Numerosos militantes del PSOE durante el franquismo que lo abandonaron cuando empezó a aceptar algunas corrupciones, pero que esperaban su regeneración, temen que no viva mucho más de sus 138 años actuales.
Responsables de su decadencia hay muchos, algunos externos impulsados por los cambios en la economía mundial, pero también internos, sobre todo por la su confusión ideológica en estos tiempos nuevos.
Pero también, desde 2000, por haberse entregado a dos atolondrados, Zapatero y Pedro Sánchez, éste último destituido que vuelve para matar definitivamente el partido, pero también al país.
El Partido Socialista Obrero Español vivió su mejor etapa con la evolución ideológica impulsada por Felipe González a partir de 1974, que siguió la línea socialdemócrata de los socialismos europeos.
El PSOE, que nunca fue exclusivamente obrero, pese a la sigla, porque a él se unieron otras fuerzas, estaba orgulloso de ser de todos los españoles, iguales en su conjunto.
Iguales en derechos y deberes, aunque aceptó en la Constitución de 1978 diferencias fiscales y políticas para el País Vasco y Navarra.
Otras autonomías quisieron seguir ese camino diferente, que hasta hace poco exigía la independencia aprovechando el rebufo del terrorismo etarra.
Durante los últimos cinco años se han unido crecientemente al segregacionismo los independentistas catalanes, que preparan un golpe de Estado parlamentario.
Para facilitarlo prometen apoyar a Pedro Sánchez para gobernar el país que quieren destruir, si es que vuelve a liderar el PSOE con su hermano socialnacionalista, el PSC.
Y Sánchez el del NoNo-IX a un gobierno de Mariano Rajoy constitucionalista que desea mantener la E orgullo del PSOE, propone aliarse con separatistas y con los podemitas de Chávez y Maduro.
Podría matar el país y enterrar al PSOE. Para los historiadores, Pedro IX, el Verdugo de España.
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