Por Alexis Cuzme
(Publicado originalmente en blog Ciudad Hecatombe, Quito, el 17 de marzo de 2017)
Paulina Soto no solo es poeta, narradora y ensayista, también fue letrista de la banda gótica Lago Gris, con temas como Invierno, Amor de serpiente, Soledad. Creadora y editora de Dragón Luz, un sello que tiene publicado dos libros en su catálogo.
Contactamos con ella desde su natal Loja, para dialogar en torno a su trabajo literario, el que abarca varios géneros y una producción que con los años va sumando títulos a los ya publicados: ¡Alas!, Caricias y puñaladas, Samay Pushac, Ciudad de vírgenes, entre otros.
Saludos Paulina, el metal y la poesía han estado más vinculados de lo que se creía, ¿cómo le va a tu obra en este sentido?
El rock me ha gustado desde siempre y al ser escritora, necesariamente ambos intereses se condensan. Mi poesía tiende más a ser combativa, con acepciones del diablo y de la muerte, algo cruel, aunque no me olvido del amor y el desamor. No solo se relaciona con el rock sino también con experiencias pasadas, deseos y frustraciones.
Tu producción literaria abarca obras de poesía, narrativa y ensayo ¿en qué género te sientes más cómoda?
En todos. Por necesidad también experimento en pequeños guiones de teatro propios, y adaptaciones para sainetes. No es comodidad la palabra, sino más bien satisfacción, al menos cuando se completa la obra. No me siento cómoda, escribir es un arte muy difícil, y yo más bien lo concibo como una enfermedad genética y adictiva.
¿Cómo les ha ido a tus libros? ¿Qué clase de comentarios han generado?
Me ha resultado muy difícil llegar al público por varias razones: el Ecuador no se distingue por ser un país de lectores, las editoriales son precarias, los canales de distribución inexistentes. Cuando finalmente mi obra ha llegado al lector, sí he tenido muy buenos comentarios, principalmente porque mi estilo tiene mucho de fantasía, que es algo novedoso, al menos para el medio. También hay que distinguir entre la crítica general y la del lector especializado. Cuando se trata de críticos literarios es bastante duro recibir una crítica, pero es una buena forma de mejorar tu estilo y descubrir algo nuevo.
Para tener una producción considerable, eres parte de ese grupo de autores aún underground de Ecuador ¿has intentado salir de este margen?
No me considero underground, es decir, no como si fuera una postura. Siempre me ha atraído lo extraño, lo exótico, aquello que rompe las normas sociales, la ciencia ficción y el misticismo. Sucede más bien que mi estilo fue el que encajó con el mundo del metal. Es igual que en el caso de los escritos de Edgar Allan Poe que calzan perfectamente con el estilo gótico. Poe no era rockero, en el siglo XIX no existía el rock. A veces la gente ve lo que quiere ver; me recuerda a un espectador que juraba que vio la sombra de un demonio en el fondo del escenario mientras yo leía poesía.
En el pasado colaboraste con la banda gótica Lago Gris ¿ha ayudado esta colaboración a la difusión de tus textos?
En realidad, sí. “Lago Gris” fue para mí una experiencia muy interesante, fue muy placentero ver como se fundía la poesía y el rock; y el leer poesía delante de un público tan temible como el rockero fue aterrador. Al principio no pensé que resultaría y pensé que me iban a insultar o algo así, pero la gente lo aceptó muy bien. Recuerdo que luego puse a vender mis libros en un bar rockero y la mitad se vendieron, la mitad se los robaron, lo cual significa que pegaron. También me ayudó a fortalecer mi estilo acerca del tipo de escritora que soy, porque al ser mujer, muchas veces se nos encasilla en la imagen romántica y llorona.
¿Ha llegado tu obra a lectores rockeros y metaleros? ¿Crees que tiene, tu obra, elementos de interés para ellos?
Mi obra no ha llegado en gran medida al público en general por las razones que ya expuse. Sí creo que mi obra tiene elementos de interés específicos al metal, la novela “Samay Pushac” por ejemplo, tiene un personaje que tiene una banda de rock y se describe cómo participa en un concierto. Sin embargo, es más bien algo de lo que el público debe apropiarse bajo su propia perspectiva.
¿Reconoces que existe una “comunidad” de autores vinculados al metal en Ecuador? ¿Te sientes parte de esa “comunidad” dispersa?
Sí hay una comunidad de escritores góticos, metaleros, gore, etc., cada quien, con su subgénero, y trato siempre de colaborar con ellos; lamentablemente, parece que el movimiento ha decaído muchísimo, sobre todo en Loja. Apenas se oyen conciertos y los rockeros ni suenan ni truenan. Por ahora no hay quien tome la batuta.
¿En qué proyectos literarios te encuentras ahora?
He tomado la estrategia de participar en concursos de poesía y narrativa. Sé que es muy difícil atinarle al gusto de los jueces y por lo tanto ganar, pero es bueno porque te mantiene activo, te obliga a escribir con una fecha límite y aunque no ganes, te queda la obra, la cual después puedes publicar, mejorar o lo que prefieras. El proceso es frustrante pero productivo. Fue así como escribí “Ciudad de Vírgenes”, la novela de ciencia ficción que publiqué hace unos meses. También acabo de escribir un nuevo libro de poesía: “Prótesis”; y me gustaría embarcarme en un libro de cuentos. Otra táctica es la de procurar participar en simposios literarios, así he escrito algunas ponencias y ensayos. Funciono mejor bajo presión porque últimamente la autodisciplina me falla bastante.
Finalmente, hay algo que el lector siempre pregunta ¿se es escritor metalero o metalero escritor?
No puedo hablar por las demás personas, pero en mi caso soy escritora en primer lugar. En mi opinión un escritor debe ser primero un observador de su entorno y un investigador objetivo de la ciencia y la historia. Debe ser honesto consigo mismo, incluso si sus apetitos chocan con los supuestos valores de la sociedad. La vida es muy corta y hay mucho que leer y escribir. Ya habrá otros que se encarguen de catalogarnos a su gusto.