En el caso de la niña embarazada de seis meses violada supuestamente cuando tenía once años por el novio treintañero de su madre, se discute si deberían permitirle abortar, aunque ella no corre peligro y el feto es viable y sano.
La ley dice no, pero sólo porque esta situación no está prevista. Los legisladores no creían que en España se darían casos como el de esta niña ecuatoriana residente en Orihuela, Alicante. Tampoco se pensó en los gitanos centroeuropeos, entre los que abundan situaciones parecidas.
Los zapateristas y nacionalistas que a cambio de poder y dinero produjeron las últimas leyes de ingeniería social son gente poco estudiosa y viajera. Ignoran absolutamente los patrones conductuales de los quizás siete millones de inmigrantes que hay hoy en España.
Aunque la mayoría presente conductas homologables a las de las de una sociedad ilustrada, existen numerosos grupos a los que se les toleran pautas salvajes en nombre del multiculturalismo y de la Alianza de las Civilizaciones creada por los ayatolás en Irán y copiada por Zapatero.
Este caso ocurrió dentro de una pequeña sociedad ecuatoriana. En las zonas más atrasadas de su país, y de otros muchos, las relaciones sexuales entre niños, y de adultos con niños, son comunes, al margen de las violaciones.
Sus autoridades nacionales tratan de reconducir esas “culturas”, pero siempre aparecen oponiéndose los multiculturalistas del mundo más avanzado para defenderlas. Exigen mantener la peculiaridad etnológica del “buen salvaje”.
Curiosamente, entre estos “antropólogos” se dan con sorprendenta abundancia los pervertidos: hay muchos “sabios” que aprovechan los hábitos bárbaros de otras culturas para su propio placer.
Actualmente Rubalcaba e Interior callan, respetando la Alianza zapatera, los crecientes matrimonios infantiles islámicos en España que consagran, como Mahoma, la violación y esclavitud sexual de niñas de nueve años.
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SALAS sigue a lo suyo, analizando la actualidad. Así ve el ascenso del comisario de los Tedax del 11M.
Esta, cree el cronista, es una jubilada, pero que muy bellaca, que reacciona mal cuando Zapatero le muestra que no le ha reducido su pensión ni las prestaciones sociales.