Todo el mundo te dice que te desea un feliz año. y todos los años es la misma cantinela. Suena bien, pero claro siempre es repetir lo mismo, cuando por fin franqueamos el año viejo y saludamos al nuevo.
En realidad, no dejamos el viejo y nos metemos en el nuevo, seguimos aparentemente en uno nuevo, pero arrastramos tantas cosas que hemos pasado, que en realidad seguimos estando en el viejo, viejas cuestiones que no fueron resueltas en el ya pasado año.
Solo es cambiar el número, ahora es 2016, antes 2015, pero los temas que nos siguen preocupando siguen siendo viejos.
Nos deseamos feliz año nuevo, cuando solo deberíamos desearnos Paz, mucha Paz, esa que en nuestros corazones deseamos fervientemente, pero la realidad es muy tozuda.
Seguimos sin aprender lo que es la miseria, la nobleza, la honestidad, la ambición, el amor, el sexo, la amistad, la adversidad, la fortuna, la búsqueda de la verdad, la riqueza, esa riqueza obscena que se empeña en molestar.
No aprendemos a ser pacíficos, seguimos siendo irascibles, molestos, cual mosca cojonera, sin darnos cuenta que somos del mismo género y que por tanto, todos queremos lo mejor para nosotros; pero está claro que no nos gusta que los demás puedan disfrutar de la vida.
Cuando nosotros estemos en paz con nosotros mismos, estaremos en nuestro mundo, en realidad en el de todos. Solo tendremos que hacer un esfuerzo, entonces estaremos en condiciones de sentir que efectivamente si estamos en paz, podremos desear a todos la Paz.