Tenemos esta semana nuevamente que recomendarles leer a Juan Carlos Tafur y su Columns del Director, esta vez con el título de Gancho de Centro publicado en el Diario 16 donde analiza las posibilidades de captar votos entre los contendientes a la segunda vuelta, Ollanta Humala y Keiko Fujimori. Muy interesante:
Sin lugar a dudas la convocatoria de diversas personalidades democráticas y, muchas de ellas de clara moderación, efectuada por Ollanta Humala, lo ayuda a conquistar el centro.
Del lado del candidato de Gana Perú hay dos temores fundamentales (hablamos, por supuesto de los racionales, no de los pavores oligofrénicos de un sector de la población que ya se cree protagonista del Doctor Zhivago). Uno, vinculado, a su carácter autoritario. Otro, referido a la involución estatista que implicaría su programa económico.Sea porque se ha dado cuenta que insistir en su plan original era absurdo o porque ha sabido medir la realidad y darse cuenta que era políticamente inviable, lo cierto es que Humala ha decidido mostrarse como alguien que no alterará los cauces centrales ni del orden económico ni del político.
Está dando los pasos estratégicos correctos. Sabe que hay un sector ciudadano que, si bien quiere cambios sustantivos del modelo, no quiere que nos descarrilemos de lo que ha funcionado bien. A ese sector se está dirigiendo.
Keiko Fujimori la tiene más complicada. Al fujimorismo, en general, se le anteponen dos atingencias, la vinculada a su irrespeto democrático y lo referido a la laxitud moral del régimen de su padre, que ella reivindica como “el mejor de la historia”.
Si a Humala le resulta más fácil reclutar economistas ortodoxos o demócratas probados, a Keiko se le presenta bastante complicado llamar a sus filas a alguien identificado con la lucha anticorrupción o con la defensa de los valores democráticos.
Humala puede sentar a su lado a alguien como Óscar Dancourt, Luis Arias o Baldo Kresalja. Keiko necesitaría convocar a alguien de las características de una Beatriz Merino, Jorge Santistevan o Luis Vargas Valdivia, lo cual desde el saque se asoma como imposible.
Ayer, Humala presentaba a decenas de técnicos, artistas e intelectuales cuya identidad común es que no son radicales. Keiko solo atinó a ponerle al frente –en el juego de los gestos políticos-… a Kina Malpartida, quien para colmo, ¡declaró que no iba a votar por ella!
La batalla es por Lima, dicen algunos analistas. No creemos que sea geográfica la disputa, sino política. Y es el centro, el discurso de la moderación, el que determinará el triunfo. Y en ese sentido, esa batalla la viene ganando hasta ahora Humala. Más aún cuando a su mesura se le pone al frente una histeria vocinglera que el fujimorismo, dicho sea de paso, no exhibió en la primera vuelta y que más bien parece el endose del “movimiento ppkausa” (una de las iniciativas políticas más ridículas de la historia reciente del país y principal causante de la disyuntiva que hoy tenemos al frente).