El ministro de Defensa, Pedro Morenés, y el de Hacienda, Cristóbal Monoro, en la sesión de control al Gobierno, en el Senado.
Morenés, madando callarse a quien osa increparle.
“Érase una vez un comerciante de armas – cuenta la web Altea te quiero verde– cuya empresa fabricaba bombas de racimo que vendía, entre otros, al gobierno de su país. Y resultó que su país firmó un convenio internacional contra esas bombas, que dejó de comprar. Entonces el comerciante denunció al Gobierno por dejar de comprar esas armas (supongo que habría un contrato con la empresa fabricante que le comprometía a unas compras con sus correspondientes pagos). Y resultó que hubo un cambio de Gobierno, y el nuevo presidente tuvo la ocurrencia de nombrar como ministro de Defensa a dicho comerciante de armas. ¿Alguien lo puede mejorar? Ahora el comerciante, transmutado en ministro, pagará a su antigua empresa la indemnización correspondiente, un pellizquito de 40 millones de euros.¿De qué país y de qué época son estos hechos? ¿Del quinto mundo? ¿De un pasado oscuro? La respuesta a continuación”.
Entre 2005 y 2007, sigue informando esta web, Pedro Morenés, ministro de Defensa, fue consejero de la empresa de fabricación de armamento Instalaza. Después, según recoge el Boletín Oficial del Registro Mercantil, ocupó el puesto de representante hasta el 4 de octubre de 2011. El 31 de octubre de 2011, el diario ‘Cinco Días’ reveló que Instalaza había decidido recurrir a los tribunales para pedir que el Gobierno le indemnizara con 40 millones de euros en concepto de desagravio por la prohibición del uso, almacenamiento y fabricación de las bombas de racimo en España como consecuencia de la firma del Tratado de Dublín. Sin embargo, esta empresa ya había anunciado, en mayo de 2011, cuando Morenés era su representante, que pediría una compensación económica al Ejecutivo en concepto de “daño emergente y lucro cesante”. Hoy sabemos que Instalaza venderá la deuda a una tercera empresa que, a su vez, la revenderá y finalmente el Ministro pagará diciendo que no es su empresa la que cobra. El dinero saldrá de los impuestos de todos, naturalmente. Nuestro dinero pagando bombas que mutilan a niños. Porque las submuniciones, esparcidas por las bombas fabricadas por Morenés, tienen un rango de fallo de entre el 5% y 30%, por lo que pueden quedar bombas enterradas sin explotar siendo peligrosas tiempo después de terminada la guerra. Especialmente para los niños por sus formas llamativas, como pelotitas de tenis o latas de refrescos. Porque es así como las camufla la empresa del Ministro. ¿De verdad no había en todo el país otra persona que pudiera ser Ministro de Defensa?
Según otro blog (jmalvarezblog.blogspot.com.es), Pedro Morenés afirmó que España cumpliría sus obligaciones con la OTAN. Sin embargo, como el bolsillo aprieta, dijo que iba a evaluar misiones como la de Afganistán. “El empresario, que se dedica a fabricar bombas de racimo, dijo una cosa más. A todos aquellos extranjeros que participen más de dos años en esas extrañas ‘misiones de paz’ a las que acuden armados hasta los dientes y que generan muertos, heridos y mutilados, se les concederá la nacionalidad española. Macabra paradoja… conceden la nacionalidad en sólo dos años, a unos mercenarios cuyo ‘trabajo’ consiste en asesinar seres humanos y se la niegan a los inmigrantes que llevan años trabajando como pueden en este país de mierda, sin hacer daño a nadie”.
Morenés no hizo la menor referencia al caso de la capitán Cantero, que actualmente está de baja y ha sido expedientada ya dos veces por su intervención en el programa Salvados, de La Sexta, y por el libro “No, mi general” en el que cuenta su historia prologada por la diputada Lozano. El acosador de Zaida, el teniente coronel Isidro José Lezcano Mújica, fue condenado a dos años. Morenés se limitó a responder con una nota burocrática, meramente leída. “En las Fuerzas Armadas –contestó Morenés, visiblemente enfadado por el hecho de que la diputada de UPyD le acusara de no haber hecho nada y pidiera su dimisión– hay una política de tolerancia cero respecto al acoso sexual y una política fundamentada en la igualdad entre mujeres y hombres”. Lozano exigió al ministro, mientras éste le hacía el gesto de que se callase: “Usted me confirma que no hizo nada y pido que cese en su cargo. Solo añade mentiras a la ignominia que sufrió Zaida. Hay muchas Zaidas en el ejército de Tierra. Un caso como este no puede volver a repetirse”.