Revista Poesía

Pedro andreu

Por Acalvogalan

PEDRO ANDREUMencionado por: RaúlSánchezApeRotoma
Menciona a:RaúlSánchezJorge M. MolineroJavierCánavesMayte AlboresKarmeloC. IribarrenBataniaLuisAlberto de CuencaAna Pérez CañamaresAntonio RigoJoan MargaritJosé Vidal ValicourtMarwanManuel VilasAnnalisa Marí PegrumLauraCasielles
Bio-biblografía
Pedro Andreu (Palma, 1976) es autor de cuatro poemarios: Partida entre canallas (XII Premio Nacional de Poesía Blas de Otero, colección Julio Nombela, Asociación de Escritores y Artistas Españoles. Madrid, 2001), Anatomía de un ángel hembra (Casabierta-ed. Palma, 2008), A Quemarropa (Casabierta-ed. Palma, 2010, bajo el pseudónimo de Travis Ortega) y El frío (VII Premio Café Mòn. Sloper, 2010). Ha colaborado con relatos, poemas y reseñas literarias, entre otras, en las revistas Les màquines de Leonardo, El arte de marear, La hamaca de Lona y Alhucema. También ha sido incluido en las antologías La casa del poeta (Sloper. Palma, 2007), Trentacuentos (Casabierta-ed. Palma, 2008), 20 años del premio Blas de Otero (Colección Julio Nombela. Madrid, 2009) y El Último Jueves: 15 años de poesía on the road (Calima Ediciones. Palma, 2011). El año pasado publicó su primera novela: El secadero de iguanas (Portal Editions. Vitoria, 2011). Recientemente se ha reeditado toda su obra en formato electrónico. Hoy en noche se gana los panes en un albergue de acogida y promoción sociolaboral, pero tiene sombra de juglar en paro.
Poemas
Letra a letra  
Perdona si mi voz no es la que era,   si en mi cuarto hay ese olora plácida violencia tras el llanto, si tengo canasy por fin me asalta la resaca tras la fiestacon su cuchillo hiriente y melancólico,si aún llega fin de mes a noche trece, si la ducha sigue estropeada,si no he ganado nunca el Jaime Gil de Biedmani aprendí a bailar tangos ni manejoautomóviles caros como la madrugada...Perdóname también si no me corto un peloni trabajo ni duermo ni dejo de llamarteni sé pedir perdón como dios mandasin reírme en la madre que parió a este planeta.
Perdona —conejito de miel, hembra de otros,bichito de la luz en mi pasado,memoria ardida en cueros, perfume de corazón burdel—, tantas palabras putasque te dije.Perdóname... si me voy olvidando de tu cara,si dibujé tu nombre en nuestro patiocon un palo y oriné sobre él hasta borrarte el alma, letra a letra.

(De El frío, Sloper, 2010)


Me perderé despacioen tus rincones, en el precisohoyuelo de tu risa,en las comisuras de tus ojos—perdón, quise decir tu boca—.A veces me confundo:es tan compleja y ricatoda tu anatomía.Olvidarme del tedio,del mundo ardidoque dicen que rompimos,pero que destrozaron otros.Dejar plantado mi trabajo,escupir a mi jefe lo que piensode los Servicios Sociales,desconducir mi cochecincuenta y dos kilómetroshasta la calle donde te tiene esclavauna oficina, gritarle bastaa los teléfonos, romper la cremallerade los meses iguales,setenta y tres centímetrosde espalda y de deseo: saberte vivaal fin, libre como internet,como los yayoflautaso las plantas que crecensalvajes en las tejas.Fundar mi patria, la tuya,nuestra tierra en dos metros de cama.Acariciar palabras boca a boca.Hasta que nada duela tanto.Hasta que tanto duela nada.Hasta que el mundo finjaque nos quiere y se digne —por fin— a ser feliz.
(Poema inédito)
Segunda nana
   A papá: los domingos, sin ti, son otra cosa
-------------------------------------------------------------[Madrugada del 23 al 24 de noviembre]La carretera mojada. Nuestro cocheque quema la calzada como una yegua triste.Y atrás, a nuestra espalda, es ya Palma de Naranja, Palma Negra.Los campos se acobardan debajo de la lluviay el mundo se nos viste de nana de The Cure.Almendros y algarrobos asustadoscorriendo a nuestro lado, bajo el agua.La madrugada en pánico. Cinco hermanosa bordo de este coche borracho de dolor.Atravesamos el camino de grava donde mi hermana atropelló a una perra, hace más de diez años. La verja de nuestra casa abierta. Una ambulancia. Las sirenas —azul de pesadilla— de un patrullero de la policía local.Una madre llorando en el salón de casa—nuestra madre—donde aún nos juntábamos todas las navidades.Nuestro padre sin vida en su cama de siempre,roto como el motor de un ciento veintisiete.Vértigo de oírlo todo como de demasiado lejos,la lentitud de dieciséis cafés en una sola noche.Trabajadores de la funeraria con guantes de látexy ayudarles a llevar el ataúd bajo la lluvia hasta una furgoneta.Mamá de un lado al otro de la casa,como una marioneta bajo efectos del válium.Qué manera tenían las palabras de llenarsede líquida torpeza, de pudrirse despacioen  nuestras bocas. A mis hermanas la menstruación se les cortó de golpe en las entrañas.El último cigarro de papá me mirabadesde aquel cenicero. La última cerilla que sus ojos pudieron ver raspar y arder en el planeta Tierra. Su cama ya deshecha para siempre. Tenía el corazón tan grande que, al detenerse, se vació del frío que ha invadido la casa.------------------------------------------------------------------------------------------[24 de noviembre]Luego, al día siguiente, el velatorio—y allí mi padre con un paquete de Récord en las manos—y familiares lejanos que se nos acercaban a arañar todavía un poco más nuestro dolor de carne con nombre y apellidos.-----------------------------------------------------------------------------[Mediodía, 25 de noviembre]Y al fin incinerarlo, aquel último paquete de tabaco entre sus manos,que perdieron el tacto.Sesenta y ocho años han cabidoen una urna negra.-------------------------------------------------------[Atardecer bajo una higuera, 26 de noviembre]Debajo de una higuera,cinco hermanos, sus parejas,una mujer –nuestra madre—, diez nietos, un puñado de amigos y la tarde agazapada encima de los campos.De Dios no había rastro, pues papá era ateoy nadie lo invitó. Cavamos media hora. Plantamos a mi padre, regresamossus restos a la tierra, para que fueran barro.Lanzamos unas rosas y claveles. Dijeron a los niños que ahí había que enterrar tesoros de su abueloporque se había ido a una estrella infinita.Así que una de mis sobrinas le escribió una cartay la dejó caer.Otra le compró un paquete de cigarrillos negros,y lo dejó caer. Un tercero, entre lágrimas,reunió sus cromos del Atleti—era el club de papá—,y los dejó caer.Los nietos más pequeños pintaron unos foliosy los dejaron caer.Mi hermano sacó de un bolsillo de su chupaun libro que le habían publicadoy lo dejó caer.Después echamos, uno tras otro,una pala de tierra, hasta tapar el foso.Y abrimos un paquete de tabaco y fumamos un último cigarro de la marcade papá, y si cerrabas ojos se le podía oler.Entonces Venus brilló en el cielo y mi sobrino de tres años dijo:¡La estrella del abuelo!¿Podemos ir a verlo en autobús? -------------------------------------------------------------------[Ya ha anochecido, 26 de noviembre]Así que hoy no me habléis de todas esas cosas tristesque a veces es la vida, ni de papá tan muertocomo una olla de barro crujida a la mitadni de estas plumas negras que nos dejó su ángel.Nos enseñó a gozar de las cosas sencillas, cotidianas, del placer escondido en cada gesto.Y hoy lo hemos sembrado debajo de la higueraque él mismo había plantado hace más de treinta años.Y hemos hecho paella en el fuego de leñay nos hemos sentado a la mesa de piedra,como cada semana. Pero falta una silla.Ya siempre nos faltará una silla a la mesa los domingos.Hemos plantado la vida de mi padre debajo de su higuera.He heredado un jersey. Lo llevo puesto para escribir este poema.Lo he mojado de lágrimas. Pero no importa.Lo difícil será volver a nuestro campo y saberque no aparecerás en bata a recibirnos.Quisiste regalarnos las ganas de vivir, sencillamente eso,pero no quedan fuerzas... Cuánto cuesta borrarte de la vida,aunque ella te haya borrado a ti ya y continúe girando a nuestro alrededor el mundo, como si nada hubiera sucedido anoche.Cuesta tanto aceptar que no crujiera el eje del planetaa las doce y catorce de ayer noche, cuando llegó la nada a tocar a tu puertay a llenar de basura las próximas semanas de nosotros.
(De Anatomía de un ángel hembra, Casabierta-ed, 2008)

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