La que hoy me ocupa es otra de mis lecturas veraniegas, una que duró poco entre mis manos. Hay títulos y portadas que son verlas y quererlas, eso fue lo que me pasó a mi con este libro, verlo fue quererlo y a los pocos días ya lo tenía en casa.
Hace tiempo era lectora de thrillers judiciales, casi todos escritos por John Grissam pero un buen día una de sus novelas se me atragantó de tal forma que la arrastré durante seis largos meses, por aquella época libro que empezaba, libro que sí o sí terminaba, de aquella lectura extraje dos conclusiones, que el mundo no se acaba por no terminar una novela si no te gusta, que hay demasiados pendientes como para perder el tiempo y se terminó mi idilio con el americano del que no me han quedado ganas de leer más thrillers.
Esa racha se terminó con los premios de Novela de Abogados de Martinez Roca, volví entonces a recuperar el gusto por el género, por eso Peaje de Libertad se presentaba como una perita en dulce, a su autora no la conocía demasiado pero si lo suficiente para saber que era una entendida en la materia y el tema podría dar mucho de sí, así que en cuanto pude le hice un hueco.
La autor@:Elisa Beni tras licenciarse en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra y cursar el Máster en Seguridad y de Defensa por la UNED, se especializó en comunicación política y judicial.
Fue directora de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y ha participado en programas como El gran debate (Tele 5), Las mañanas de Cuatro, Al rojo vivo (La Sexta) y El debate (CNN+).
Actualmente colabora en Mas vale tarde y La Sexta noche (La Sexta), Julia en la onda (Onda cero), y Más claro que el agua (13TV), Sin ir más lejos (ETB) y De buena Ley (T5). Ha sido también columnista de La Razón y Tiempo y actualmente lo es en eldiario.es
La podéis seguir en twitter: @elisabeni
Argumento:
Transgresora y ultrasofisticada, la juez Gabriela Aldama es una rara avis en los juzgados de Plaza de Castilla. Procedente de una acaudalada familia madrileña, Gabriela destaca entre sus colegas por su independencia y por hacer las cosas a su manera, precisamente las mismas razones que le han convertido en uno de los miembros más inclasificables y envidiados de la clase judicial.
Siempre en el punto de mira y permanentemente criticada, la juez se enfrenta a uno de los casos más complicados de su carrera: el asesinato de una pareja de desconocidos. Durante la investigación, Gaby tendrá que exponerse hasta el limite... y no solo profesionalmente...Una trama de mucha actualidad: La corrupción política
Al hilo de las noticias que saltan todos los días y que nos tienen un poco ya asqueados y acostumbrados, esta novela viene a poner de manifiesto los entresijos de los hilos que mueven la corrupción y que afecta a políticos, empresarios e incluso jueces, esto último de momento solo en la ficción, pero demos tiempo al tiempo.
La novela se vale de dos tramas, la investigación del asesinato de dos desconocidos que han aparecido en un descampado de Las Barranquillas y que pista a pista van desentrañando el inspector Lozano y la juez Aldama. Y la segunda trama parte de la tardanza en admisión a procedimiento de una demanda judicial contra la construcción de un macrocentro comercial, con intereses empresariales y políticos muy elevados, de nuevo la juez Aldama, ayudada por su amigo el Juez Barredo arriesga algo más que su carrera profesional por defender su independencia.
Estas dos tramas que en un principio parece que nada tienen en común, en un momento dado convergerán y todas las piezas encajaran como si de los engranajes de un enorme reloj suizo se tratara.
Las dos me han parecido interesantes, cada una de ellas refleja el funcionamiento del sistema judicial español del que la autora es una gran conocedora, cosa que agradece el lector. Elisa Beni mezcla realidad y ficción en su primer libro de ficción y ha puesto el listón muy alto. Sin embargo, puede que la trama de corrupción política, empresarial y judicial por todo lo que estemos viviendo llame la atención, aunque como ya he dicho espero se mantenga en el campo de la política y no pase al terreno jurídico aunque supongo que a veces es más que necesaria esta complicidad para que algunos proyectos vean la luz.
¡Ojalá hubieran más jueces como Aldama!
Con ello no quiero decir que el personaje de Gabriela me haya convencido al cien por cien, decía la autora en las entrevistas que ella quería poner de manifiesto la libertad de la juez, y ello la limitaba a la hora de crear el personaje, de ahí que Aldama se rica de cuna, y el dinero no coaccione su libertad, esa licencia puedo entenderla.
Pero de verdad era necesario para poner de manifiesto la libertad de la juez que esta sea una mujer cañón, guapa, escultural, altísima, y con gusto para vestir y combinar la ropa. Porque me concederán ustedes que riqueza y gusto en el vestir no siempre van de la mano. Creo que la autora hace demasiado hincapié en el físico de Gabriela, y para mi gusto no es necesario.
Gabriela levanta ampollas en el judicatura no por su físico si no por como dirige su Juzgado, por como se manifiesta, y porque es una piedra para los intereses de algún Magistrado y eso aunque fuera un cardo borriquero sería exactamente igual, eso sí no llevaría a la mitad de las togas masculinas de cabeza, y ni falta que hace.
Me ha gustado esa inquebrantable fe en la Justicia de la Juez, ese defender la ley a toda costa incluso cuando la vida corre peligro, y como humana que es una, flaquear sí, pensar en pagar ese peaje de libertad, pero al final mantenerse integra. Más jueces, abogados, fiscales, miembros de la judicatura en general debería haber como ella, porque otro gallo nos cantaría y tendríamos más fe en el sistema judicial.
Me lo he pasado como una enana con los entresijos del sistema judicial español, con las zancadillas entre jueces, con sus celos y sus rencillas, que al menos son muy verosímiles. A ello puede que contribuya el lenguaje que utiliza la autora, que no huye de los tecnicismos propios del oficio, que nos mete de lleno en el trabajo de la juez y de su secretario.
Pero que no cunda el pánico entre los profanos en la materia, yo no soy abogada y mucho menos juez, soy periodista pero nunca me especialice en noticias judiciales, quizá porque poco futuro tenía aquí donde vivo, y a pesar de todo he seguido bien la novela, no me ha hecho falta buscar ningún termino y no se me ha quedado ningún concepto a medio entender. A pesar de los tecnicismos el lenguaje que usa Elisa Beni es ágil, dinámico, yo he disfrutado con esas partes más técnicas, como lo hago con una buena descripción de una autopsia y no soy médico forense.
Y me ratifico en que más jueces como Aldama harían falta para echarle narices al asunto, para enfrentarse a los intereses económicos creados por unos pocos, porque a la vista de las últimas noticias que nos llegan, la justicia no es igual para todos, hay ciudadanos de primera, y hasta de cuarta, y el corrupto al final sigue quedando impune.
Ser mujer significa trabajar el doble para no pagar ese peaje de libertad...
Aldama no es el único personaje femenino fuerte de esta novela, aunque si que es el único presente. Si nos olvidamos de la trama de corruptela y retomamos el asesinato, hablamos de unos cadáveres desconocidos, un hombre y una mujer de distinta condición social. Me gusta la forma como se llega a esas conclusiones, nada les identifica y ninguna pista marca el camino.
Nadie ha denunciado su desaparición, van indocumentados, y su pista se pierde en un descampado marginal, foco de drogadicción, las barranquillas. El modo en que de la nada van creando pistas, y poco a poco van dando con la identidad de los desconocidos me ha parecido magistral, la forma de involucrarse de la juez Aldama en un caso que podría quedar fuera de su competencia me ha dejado a veces sin respiración.
Pero lo que más me ha llegado es la historia que hay detrás de la mujer asesinada, una mujer valiente, que desafía todas los convencionalismos de su país y al final paga con su vida la ansiada libertad que a penas ha disfrutado.
Pero merece la pena que vosotros paso a paso sigáis la investigación y lleguéis hasta la historia de una desconocida que termina sus días de la forma menos agradable posible.
Otros personajes:
Y si el personaje femenino principal es Gabriela, a su alrededor todo un elenco de personajes masculinos marcan el contrapunto.
Ismael Barredo: Amigo de Gabriela desde la universidad, un juez tan integro como ella, pero que le gusta poco estar en el foco del conflicto, a pesar de todo cuando Gaby se lanza en plancha el la secunda.
Lozano: inspector de policía asignado al caso de los cadáveres desconocidos, se siente atraído por la juez y pone de su parte todo lo posible para que el caso avance y poder de esa manera poner al corriente a su señoría.
Bernardo Vergara: Juez de un juzgado de provincias, colabora con Aldama cuando las investigaciones la sacan de su jurisprudencia. Un hombre mayor que muestra tanta integridad como la propia Gabriela, porque no nos engañemos, no todas las manzanas están podridas en el cesto.
Roberto Maseda: Abogado defensor de los afectados por la construcción del macrocentro, todas sus actuaciones no son impecables, como tampoco son las de Gaby y Barredo.
No son todos los que son, pero si todos los que a mi me parecen importantes sin desvelar nada de la trama, y es que es un libro para descubrir, para saborear y para empaparte de como funciona la Justicia en España si eres neófita en el tema, como lo soy yo.
Y después que...
La autora cierra los casos pero deja un final para mi gusto muy abierto, un final que puede permitir soñar con una continuación, o quizás solo sea consecuencia de la poca seguridad de la juez en el terreno que pisa, puesto que Aldama tan segura de si misma profesionalmente no pisa con igual fuerza en el campo de las relaciones sociales y amorosas.
La novela me ha convencido tanto que si es un recurso para dejar la puerta abierta a mas andanzas de esta peculiar juez, bienvenida sea, porque me he convertido en una incondicional de esta mujer, aunque le rogaría a la autora que no nos restriegue tanto la condición social de Gabriela ni su físico de infarto, que con una sola vez nos basta.
Conclusión:
Nos encontramos ante un thriller judicial con tintes negros, ágil, dinámico, que no obvia los tecnicismos propios de la profesión y que realiza una radiografía de la vida judicial de España. Una novela con una protagonista fuerte, que no se arredra ante nada, que pone los puntos sobre las ies tanto en su vida personal como en la profesional. Y otra omnisciente que pone de manifiesto la lucha de muchas mujeres en el mundo por ganarse esa cuota de libertad que puede costarles incluso la vida.
Merece la pena embarcarse en esta historia, al menos yo hasta que la realidad me despertó de un mazazo con todo lo que nos está cayendo encima, pensé que otra Justicia era posible con más jueces como Aldama.
Retos:
25 españoles
cruce de caminos negro y criminal