Todos se asombran con el patriotismo que expresan los surcoreanos con su selección de fútbol, la próxima rival de la española.
“Ojalá fuéramos así”, exclama mucha gente que no sabe lo que es el honor para un coreano, como demostró aquél gran portero que fue Kim il Rang.
Decían que era el mejor del mundo: tenía una capacidad paranormal que intuía el vuelo cambiante del balón. Lo querían el Real Madrid, el Manchester y el Milán, que sabían que de diez penaltis, paraba siete, cifra que no alcanzan Casillas o Buffon.
Tuvo que abandonar su club porque un hijo del presidente también era portero y, pese a sus portentos, no conseguía reemplazarlo.
En otro equipo continuó demostrando que era el mejor del planeta; de hecho, su nuevo club era malo, pero sobrevivía entre los primeros de la clasificación gracias a sus milagrosas paradas.
Un día llegó el inevitable enfrentamiento de su nuevo equipo en su viejo estadio. Se preparó para la gran gesta, pero algo falló en su cerebro y sus antiguos compañeros le metieron seis goles.
En occidente aquello habría sido solamente el resultado de un mal día, pero Corea es Oriente, así que aquella misma noche Kim il Rang entró a hurtadillas con una soga en aquel estadio, fue a su portería preferida y se ahorcó
Si España gana, quizás haya coreanos que quieran colgarse para lavar su excesivo orgullo y patriotismo, que son muy malos para la salud..