“Muchas de ellas iban a tener niños en los próximos años -pensó-, pero parecían creer que la maternidad era una forma de la pérdida: estaban diciéndole adiós a la que Ella había sido y a lo que habían sido desde que habían empezado a ser amigas, comprendió.” (“Mañana tendremos otros nombres”, pág. 225)."No había una sombra de duda en su decisión, pero sí una gran tristeza, la conciencia de que todo eso que estaba viviendo era absurdo e injusto. Mientras ella estaba a punto de acabar con esa vida potencial -es una puta alubia, se recordaba-, Isa lleva varios años intentando quedarse embarazada sin resultados, Natalia, tras un embarazo muy complicado, dio a luz a un bebé sietemesino muerto. Y ahí estaba ella, delante de esa pastilla, sola, absolutamente sola, lejos de su madre, qué pensaría si lo supiera, de Garbiñe, de Natalia, de Isa." (“Formas de estar lejos”, pág. 207)
Acabo de dar fin a "Formas de estar lejos" de Edurne Portela, novela que me ha sorprendido muy favorablemente. La tenía desde hacía unas semanas algo olvidada sobre mi mesa. Digo sólo algo olvidada porque la verdad es que no ha pasado tanto tiempo desde el pasado 23 de abril, Día del Libro, en que la adquirí junto a "Mañana tendremos otros nombres" de Patricio Pron. Conocí ambos títulos a través de los suplementos culturales de los periódicos nacionales que leo asiduamente. Me llegó noticia de la novela de Pron por un artículo aparecido en "La esfera de papel" (suplemento de 'El Mundo') del 14 de abril de 2019 titulado "En la distopía del sexo". En él aparecía citado este título, junto a "Sudor" del chileno Alberto Fuguet, como ejemplos de distopías actuales en las que se viene a plantear si es posible la disolución de la trinidad placer sexual, anhelo romántico y función reproductiva. Por su parte fijó mi atención sobre el libro de Edurne Portela la reseña que de la misma apareciera el 1 de abril en "Babelia" (suplemento cultural de 'El País?).
Fue el artículo firmado por Luis Alemany en "La Esfera de papel" el que me llevó primero a la novela de Pron y luego como por ósmosis recordé la reseña de Carlos Pardo en "Babelia" y me puse con la de Edurne Portela. Son novelas muy distintas en el estilo pero cercanas en el asunto que ambas plantean: el amor, el sexo, la pareja y su disolución. Cada historia tiene su contexto: una transcurre en Madrid con nombres impersonales -Él, Ella- para sus personajes protagonistas recién ingresados ambos en los 40 años, sin hijos aunque con el deseo de tenerlos por parte de Ella que ve cómo se escapa esa posibilidad; la otra, sucede en dos pequeñas localidades USA, Northville y Southville. Alicia, la protagonista llegó becada a la universidad de la primera ciudad desde su Euskadi natal, recién titulada en Literatura por la Universidad de Salamanca. Allí en Estados Unidos mantendrá una profunda relación durante 14 años con Matty, de ascendencia polaca, que trabaja como analista financiero en entidades bancarias.
En los dos relatos las parejas se ven abocadas a la disolución a pesar de que la relación en apariencia era confortable y placentera. Confortable porque incluso había amor en ellos, aunque ya no pasional sino más bien rutinario; placentera porque el sexo era bien acogido y recibido por todos ellos. Sin embargo la tranquilidad de pareja en que están instalados se quiebra. Muchas cosas intervienen en esta fractura y no es menor la de tener o no tener hijos. En Pron la rutina en la pareja y la idea de que hay que salir de ella aprovechando las oportunidades para relaciones sexuales que ofrecen aplicaciones como Gindr o Tinder, la perturbadora fantasía de que la gestación es como ver colonizado el cuerpo por un invasor que crece y se nutre en su interior, asi como la presión laboral que no entiende de maternidad son factores importantes ... Mientras que en "Mañana tendremos otros nombres" es Él el más renuente a la paternidad, en Portela, sin embargo, es ella, Alicia, la que se niega a ser madre mientras que él, Matty, sí que desearía tener hijos.
En ambos relatos la escritura es utilizada como terapia y forma de conocimiento. Alicia de "Formas de estar lejos" escribe un diario y cuando la pareja entra en crisis definitivamente las cuartillas y folios que rellena aunque luego los destruya le sirven para reencontrase consigo misma; en "Mañana tendremos otros nombres" Él está pensando escribir sobre la problemática identitaria que están viviendo El y Ella ("Él siempre había pensado en la identidad como un punto de llegada, nunca como uno de partida, y pensó que tal vez tendría que escribir sobre ello en alguna ocasión, como hacía siempre que trataba de entender algo.”, pág. 263)
En ambos relatos los dos autores dan entrada a un sinfín de asuntos muy actuales, en mi opinión quizás demasiados. Los inserta mejor en la trama principal Edurne Portela que Patricio Pron. Éste convierte parte de su novela en un repaso de todo lo que sucede en nuestra sociedad: los becarios, los empleos precarios, la inmigración, la homosexualidad, la gentrificación, los niños y el absurdo impuesto por sus padres con celebraciones de todo tipo, la anulación del uno por el otro en la pareja, las relaciones de poder -incluso erótico- dentro de la empresa, las drogas, el absurdo del urbanita deseoso de una vida rural que no conoce y cuando la conoce le repele, los ninis algecireños, los embarazos en adolescentes, los micromachismos ("a pesar de que era M. la que había pedido la cuenta, el empleado del restaurante se la entregó a Él, cuya solvencia era escasa pero a ojos de quien los había atendido debía de estar garantizada por su condición de hombre.", pág. 208), la crisis de librerías en contraste con el aumento de los índices de lectura, el fin de la modernidad ("Antes del mediodía ya se habían llevado todo y en la fachada de la antigua librería sólo había un cartel informando que el local estaba disponible: si no estaba equivocado, pondrían allí, en breve, una tienda de ropa o -más probablemente- un retaurante de cadena, el tipo de negocio que encarnaba como ningún otro en qué se había convertido el consumo cultural de la mayor parte de personas.", pág. 237). Y por si esto fuera poco Pron hace gala de su conocimiento de anécdotas, chistes, ocurrencias populares y cosas así. Tal acumulación me parece más demérito que otra cosa pues pienso que quizás el escritor lo haga para engordar la obra, para dotarla de cierta densidad compartida con sus lectores… (ej. Los nombres de los niños y el efectivo Qwerty, los antidepresivos que toman los humanos y el efecto que tiene sobre la desaparición de percas y salmonetes, etc.)
En "Formas de estar lejos" también hay abundancia de asuntos importantes hoy pero, como ya he dicho, mucho mejor incardinados en el relato: la vida de una joven en el País Vasco y la inevitable presencia de ETA en ese ámbito que le requiere posicionarse; la homosexualidad presente en Adam, el hermano de Matty, en Mike, la pareja de éste, y en algún compañero de Alicia; la maternidad no deseada; el aborto; la violencia en el seno de la pareja; la compleja relación con las familias; el machismo; el alzheimer; la necesidad de respirar por parte de Alicia; el amor; ... En Portela hay un peso mayor de la violencia machista desde su gestación ('Primeras señales') hasta su materialización e incluso después en el angustioso temor -terror, más bien, habría que denominarlo- a que ésta vuelva a producirse y sea mayor de lo que en realidad, por fortuna, fue.
La historia que narra Portela es más dura pues en ella la violencia, la intransigencia, el machismo congénito están presentes, mientras que en Pron la historia se queda más que nada en una temporal falta de sintonía en la pareja que, seguro, volverá a la placidez abandonada tras una leve -¡no tan leve!, pero no voy aquí a desvelar más cosas- rectificación vital. "Formas de estar lejos" presenta la imperceptible gestación de la anulación del uno por el otro. Una anulación patente en pequeñas cosas -se suele decir que cuestiones sin importancia, pero no hay tal cosa-: tú no tienes ningún sentido de la orientación, le suele decir Matty a Alicia y ella, lenta e imperceptiblemente, va asumiendo su inferioridad en esto y en muchos otros aspectos de la cotidianeidad. Es la asunción de la insignificancia personal, manifestación clara de maltrato psicológico. En la novela de Portela el maltrato camina más por esta vía que por la física, aunque también.
La vida de Alicia y Matty en Estados Unidos le sirve a la escritora para mostrar opiniones sobre el american way of life: el fuerte conservadurismo presente en algunas de las fraternidades y sororidades (residencias de estudiantes para chicos las primeras y para chicas las segundas) puesto de manifiesto con motiuvo de la campaña presidencial de Obama (Obama llega a la presidencia de USA en agosto de 2008); el respeto escaso en algunos por la orientación sexual (la identidad sexual de Adam, el hermano de Matty, es mal aceptada por éste y por Pete, el otro hermano); la descripción del comportamiento externo de la clase pudiente con quiénes consideran inferiores ("El resto la saludó con esa amabilidad distante que Alicia relacionaba con ciertas actitudes de las clases pudientes, cuando mantienen la compostura ante alguien de clase inferior que invade su espacio porque señalarlo les haría quedar mal, pero que ponen cara de estar oliendo mierda.", pág. 137); los abusos sexuales que en las fiestas universitarias americanas en las que se producen excesos de todo tipo sufren ciertas jóvenes que luego no los denuncian por vergüenza, así como los abusos sexuales en el ámbito docente como el realizado por el profesor Gareth Dolan, compañero de departamento de Alicia, sobre la joven estudiante Carla que se pierde en el silencio asumido por todos ("En la universidad los escándalos estallan en silencio", pág 173)... Y junto a estas muestras de la vida americana tambien me ha parecido ver alguno que otro tópico muy asentado entre nosotros como el de considerar estúpidos a los norteamericanos y calificar a USA de "país de borregos"
La estructura adoptada en cada una de estas novelas es diferente. Patricio Pron organiza el contenido de su novela en 7 extensos capítulos formados por diversas secuencias. Los siete capítulos vienen titulados con referencias temporales que aluden a la duración de lo que se narra en su interior: una semana, seis minutos, cinco sños, siete meses... Edurne Portela, por su parte, dispone la narración en dos apartados titulado cada uno de ellos con el nombre de la ciudad donde ejerce su profesión de docente universitaria, Southville y Northville. Cada una de estas dos partes está constituída a su vez por 15 y 20 capítulos respectivamente, intitulado cada uno de ellos de manera distinta. Además la novela se completa con un Prólogo y un Epílogo de tres capítulos cada uno. La duración de la acción en esta segunda novela es de quince años frente a los cinco y siete meses de la de Pron. En cuanto a la figura del narrador, en "Mañana tendremos otros nombres" quien cuenta es externo a lo narrado aunque se implica muchas veces en lo presentado a través del estilo indirecto libre, mientras que en "Formas de estar lejos" el narrador es partícipe de la historia narrada, -unas veces Alicia, otras Matty- en algunos capítulos, aunque también, mayoritariamente, hay un narrador objetivo externo.
Característica común a ambas narraciones es la sensación de relatos cortos autoconclusivos que en muchísimas ocasiones transmiten algunas de las secuencias de la novela de Pron y/o de los capítulos en la de Portela. Quizás la sensación sea aún mayor en el caso de la segunda que ya en en el título de cada uno de los capítulos avanza el asunto que en su interior se presenta: tema del aborto (cap. 'Provida'), la violación dentro de la pareja (cap. '¿Qué habrías hecho tú en mi lugar?'), la violencia machista en el entorno doméstico (cap. 'Un agujero en la pared'), el deterioro de la relación ('Calzoncillos sucios'), etc.
En Pron también es perceptible esta sensación de relato completo en algunas de sus secuencias. Así por ejemplo el asunto del amor (la vida en pareja, la atracción entre mujeres en Ella; la relación a tres cuando F. le dice a Ella que su novio, que practicaba sexo con una mujer algo mayor que ellos, se había enamorado de ella [pág 170]); el del sexo (las citas a través de apps de citas); el de la sociedad (el trabajo y su proyección en él); el de la maternidad (ocupación interior de un parásito como en ciertas especies animales, pág. 160); el cuestionamiento de la verdad cuando se evoca el recuerdo de algo y se comprueba el mismo con alguna prueba documental que destroza lo recordado (vid. pag,. 166); el de la amistad y el sexo, su relación: ¿Acaba el sexo con la amistad? El se acuesta por vez primera con su amiga y editora M., luego lo harán más veces pero M tras ello ya no será la de antes.
Los títulos
El de "Mañana tendremos otros nombres" aparece claramente expresado al finalizar el relato. Durante el mismo los protagonistas son personajes sin rostro, sin identidad, seres que están en el mundo como tantos otros pero sin un proyecto vital concreto. De ahí su anonimia, su falta de definida personalidad, que el escritor simboliza en las denominaciones con que los identifica: El, Ella, M., D., F., etc.
"Formas de estar lejos" tiene un sentido doble e incluso triple. Por un lado alude a la distancia geográfica existente entre España (Pais Vasco, Salamanca...) y los Estados Unidos, pero sobre todo a la distancia entre individuos a pesar de que éstos convivan juntos e incluso duerman en el mismo lecho. Al final del relato Alicia se siente aislada por la inmensa nevada que ha caído y dice que también "La nieve es una forma de estar lejos" (pág 231: )
Los autores
Patricio Pron es un escritor y crítico literario argentino nacido en Rosario en 1975. Escribe colaboraciones para "Babelia" en España y también para la revista hispano-mexicana en "Letras Libres". Es licenciado en Comunicación Social por la universidad de Rosario (Argentina) y doctor en Filología Románica por la universidad de Georgia Augusta de Göttingen (Alemania). Desde 2008 reside en Madrid.
Literariamente ha escrito fundamentalmente relatos cortos con los que ha obtenido varios premios y han sido traducidos a muchos idiomas. En novela antes de la aquí reseñada ha escrito tres: una novela filosófica, "El comienzo de la primavera" (2008), otra dedicada a la generación de sus padres y las vicisitudes políticas por las que hubieron de pasar, "El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia" (2011), y una tercera que trata sobre los escritores fascistas del medio siglo, "No derrames tus lágrimas por nadie que no viva en estas calles" (2016).
Edurne Portela nace en Santurze (Vizcaya) en 1974. Se licencia en Historia en la Universidad de Navarra. Su vida profesional y académica la ha desarrollado en Estados Unidos donde realizó un Máster (Maestría los llaman por allí) en Literaturas Hispánicas y se doctoró en Literatura Española y Latinoamericana en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Carolina del Norte); luego se trasladó al College of Arts and Sciences de la Universidad de Lehigh (Pensilvania) donde durante trece años (2003 a 2016) fue docente y gestora académica. En 2016 vuelve a España y se dedica por completo a la escritura. Estas actividades y vicisitudes profesionales se reflejan debidamente en la novela leída.
Como escritora tiene obras de investigación académica en forma de artículos y ensayos entre los que destacan "Displaced Memories: 'The Poetics of Trauma in Argentine Women Writers'" (2009) y "El eco de los disparos: cultura y memoria de la violencia" (2016) en el que reivindica el papel de la cultura para dirimir el pasado de violencia en Euskadi.
Como novelista su primera obra se publicó en 2017, "Mejor la ausencia", galardonada con el Premio 2018 al mejor libro del año de ficción del Gremio de librerías de Madrid. La aquí reseñada es su segunda entrada en el género de la narrativa.