León Moraria.
“Hay quienes en el Sol, sólo ven las manchas y no perciben la luz“. (Promotores del NO)Para RCN, Caracol, CNN y otros medios televisivos, la guerra en Colombia, durante 60 años, ha sido de un solo bando: LA GUERRILLA. Todos los hechos han sido realizados por dicho bando: daños materiales a la infraestructura; masacres y asesinatos; extorsiones y secuestros. En una palabra, son los victimarios. En consecuencia, deben ser condenados en los tribunales a largas penas de cárcel; deben reparar a las víctimas; deben pedir perdón; no pueden aspirar a participar en política; y quedan condenados de por vida a ser el escarnio de la sociedad. Esta es la concepción que, de la paz, tiene la oligarquía/jerarquía católica/gobernante. Según esta concepción – muy difundida por la campaña mediática – las guerrillas son la causa de la guerra. Si se liquida la guerrilla, por cualquier medio, llegaría el desarrollo y florecería el bienestar social.
La campaña mediática desatada contra las FARC con motivo de la firma del Acuerdo de Paz, pretende ignorar que el 80% de la violencia ocurrida en Colombia durante los últimos 75 años de guerra, ha sido causada por el Estado, por medio de sus instrumentos represivos: ejército, policías y paramilitares. A la guerrilla sólo se le atribuye el 20% de la violencia (Informe de las Naciones Unidas). Queda claro que el gran victimario es el Estado (Human Right Watch).
Los datos autorizados (oficiales) de la catástrofe social que vive Colombia – que Santos pretende maquillar con el Acuerdo de Paz – son elocuentes: 7 millones de colombianos en situación de indigencia; 22 millones de pobres; 250 mil desaparecidos; 5 mil ejecutados por el Estado; 18% de desempleados; 4 millones de desplazados internos; 5 millones de desplazados a países vecinos (Venezuela, Ecuador); 10 millones de hectáreas arrebatadas a las víctimas (campesinos), para repartirlas entre los autores de las masacres (paramilitares), latifundistas, o ser vendidas a las transnacionales. Este dantesco cuadro de ruina, miseria, atraso y desolación, ha sido causado por el Estado, empeñado en una guerra cuyo único objetivo ha sido mantener los privilegios de la oligarquía/jerarquía católica/ terrateniente/gobernante: únicos interesados en la violencia como forma de dominación. [1]
¿Cuál es la causa del cuadro descrito? ¡La guerra!
Y ¿Cuál es la causa de la guerra? ¡EL LATIFUNDIO! Los terratenientes.
Y ¿Cuál es el origen? La violencia del Estado ejercida por el gobierno oligarca/conservador/jerarquía católica. Ni la campaña mediática ni el gobierno quieren decirlo: la causa de la guerra es la lucha de los campesinos por la tierra para defenderla de la apropiación indebida por los terratenientes o “terracogientes“, lo cual genera la violencia desatada por el Estado desde hace 75 años (partido conservador/jerarquía católica), cuando se realizaban las primeras luchas agraristas (Chaparral. Tolima). En esos años ocurrió lo que se conoce, como, época de la violencia, que dejó 250 mil muertos en las zonas rurales y el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. Violencia predicada desde el púlpito (Obispo Builes).
Tenemos entonces que los agentes primarios de la guerra son los TERRATENIENTES Y EL ESTADO, defensor de la avaricia por la posesión de la tierra. En consecuencia, el Estado y los terratenientes (burguesía agraria), son los grandes victimarios del pueblo colombiano y los grandes culpables de la ruina y pobreza de las mayorías nacionales. Son ellos quienes deben pedir perdón y resarcir a las víctimas armadas (la guerrilla) y desarmadas (las mayorías nacionales). Las primeras víctimas de la guerra, son los campesinos que deben organizarse en guerrilla, por supervivencia y para salvar sus vidas.
En América Latina, como, en ninguna otra parte del mundo, las negociaciones de paz han resultado ser una trampa para desmovilizar al pueblo, apartarlo de la lucha y acentuar el brutal sistema de explotación. Los procesos de diálogo y la firma de acuerdos de paz, al contrario de lo que se publicita, han traído más sufrimiento para las mayorías nacionales. Han servido para imponer, acentuar el carácter militar y opresor del Estado auspiciador de los acuerdos de paz: El Salvador (1992), Perú (1993), Guatemala (1996), Venezuela (Constituyente 1999). En estos países, después de más de 15 o 20 años de los acuerdos de paz, ha crecido la pobreza extrema, la desocupación, y la violencia contra la población. La guerra contra la guerrilla se transformó en guerra contra la delincuencia que ha creado inseguridad y el torrente de desplazados hacia los Estados Unidos (indocumentados). Los Estados se han militarizado y las leyes sirven para proteger gobernantes corruptos y mafiosos. Los acuerdos de paz han resultado más eficaces, en la opresión de las mayorías, que la misma represión militar durante los años de la guerra. Si en el enfrentamiento armado el ejército perdió la guerra, por los acuerdos, salen triunfantes de la mesa de negociación.
En Colombia durante 60 años, el Estado oligárquico/ jerarquía católica/ latifundista y su ejército, han sido derrotados por la guerrilla. Con el Acuerdo de Paz, ahora los generales andan muy orondos pregonando haber derrotado la guerrilla. ¡Falso! Ante la imposibilidad de conseguirlo en las selvas y montañas de Colombia, renunciaron a la soberanía nacional y permitieron que un ejército extranjero instalara 9 bases militares en territorio colombiano. Además, aumentaron el pie de fuerza de 150 mil a 500 mil efectivos, lo cual cambia la relación (7 a 1 por 50 a 1). Pero la guerrilla, de igual manera, continuó derrotándolos. Entonces decretaron la pena de muerte contra la guerrilla y para ejecutarla, realizaron los criminales bombardeos aéreos contra zonas campesinas, y proclamaron el dominio del aire, claro, la guerrilla no tiene fuerza aérea. Si la tuviera, ahí, en el aire, también los habrían derrotado. Tan grande despliegue de poderío militar para derrotar una guerrilla, en la cual, el 40% de sus combatientes son mujeres; otro elevado porcentaje son jóvenes guerrilleros menores de 17 años, que luchan junto a los guerrilleros veteranos con veinte o más años en la guerra. ¿De qué se ufanan los generales? ¿De tener gran poderío militar y no utilizarlo para frenar la guerra y poner fin a la muerte de compatriotas que luchan en uno u otro bando? ¿De qué se ufanan los generales, de tener gran poderío militar y no haber podido vencer la guerrilla que, durante años, estuvo armada con escopetas de pistón, carabinas y revólveres, armamento reforzado con los fusiles que le arrebataban al ejército en los enfrentamientos, más las armas de fabricación casera? ¡Vergüenza es lo que deben sentir los generales del ejército más grande de Sudamérica y, en posesión de la tecnología militar de última generación que les proporciona Estados Unidos, por haber vendido la soberanía nacional (Plan Colombia, 10 mil millones de dólares).
La participación de Cuba y Venezuela, en el Acuerdo de paz, aparte de encubrir el aspecto turbio de estas negociaciones, sirve para confundir a la opinión pública haciendo creer que mediante la “pacificación” oficial se puede alcanzar la armonía y el bienestar de la población. ¡Falso!
Hugo Chávez siempre estuvo más cerca del presidente Uribe y de Juan Manuel Santos que de los guerrilleros colombianos. Era anticomunista. Desde el 2010 llegó a un acuerdo de cooperación en materia de inteligencia entre Colombia y Venezuela. Basta recordar a guerrilleros colombianos, heridos en combate, que solicitaron ayuda humanitaria, y fueron entregados. Los gobiernos anteriores, en atención a la neutralidad, brindaban ayuda humanitaria (DIH) tanto a las guerrillas liberales (1950), como a los guerrilleros de las FARC, ELN, EPL. Pero Chávez traicionó esa tradición y extraditó al periodista sueco/colombiano Joaquín Pérez Becerra, violando normas nacionales y del Derecho Internacional Humanitario (DIH). Tan inocente era el periodista, que el gobierno le dio la libertad. Para complementar la traición, Maduro mantuvo en prisión e incomunicado a, Julián Conrado, guerrillero y cantautor. La traición de Chávez fue reiterativa, al entregar a luchadores de ETA que tenían la protección acordada entre Felipe González y Carlos Andrés Pérez para permanecer en Venezuela.
La rebelión es un derecho establecido en:
La Constitución Nacional;
Acuerdo de Ginebra;
Declaración de las Naciones Unidas.
En consecuencia, los guerrilleros nos son delincuentes.
La paz sólo será posible si se liquidan las causas de la guerra: de una parte el latifundio; y de otra, la discriminación que el gobierno de la oligarquía/jerarquía católica/terrateniente, le impone a las mayorías nacionales. La paz no se consigue con perdón, impunidad, reparación, subjetivismos eufemísticos utilizados para tratar de invisibilizar las verdaderas causas de la guerra. Subjetivismos teológicos que no tienen nada que ver con las realidades de una sociedad sacudida por la pobreza y desigualdad, de raíces muy profundas. El perdón como el bien y el mal son conceptos teológicos insípidos. En la naturaleza nada es bueno ni nada es malo, todo es útil. El perdón no existe. Si el perdón fuera posible ¿Para qué Infierno?
Si el Estado colombiano es el victimario ¿Cumplirá con el Acuerdo de Paz o se repetirá la traición que ocurrió con los comuneros del Socorro (1781); con la Guerra de los mil días (1903); con las guerrillas liberales (1953); con la Unión Patriótica (1980); o con todos los acuerdos que firman los gobiernos y no cumplen? La paz está en la solución de las causas de la guerra. De no haber esa solución, una nueva chispa incendiará la pradera. ¡Y continuaremos en ascuas! Lo más seguro que ocurra, cambiar la guerra de liberación nacional por la guerra contra la delincuencia, como sucede en Centro América, donde los acuerdos de paz ¡Fracasaron!
[1] León Moraria, El difícil camino de la paz. Inédito.
Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que culminó en el estallido social conocido como el ?caracazo?. Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.[email protected]