¡Que llega el frío! Sí, pero cada año llega un poco menos. En el mercado aparecen cada vez más prendas dirigidas a protegernos de un vendaval, de una chaparrón que mezclado con viento hace del ciclismo un deporte para sufridores, de una ventisca y de lo que sea.
No se rinda: la temida sensación térmica no solo se basa en la temperatura exterior, sino en otros factores tales como la velocidad del viento, el grado de humedad del aire o la presencia de luz solar directa. Y en el estado corporal de uno mismo. Por otro lado, si contenemos la sudoración evitaremos sentirnos más húmedos, especialmente en las horribles bajadas con viento de cara tras una subida en la que hayamos podido manejarnos a gusto a pesar del frío. Hay que buscar el equilibrio, porque no tendremos un coche de equipo detrás para suministrarnos equipación, como sucede con el pelotón profesional.
La ropa interior ha de ajustarse lo máximo posible al cuerpo, especialmente si vamos con camisa interior, siendo recomendable el uso de polipropileno o fibra seca que no aflore el calor corporal hacia el exterior (sudor). En casos extremos, podemos recurrir a la lycra u otros tejidos elásticos térmicos. Lo mismo con los calzones, calcetines, bragas polares e incluso guantes. La ropa que tiene un contacto directo con la piel juega un papel primordial en la conservación de la temperatura. La lana, por ejemplo, es una mala compañera, porque aunque su tacto es muy confortable tiende a absorber más agua que las fibras sintéticas haciendo que la humedad prolifere de manera más elevada.
Maillots, culotes, mallas…
Hay quienes prefieren pedalear con mallas en cuanto asoman los primeros rasgos del frío, pero también hay quienes aguantan con culote aun con temperaturas extremas. No es mala elección: los culotes de Lycra gozan de una buenísima elasticidad, una solución ergonómica y protectora. También los de algodón, poliéster, propileno…
Hay muchísimas combinaciones que dan lugar a prendas térmicas adecuadas. Las mallas, sin embargo, son un buen sustituto para frioleros ya que suelen ser del mismo material aunque un poco más largas.
¿Y qué decir del maillot? Los tejidos polares están a la última, pudiéndose acoplar un manguito –manga larga- para estar menos expuesto a las inclemencias meteorológicas. Busque el maillot adecuado para el invierno, pero no salga sin maillot a meterse kilómetros como un condenado.
Por cierto, si llevas polipreno y haces cima y no tienes prisa, antes de iniciar la bajada puedes quitarse rápidamente el maillot y dejarlo secar. Apenas tardará más de cinco minutos, en lo que bebes un poco e ingierse una barrita de gel. No está de mal acompañar el maillot con un cortavientos, a ser posible ligero pero contundente.
El casco, las gafas, todos cubren puntos vitales cuyo incorrecto aislamiento puede significar una tortura para el esforzado de la ruta. Unas buenas gafas no solo protegen del sol o de los rayos ultravioletas, sino de las rachas huracanadas de aire o ventisca sobre nuestra cara. Que los esquiadores las lleven debería bastar como ejemplo.
El casco no solo protege, sino que puede abrigar si se aísla convenientemente. Si no, el aire frío penetrará por las rendijas. Con almohadillas, gomaespuma, una cinta aislante y un poco de imaginación, pueden salir muchas buenas ideas. Otra opción es adquirir uno de esos cascos que ahora están tan a la moda, sin apenas rendijas por las que filtre el aire. Ciclistas del Katusha como Luca Paolini se han subido al tren, así que el casco completo no debe de presentar demasiado problemas para con el aerodinamismo que agradece todo aficionado a la bici.