La marcha nudista ciclo-nudista del sábado pasado pretendió ser un reto contra la velocidad, la prepotencia, los “malos humos”, y la violencia. Desnudos por las calles de España –se celebraron en A Coruña, Barcelona, Granada, Madrid, Valladolid, Valencia y Zaragoza–, los ciclistas reivindicaron la bici como medio de transporte más sostenible, más limpio y más sano, y convirtieron la desobediencia en una protesta ejemplar.
Denunciaron que sus calles, que son también las calles de toda España, han sido secuestradas por el coche privado que colapsa las ciudades, degenerándolas en lugares hostiles y peligrosos. Fue una llamada de atención al coche que mata y a su impunidad. “Demasiados intereses de multinacionales belicistas del petróleo y del automóvil –denunciaron los manifestantes, están en juego si esto se cuestiona. Proponemos un modelo de ciudad donde las personas recuperen su espacio, donde se reduzcan las necesidades de desplazamiento y se apueste por el peatón (que somos todos) y demandamos por los medios de transporte menos contaminantes y más eficaces”.
Pero ¿por qué desnudos –se preguntaron muchos ciudadanos ante la Séptima Manifestación Ciclo-nudista Mundial? “Porque nos sentimos desnudos ante el tráfico por la falta de respeto de los conductores y la desidia de los gobernantes –responden ellos, conscientes de que el nudismo es libre en cualquier espacio público y no requiere de ninguna autorización–.
Con la desnudez hicieron visible la fragilidad de nuestras “carrocerías” (nuestro propio cuerpo). Además, la mostraron con naturalidad, rompiendo el pudor, desmontando tabúes impuestos por la moda y la avaricia de la industria transnacional textil. En definitiva, se enfrentamos al tráfico urbano con el cuerpo desnudo sobre la bicicleta “como la mejor forma de defender nuestra dignidad y de vivir la lucha social”, y denunciaron que nuestras calles han sido secuestradas por el coche privado que colapsa las ciudades.