Revista Ciencia

Pediatra de primaria, pediatra de hospital

Por Pediatrahumanista
A raíz de los últimos comentarios en el blog inicio esta entrada.
Como habréis podido notar los más avispados, tras el encabezamiento del blog ya no pone reflexiones de un joven pediatra, sino que desde hace ya un tiempo pone simple y llanamente "reflexiones de un pediatra". Y es que parece mentira pero uno va teniendo añitos y se empieza a sentir tan osado de poder dar consejos por la vida vivida (perdonad las redundancias e incorrecciones, pero tras las vacaciones mi cerebro está empezando a entrar en calor...)
Quería empezar este curso con una entrada donde os resumiera mis vacaciones, pero sería demasiado tostón (ojo: para vosotros y para mí). Y como ya he dicho, antes de irme de vacaciones leí un comentario de Anónimo (es el tío que más ha comentado en mi blog, también en el de casos clínicos) que me dejó pensativo.
Este verano he visto una película (ya os he contado un poco de mi veraneo) donde el protagonista dice al final algo así como: "soy el dueño de mi destino, capitán de mi alma" (sí, os he contado el final, pero como no he dicho de qué película se trata creo que eso "sí se vale").
Cuando uno empieza la vida laboral del médico puede tener la sensación de que es demasiado esfuerzo el que se hace para acabar diciendo que todo es un virus, que si un poquito de reposo y antiinflamatorios, que si habrá que vigilar la evolución.
Pero es que gracias a Dios la patología no es tan variopinta que nos permita vivir un capítulo de House cada día de nuestra vida.
Por eso el secreto de la felicidad en nuestra profesión (como el de todas) es estar contento con lo que uno hace. Y para eso tenemos que buscar nuestro queso.
Una reflexión muy tonta que ya he hecho, creo, alguna vez: estuve rotando en un prestigioso hospital de Neonatología en Miami. Roté con una doctora que tenía una situación que podría parecer envidiable: "neonatóloga de pro de un gran hospital". Pues bien, me pareció una persona más bien infeliz.
He conocido a médicos muy bien situados profesionalmente que no parecen felices (nunca sabe uno si realmente lo son). Y médicos en una situación humilde que disfrutaban de su trabajo.
Si estás en atención primaria y te parece que no es lo tuyo hay que huir. Creo que la privada es una buena opción para probar otro tipo de medicina.
Los médicos, en general, somos muy catetos ya desde muy al principio: si alguien se apunta a cursos de doctorado nosotros nos apuntamos a cursos de doctorado, si vemos que otro publica mucho nosotros queremos publicar mucho. Y eso desde los comienzos: si uno bordea el músculo esplenio en verde nosotros lo bordeamos en verde.
El pediatra tipo de hoy día quiere, cuando termina la residencia, quedarse a trabajar en el mismo hospital en el que se formó (público, por supuesto) ejerciendo su especialidad.
Y yo en su día me fui a primaria, porque los residentes que me antecedieron cuando terminaban iban a primaria.
Me estoy alargando y no he contado ni la mitad de lo que quería decir. Así que intentaré resumir.
La atención primaria tiene una parte muy gratificante. Hace no mucho oía un podcast de un pediatra de atención primaria que te dejaba pasmado ante sus conocimientos. El pediatra de atención primaria sabrá descubrir entre un millón de visitas, cuál es aquella que realmente requiere atención, cuál requiere una derivación adecuada, cuál sólo psicopediatroterapia, etc.
¿Ves muchos pacientes? Más opción de que veas patología interesante. ¿Ves pocos? Mayor calidad podrás darle. ¿Quieres estímulos? Haz guardias en un hospital terciario, crea un blog de casos clínicos, haz una página web de bibliografías en pediatría, crea el primer foro pediátrico de calidad en español, crea el primer podcast por un pediatra español, crea el primer rincón del residente de pediatría cibernético, donde haya sesiones semanales, resuelvas dudas, ayudes a casos difíciles. ¿Te falta tiempo? Sobre eso ya hemos hablado en otra ocasión: nunca falta tiempo para lo que uno quiere.
¿Qué he descubierto yo en el hospital? Que con mayor frecuencia se ven casos clínicos más interesantes. Que tienes compañeros que "controlan mazo" a quien siempre acudir cuando tienes dudas. Que puedes crearte tu terreno donde "superespecializarte". Pero también que haces más guardias que un tonto.
¿El estado ideal? No existe. Depende de nosotros.
Y aquí lo dejo, sin más, que empieza a atufar esta entrada a blog de autoayuda.

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