Alguien creía que las religiones iban a menos, que los dioses perdían terreno, que la ciencia se imponía. ¡Ilusos! Y es que al final, no sé por qué pero la razón tiene las de perder.
Mucho tiqui-taca, mucho pasecito, mucho dominio para, al final, tener que depender de un animalejo. Simpático, eso sí, pero un animalejo. Y es que hoy el Rappel de moda, no es un ser humano aunque se llame Paul y sea el dios de moda del verano. Es un pulpo. Eso sí, un pulpo de bien, porque ha predicho nuestra victoria futbolera ante Alemania, y eso que se trata de un pulpo alemán.
Todos con el pulpo, todos con Paul. Hasta ahora ha acertado todos los pronósticos de este mundial. Lo que dice Paul va a misa. Y ahí está Messi y su Argentina, eliminados. Bastó que Paul les dijera no y ganó Alemania.
Aquí ni San Fermín, al que se encomendó Del Bosque, ni ningún otro santo, hay que rezar a Paul, el dios-oráculo que mañana va a predecir lo que pasará el domingo.
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