La Nochebuena y la Navidad tienen a mi alrededor un envoltorio de luces de árbol y el olor del cesto de mimbre lleno de polvorones y mantecados; el brillo metalizado de la bandeja de dulces y almendras de mi vecina, el confeti dorado sobre la mesa y el azúcar cristalizado de las frutas glaseadas. Me suenan estos días a comidas familiares desempolvadas -con su punto de obligatoriamente felices- y peces en el río.
Queridos amigos, si es cierto que han sido felices estos días -por el motivo que sea-, les deseo que esa sensación se mantenga y exteriorice unas horas más.