"Aprender a montar en bici es mucho más fácil, cuando se es niño", dicen. Y es cierto, porque en la infancia absorbemos bastante rápido gran cantidad de información y de manera muy natural. Además, en esta etapa, las caídas son parte del diario vivir y no hay miedo a lastimarse las rodillas, por lo que aprendemos rápidamente a saltar charcos y a correr en todo tipo de terrenos. Pero lo más enriquecedor de la infancia, es el no tener miedo al ridículo y la gran mayoría de los niños cercanos, tanto amigos de la escuela o del barrio están en el mismo proceso, así que el aprender se transforma en algo mágico para todos.
Es aquí cuando la bicicleta se convierte en uno de los regalos más solicitados por los niños, ya sea para Navidad, Reyes Magos, o Cumpleaños. También es el trofeo elegido por muchos padres para "premiar" a sus hijos por las buenas notas del colegio.
Sea como sea que llegue, una vez instalada la bici en casa, no faltarán las caídas. Aprender a usarla no es fácil, se requiere tiempo y mucha paciencia. Quizá por eso para algunos padres, la idea de bicicleta e hijos puede parecer una real historia de ciencia ficción.
No los cohíbas, a los chicos les encanta el aire libre y estar cerca de la naturaleza, dales la oportunidad de vivir esa maravillosa experiencia. Imagina que mientras pedaleas, tu hijo va sentado detrás tuyo, en su propia silla y que en vez de estar viendo televisión, o con los video-juegos, escuchas su risa de satisfacción y esos locos gritos de alegría a lo largo de todo el camino. Si, lindo, pero el gozo no es eterno, ten presente que el tiempo se pasa tan rápido, que pestañeas y ya el chiquito que llevabas atrás en su sillita, ocupa un remolque. ¡Se creció, y pronto pedirá su propia bicicleta!.
Anímate, integrar chicos y pedaleo no es tan difícil, con los elementos adecuados, llegarán juntos a todas partes. Tal vez sigas pensando que es imposible, pero cambia el paradigma y conviértelo en un baúl de historias positivas. Inventa planes como ir al supermercado en bicicleta, deslígalo de la rutina, y lleva a tus hijos, ¡será toda una aventura!. También prueba llevarlos al jardín en bici, al colegio, o intenta hacer un picnic en el parque, en la playa, o en cualquier lugar bonito y divertido.
En un futuro, el esfuerzo realizado y las experiencias aprendidas pedaleando juntos, darán sus frutos. Es una siembra que florecerá cuando un maravilloso día te des cuenta de que ahora, mientras vas pedaleando detrás de tu hijo, charlando sobre sus experiencias en el colegio, algo te desconecta de la conversación y recuerdas todo el esfuerzo de los últimos años, cuando tirabas ese pesado remolque cuesta arriba y parando cada dos minutos. Ese día te darás cuenta que el esfuerzo valió la pena después de todo, porque ya ¡la siembra floreció!