Charles-Paul Dufresne
Editado entre 1904 y 1914, Le Petit Journal illustrée de la Jeunesse fue uno de los suplementos semanales del diario Le Petit Journal [1] (1863). De formato medio (31 x 23,5 cms.), se componía de dieciséis páginas de las que cuatro se imprimían a color, e incluía textos ilustrados, juegos, concursos e historietas, normalmente sin bocadillos y con textos aparecen a pie de viñeta, como era habitual en el cómic europeo de la época, y a menudo inspiradas en los cómics de los suplementos dominicales de la prensa norteamericana a cuya imagen se había creado.
Ya en el primer número podíamos encontrar Les exploits de Turc, Jacasse et Cie (Blonval) –con bocadillos-, descarada imitación del célebre Buster Brown de Richard Felton Outcault [2]. Georges Pignon “Jordic” (1876-1915) aportó Les mésaventures de Marie Bigoudène (1905) y se inspiró en Little Nemo de Windsor Mc Cay para Les six défauts de Ninette Patapon (1906).
Otros artistas que dibujaron en el suplemento fueron Lubin de Beauvais, Henri de Sta, André Hellé, Louis Tybalt, Jean d'Aurian, Jacques Nam, Jules Hémard, O'Galop o el conocido en Japón [3] Georges Bigot (1860-1927), autor de la monstruosa “serpiente marina” con patas de la imagen superior que recuerda vagamente a un dinosaurio para el grabado de Epinal [4] Légende annamite du poisson Tinh.
El 22 de abril de 1906, Le Petit Journal illustrée de la Jeunesse presentó en la portada las aventuras de Mr. and Mrs. d'Alenvers, la primera adaptación en francés de The Upside-Downs of Lady Lovekins and Old Man Muffaroo (1903-05) de Gustave Verbeck. En esta historieta podemos ver cómo un monstruo saurio marino parece acercarse a la orilla asustando a los protagonistas. Como sucede con todas las aventuras de la serie (compuestas de seis viñetas aquí reducidas a dos), el desenlace se lee dando la vuelta a la página, que hemos invertido para evitar indeseados accidentes con la pantalla de vuestros dispositivos o contracciones de cuello: entonces descubrimos que, en realidad, la bestia es un castillo.
Pero si el suplemento presentó una historieta del interés de nuestro blog, ésta es sin duda Les escapades d’un écolier préhistorique, de Paul Dufresne, una serie totalmente original, a diferencia de cuantas hemos visto hasta ahora.
Publicada en los números 75 a 78 de Le Petit Journal illustrée de la Jeunesse, entre el 25 de marzo y el 8 de abril de 1906, se componía de cuatro entregas –la primera de dos páginas, el resto de una- en las que el protagonista se cruza con varios dinosaurios, entre los que podemos distinguir a uno de los Laelaps [5] o el Agathaumas [6] que pintó en 1897 el paleoartista Charles Knight (1874-1953) para el Museo Americano de Historia Natural.
Laelaps de Knight
Detalle de Les escapades
Agathaumas de Knight
Detalle de Les escapades
Esta labor de documentación, inaudita en el cómic prebélico europeo, es fruto de la profesionalidad del autor, posiblemente el grabador Charles-Paul Dufresne (1885-1956), conocido por sus reproducciones de los grandes maestros de la pintura y autor de numerosos sellos para el servicio postal galo. En 1937 ganó el Gran Premio de Grabado en la Exposición Internacional de París y en 1953 fue nombrado Caballero de la Legión de Honor.
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[1]En 1937 se convirtió en órgano del Parti social français de François de la Roque, partido nacionalista de extrema derecha, y terminó desapareciendo en agosto de 1944, tras la liberación de París por los aliados.
[2] Al que se tiene por autor del primer cómic moderno, “The Yellow Kid and his new Phonograph”, publicado el 25 de octubre de 1896 en el New York Journal.
[3] En 1882 marchó a Yokohama para estudiar las técnicas del grabado nipón, el ukiyo-e, y su nombre aparece hoy en la mayoría de las historias del manga. En 1899 regresó a Francia.
[4] Donde en 1796 Charles Pellerin había fundado la “Imagerie d’Épinal”, que popularizó los grabados en el siglo XIX, influyendo en la estampería de otros países, como en España, donde puede rastrearse su huella en muchas “aleluyas”, conocidas en Cataluña como “aucas”.
[5] Terópodo bautizado en honor al can de la mitología griega, fue renombrado en la “Guerra de los Huesos” por Marsh como Driptosaurio.
[6] Primer ceratópsido conocido, se trata de un nomen dubium, hoy considerado sinónimo de Triceratops.