Revista Cultura y Ocio

Paz y gloria – @Mous_Tache

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

La singularidad, cualidad que diferencia del resto, característica de lo único inherente a cada cosa y que nos distingue de la masa.

El olor del rocío sobre los campos de avena recientemente segados, el ladrido distante de algún perro pastoreando algún rebaño de ovejas junto a su dueño, la tregua ofrecida por un sol de agosto que había aparecido hacía unos instantes por el horizonte,… sensaciones que se agolpaban repentinamente evocando recuerdos de su adolescencia mientras caminaba en busca de aquella morera entre miles de encinas repartidas por los campos hasta donde la vista alcanzaba y bajo la que se sentaba a reflexionar años atrás sobre el sentido que su vida debería tomar en un futuro y que a priori no debería haber crecido allí. Singularidad.

Matemáticamente, el orden de los factores no altera el producto, pero la vida es filosofía y filosóficamente aplíquese el sólo sé que no sé nada, pues si había perseguido la gloria para conseguir la paz con desastroso resultado quizás había llegado el momento de buscar la paz y comprobar si realmente era importante la gloria.

Adrenalina y miedo. Primero el miedo, temor a no alcanzar las expectativas que los demás se han creado sobre ti, por mucho que los cientos de horas de ensayo te hubieran proporcionado la confianza necesaria para enfrentarte a recintos abarrotados de personas cada semana en ciudades distintas. Después la adrenalina. “Coje el mejor orgasmo que hayas tenido, multiplícalo por mil y ni siquiera andarás cerca”. ¿Transpoiting? ¿La heroína? No. Los gritos de la gente al empezar a oír por los amplificadores los atronadores acordes distorsionados que fluyen desde tus dedos a través de una guitarra.

¿Quién necesita heroína cuando tiene música? Aunque drogas hubo, y muchas,…y alcohol, y dinero, fama, camas y resacas. Y una sensación de vacío cada vez mayor, pero gloria.

Adrenalina y miedo, todas y cada una de las noches, menos esta.

Ha terminado la canción pero he seguido tocando. Un sólo eterno, han debido ser más de quince minutos ante la mirada atónita de mis compañeros en este viaje a los que cada día conozco menos. Desde los técnicos de luz y sonido hasta el mánager del grupo. Me he salido del guión. Ahora el miedo lo tienen ellos. Hay un engranaje de la máquina de hacer dinero que han construido que no funciona como se espera. El cantante intenta que pare dirigiéndose al público con una broma y después tocándome en el hombro. Me deshago de él con un ademán. El público grita más. ¿Es esto lo que queréis? Los acordes ya no tienen sentido. Los arpegios frente a los amplificadores han hecho que estos se acoplen y el chillido que emana de ellos es ensordecedor. Van a explotarme los tímpanos. Tomo la guitarra por la pala y la estrello contra el suelo rompiéndola en varios trozos. Se hace el silencio durante un segundo y luego… la gente se ha vuelto loca, grita más fuerte que nunca, se está rompiendo las manos a aplaudir, quieren más espectáculo y yo, me voy…

El mánager intenta que vuelva al escenario, me habla de contratos, de juicios, me increpa, me insulta. A las demandas futuras tendrá que añadir otra por el par de dientes que ha perdido tras mi puñetazo. Salgo por el backstage. Tomo un taxi mientras intento zafarme de algunos que me han reconocido y que tiran de mí en un intento por arañar instantes del tiempo de una persona que tienen idolatrada y que no soy yo. Gloria.

-¿A dónde vamos?

-Al principio.

Sentado bajo la morera vuelvo a tener diecisiete años. Se ha completado un bucle. La gloria no era el camino. Prueba y error. Experimento terminado.

La vuelta a mis orígenes me ha proporcionado la paz que no he tenido. Momento de reflexionar de nuevo hacia dónde encaminaré mis pasos.

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