Revista Cultura y Ocio

Pedir permiso antes que pedir perdón

Publicado el 14 agosto 2013 por Katto @JesusMuCa
Hoy, nada más ver mi muro Facebook, me encuentro con una decepcionante sorpresa: La carta de una joven periodista que fue acosada y humillada, junto a su padre, por un grupo de energúmenos en la plaza de toros de Herrera del Duque por tener un gesto con un torero que, tales energúmenos, no entendieron (Periodista humillada por la afición de Herrera del Duque).
Comenzando por esto, nunca he logrado entender por qué una persona debe increpar a otra por hacer algo totalmente lícito y sano. Y menos aun si es una persona ignorante que no comprende lo que está pasando a su alrededor y tan sólo se limita a gritar lo que la muchedumbre grita. Cual ovejas, estas personas sin cultura ni moral, son capaces de seguir al rebaño hasta un barranco y despecharse sin tratar de cuestionarse nada. Sin llegar a preguntarse, como siempre ocurre, si pueden estar hiriendo a otra persona.
Sinceramente, esta actitud me provoca vergüenza ajena y asco hacia nuestra sociedad. Debemos ser más tolerantes y mirar dos veces antes de lanzar la piedra. Tratemos de ser conscientes y pensar en que esa persona podría ser alguien cercano a nosotros, y que por supuesto, no nos gustaría que fuera tratada así. Pero ante todo, debemos pensar que es un semejante al que estamos dañando y que es muy probable que no merezca tal trato.
A tal carta, la cual creo que todo herrereño debería leer para saber cómo se nos puede llegar a ver desde fuera, le llega la contestación del alcalde de Herrera del Duque, Don Saturnino Alcázar. El alcalde, ante todo, pide disculpas a la joven y le ruega que no se lleve una imagen, equivocada, de las gentes de Herrera. Lo cual es lógico. También trata de hacer de abogado de causas perdidas, explicando un gesto que tuvo el respetable con el torero en cuestión.
En primer lugar, defiendo lo que dice el alcalde. Un grupo de personas, si así se les puede llamar, maleducadas y salvajes no representa, ni mucho menos, a todos los habitantes de Herrera del Duque. No puede, por que es imposible. En esa plaza, esa tarde, había gente de muchos pueblos de la zona e incluso de poblaciones más lejanas. Ciertamente la inmensa mayoría serían herrereños, pero estoy bien seguro de que muchos de los que maltrataron a esta joven y a su padre, no son de Herrera ni viven en Herrera. Por lo que no se puede generalizar, ya que esta chica incluye en el mismo saco a personas que no tienen nada que ver con esas otras, ensuciando la imagen de todo un pueblo y sus habitantes.
Por otro lado, el alcalde podría haber evitado tener que pedir disculpas si antes, mientras ocurría este desafortunado hecho, las autoridades hubiesen actuado para poner orden, evitando así, que este grupo de personajes haya atentado contra la libertad de expresión de esta periodista, contra su mismo honor. Y es que esto se puede considerar maltrato y vejación. Acoso en toda regla.
En parte hablo un poco a ciegas, pero tras leer la carta y haber preguntado a algunas de las personas que fueron testigo de este mal gesto, debo reconocer que la joven lo debió pasar mal y que su carta está totalmente justificada.
Decirle a esta joven que, como bien apunta el alcalde en su carta, no todos los herrereños somos así. En Herrera hay de todo, como en botica, pero abunda la gente buena y hospitalaria. De igual modo, la invito a que vuelva y se relacione con las gentes de este pueblo para sacar una conclusión más cercana a la realidad. Añadir que me produce repugnancia este tipo de acciones y que deberían ser condenadas y denunciadas por todos. No podemos permitir que en la sociedad actual pasen cosas como estas, seamos personas civilizadas y cabales. Seamos, ante todo, tolerantes.
Al alcalde sólo puedo decir que ha actuado bien después de que sucediera todo, pero habría actuado mejor evitando que sucediera. Y si, se podría haber evitado. Todos lo sabemos. Siempre he oído que se debe sanar la herida antes de hacérsela. ¿Cómo? Procurando no hacerse la herida.
En fin, esperemos que este tipo de actos no se vuelvan a dar y que el alcalde de turno no tenga que volver a contestar a cartas semejantes. Nadie quiere que se dañe su imagen y eso, sólo nosotros mismo podemos conseguirlo.

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