladas entre sí, aprovechando la robustez de sus muros y con tejados a dos aguas para evitar la acumulación de nieve
La mayoría de las familias tenían uno o dos cerdos, algunas en sus propias viviendas, sin embargo, las que no disponían de sitio en casa, construyeron a las afueras del pueblo unas cuevas de pequeñas dimensiones, excavadas en la roca caliza y con un cerramiento a base de pizarras para guardar a los cochinos, llamadas cochiqueras.
De igual manera los vecinos de Patones excavaban bodegas en la roca donde, después de la vendimia, se subía la uva barranco arriba a lomos de caballerías desde la vega donde estaban plantados los viñedos.
En el siglo XVI las viviendas eran de una sola planta . Tuvieron que pasar varios cientos de años, hasta el siglo XVIII, hasta que las viviendas de Patones evolucionaran y crecieran hasta tener dos plantas
Los antiguos hornos son uno de los elementos más característicos de la arquitectura tradicional de Patones, con un origen milenario. Se utilizaban sobre todo para cocer el pan, que era el alimento básico de las familias de Patones, pero también surgían especialidades gastronómicas como los afamados corderos o cabritos lechales castellanos o distintos tipos de bollos tradicionales, como la torta de chicharrones.
A tan sólo trece kilómetros se encuentra la presa y embalse del Atazar digno de verse si visitas Patones