Mucha gente nos pregunta por qué recibe esta Fundación el
nombre de Novia Salcedo. Lo cierto es que los y las integrantes de NSF tienen
infinidad de anécdotas en relación a este tema. En las próximas líneas daremos a conocer la figura de Pedro Novia de Salcedo.
A finales de la década de los setenta y principios de los ochenta Bizkaia vivió
tiempos difíciles. El declive de la industria a orillas del Nervión hacía presagiar lo peor para muchas personas cuyas familias giraban en torno a las empresas que la ría de Bilbao albergaba. Quizás, fuesen los jóvenes quienes más dudaban acerca de las posibilidades de su futuro debido a la realidad económica descrita. Además, la Universidad del País Vasco todavía no estaba preparada para formar academicamente a los alumnos y el tejido empresarial no era como el que actualmente conocemos. Por otro lado, el Estado de Bienestar no estaba ni de lejos asentado y la seguridad que actualmente tenemos, brillaba por su ausencia.
De este modo, un grupo de amigos con Txomin Bereziartua a la
cabeza, decidieron formar una entidad que ayudase a solucionar modestamente
este tipo de problemas en torno a la juventud. Y no se les ocurrió otro nombre
que Novia Salcedo en honor al fuerista del siglo XIX.
Pedro Novia de Salcedo y Castaños
(1790-1865)
Situar y contextualizar la vida de don Pedro Novia de
Salcedo y Castaños, por cuya memoria se decidió nombrar esta fundación, es una
tarea excepcional por el momento histórico que tuvo que lidiar. Fueron tiempos
de una dificultad enorme para la Historia de España y, por ende, de
las provincias vascas que vivieron el largo proceso liberal entre amenazas de
la abolición foral, por ser consideradas privilegios no compatibles con el
régimen constitucional. El proceso de construcción liberal, duró todo el
siglo XIX en contraposición de la aparición del mismo en otros países
del continente europeo, como fue el caso de la Francia revolucionaria. En
España, la introducción del sistema político, social y económico liberal fue un
viaje de ida -y en ocasiones de vuelta-, que se forjó a sangre y plomo.
Nacimiento y primeros
años de vida política
La vida de Novia Salcedo comenzó en la Villa de Bilbao el 18
de enero de 1790. Nacido en el seno de una familia de noble linaje, sus
estudios fueron encaminados a la filosofía en el Colegio de San francisco de
Bilbao. No pudo continuar su carrera universitaria por la irrupción francesa en
la Península Ibérica tras el tratado de Fontaineblau que firmó Godoy con
Napoleón para la invasión de Portugal, aliada ésta última de Gran Bretaña,
enemiga acérrima del Emperador francés. Lo que al principio iba a ser un paso
franco para las tropas napoleónicas en su camino al país luso, pronto se
convirtió en una pesadilla para España pues, el ejército imperial aprovechó la
ocasión para ocupar el territorio de su otrora aliada.
Es durante 1808-1814, años en el que España estuvo
enfrascada en el oficio de las armas, cuando Novia de Salcedo comenzó su
carrera política en el Señorío de Vizcaya. El 24 de enero de 1812, durante la
Guerra de la Independencia, fue nombrado Adjunto Responsable del Consejo de
Provincia. Ese mismo año, se aprobó en Cádiz la Constitución, conocida
popularmente como ‘La Pepa’, al abrigo de una ciudad gaditana que respiró
irrefutables aires liberales y, de cuyo resultado emanó una de las
constituciones más avanzadas de todo el mundo por aquel entonces. Novia de
Salcedo, acorde a su tradición familiar de noble linaje, rehusó aceptar la
Constitución y establecerla en la Diputación vizcaína, de bagaje más
tradicional que las urbes donde se fecundó el germen liberal en España.
Una vez que las tropas napoleónicas fueron expulsadas de
España con la decisiva victoria en Vitoria-Gasteiz, sus servicios fueron
nuevamente requeridos tras la vuelta de Fernando VII al trono y, su rechazo
frontal a la Constitución de 1812 y, por ende, la vuelta al statu quo anterior a la Guerra de Independencia. Es decir, la
vuelta del monarca plenipotenciario.
Así las cosas, en 1815 fue electo Individuo de la Diputación Superior de
Sanidad del Señorío, compaginando su cargo con el de Tesorero de la
Corporación. Dos cargos de prestigio que dieron a entender de su buen hacer durante los
momentos críticos a los que tuvo que enfrentarse la Diputación.
En 1817 resultó elegido tercer Alcalde de la Villa de Bilbao
y ejerció como juez ordinario, cargo anexo al de Alcalde, según la legislación
foral de la época. Fue comandante en jefe de la Milicia Reglamentaria de Bilbao
creada por R.O. de octubre de 1820. El mismo mes en el que Rafael Riego
protagonizó un pronunciamiento militar en el campamento donde esperaban las
tropas realistas su envío a las colonias americanas, en insurrección desde
hacía algunos años con motivo de la “orfandad”, en primer lugar en la que se
hallaba Fernando VII tras su “cautiverio” por parte de Napoleón y,
posteriormente, fruto del “agravio” que durante “siglos” habían sido objeto los
criollos americanos.
Tras el éxito de Riego, Fernando VII tuvo que aceptar a
regañadientes la restauración de la Constitución de 1812, impidiendo de esta
manera su gobierno absolutista. Tras el pacto de alianzas entre las potencias
absolutistas europeas, los 100.000 Hijos de San Luis entraron en España para
salvaguardar los intereses reales y, entre 1823-1833 el monarca volvió a tomar
las riendas del gobierno absolutista, conocido por la historiografía española
como “década ominosa”.
Durante esta década Novia de Salcedo desempeña diversos
cargos. Hasta 1824 ocupó también los cargos de Regidor del Ayuntamiento, vocal
de la Junta de Pósitos y Panadería y de la de Estudios y Escuelas de primeras
letras. Además de sus funciones meramente municipales, también tuvo cargos en
la Diputación, siendo elegido Diputado Provincial y desempeñando el cargo hasta
1822 en el periodo constitucional recientemente mencionado.
En 1824 fue Prior del
Consulado de Bilbao. De 1825 a 1827 fue Diputado General por el bando oñacino y
en 1825-1826 representó al Señorío en Madrid como Diputado en Cortes. Su
actuación decidida y resuelta impidió, por el momento, el éxito de los intentos
antiforalistas por parte de miembros destacados de la política española pues, a
raíz de este periodo, comienza un proceso sin retorno en el que desde Madrid se
vio con malos ojos las exenciones a las que las provincias vascas estuvieron
legítimamente señaladas según la legislación foral.
Primera Guerra
Carlista y la ‘cuestión foral’
A partir de 1833, los
‘ataques’ desde Madrid a la cuestión foral se vieron exacerbados con motivo del
inicio de la Primera Guerra Carlista (1833-1839), cuyo origen se situó en la
Ley Sálica que permitió a la hija de Fernando VII entronarse como Reina de
España. Novia de Salcedo no tomó parte activa en la guerra debido a su estrecha
pertenencia al Señorío, como demostró que entre los primeros años de la guerra
fuese nuevamente Diputado General. Sus principales acciones políticas en esta
etapa emanaron de la intención de obstaculizar todo tipo de reforma foral que
proviniese de Madrid, pues el carlismo tuvo en las provincias vascas su
particular bastión, como demostró el hecho de el pretendiente don Carlos situara su corte ‘ambulante’ por diferentes
localidades de la zona.
La tesis que se fue pregonando desde Madrid fue que el
encaje constitucional de los privilegios forales era inasumible en la Carta y
más, después de que carlismo perdiera la guerra civil.
Novia de Salcedo no tomó parte en la guerra carlista como se ha mencionado. El
historiador Javier Pérez Núñez, sostiene que Pedro Novia de Salcedo, si bien al
principio de la insurrección carlista sí apoyó a los seguidores del
pretendiente, el fracaso de la toma de Bilbao y, la organización paralela de
una Diputación vizcaína de corte liberal, empujaron a éste y otros notables de
la provincia a alejarse de la causa carlista. Se acogió al indulto promovido
por el bando cristino y se retiró el resto de la contienda a Vitoria y,
posteriormente, a las Cinco Villas de Aragón. Unido ya indefectiblemente a la
política del Señorío, se le encontró nuevamente como Diputado General en el
bienio 1833-1835.
La Ley del 25 de Octubre de 1839 marca un punto de inflexión
no sólo en la vida de Novia de Salcedo sino también, la de todos los fueristas
pues, el abrazo de Vergara entre el jefe de las tropas cristinas y las del
pretendiente, Espartero y Maroto respectivamente, se materializó en las Cortes
en un texto breve con sólo dos artículos que marcaron la vida política de las
provincias vascas para todo el siglo XIX. El primero de ellos y el más famoso
recogía que “se confirman los fueros de
las provincias vascongadas y Navarra, sin perjuicio de la unidad constitucional”. Así, al acabar la contienda fue uno de los
miembros más notables de la corriente “intransigente”, es decir, aquellos que
reclamaban la vuelta del establecimiento de los fueros en iguales condiciones
previas a la contienda. Condición única y exclusiva para establecer las
negociaciones del “arreglo foral” que desde Madrid se impulsó.
Novia de Salcedo entorpeció cuanto pudo la reforma foral que
desde Madrid se intentaba hacer a raíz de la ley de 1839, y en 1841-1843 se le
vio nuevamente de Diputado Provincial, precisamente los años en que Espartero
fue el hombre más influyente en la política española como Regente del Reino y,
el mismo que condenó el pase foral al considerarlo incompatible que, dio pie al
“arreglo foral” por parte de la Diputación navarra, conocida importunadamente
como “ley paccionada”. Las diputaciones vascas por su parte, decidieron
postergar el “arreglo foral” en vista de que los gobiernos liberales duraban
poco en Madrid, buscando una mejor ocasión para ello.
Paralelamente a las idas y venidas del proceso liberal en
España, Pedro Novia de Salcedo fue también Diputado General en 1846-1848 y en
1852-1854. Siendo en éste último período cuando en 1852 la Junta General le
proclama "Hijo Benemérito de Vizcaya". Pero lo cierto es que bajo
este nombramiento subyace una idea, la de la reconciliación social en torno a
los fueros por parte de los dos bandos tras el fin de la contienda. De este
modo los fueros, también se consideraron una pieza clave para establecer un
orden ante la falta de fuerza de Madrid por los constantes derrocamientos de
los gobiernos liberales, fruto de la irrupción de los ‘espadones’ en la vida
política del país.
Pedro Novia de
Salcedo. Intelectual y visionario
A pesar de su completa vida política, Novia de Salcedo
también tuvo una faceta intelectual aunque no pudiese cursar estudios
superiores con motivo de la guerra de Independencia contra los franceses.
Quizás, su obra por antonomasia es la Defensa
histórica, legislativa y económica del Señorío de Vizcaya y provincias de Álava
y Guipúzcoa. A pesar de que su publicación tardaría años debido a la
censura de la época, la obra tuvo el objetivo de contrarrestar la obra del
canónigo Llorente, muy extendida entre la clase dirigente de Madrid sobre su
visión a la problemática foral.
La obra se divide en cuatro tomos. Los dos primeros
comprenden la defensa histórica con un apéndice genealógico de la Casa de los
Señores de Vizcaya; el tercer tomo corresponde a la defensa legislativa y el
cuarto a la económica. Pero acabada y dedicada a la Diputación de Vizcaya en
1829, no pude ser editada hasta años más tarde.
No fue hasta mediados de siglo XIX cuando apareció la
publicación en Bilbao, en pleno momento de apogeo foral protagonizada por
Iparraguirre. En esa obra, se plasma lo que Novia de Salcedo llevó a cabo desde
las instituciones donde se forjó como político. La defensa de los fueros y su
visión de que como la unión de las provincias vascas fue voluntaria a la Corona
serían ambos actores mencionados los que decidieran su futuro.
Otra de las facetas de este ilustre bilbaíno fue su visión
sobre la activación del comercio interno en Vizcaya y su papel en la incipiente
industrialización de la provincia. En los años finales de la década de los 20
del siglo XIX comenzó la especialización siderometalúrgica en el Señorío,
frente a la más diversificada industria guipuzcoana. Este hecho vino precedido
por la abundancia y calidad del mineral en la provincia y la liberalización
para explotarla que se sucedió con la Ley General de Minas en 1825 y el
posterior Reglamento de Minería de Vizcaya aprobado el 19 de julio de 1827 en
la que Pedro Novia de Salcedo fue una pieza fundamental tanto en su redacción
como aprobación.
Atento a los retos que surgieron en el horizonte de la
provincia, uno de sus grandes retos fue la modernización de la red viaria del
interior y el establecimiento de su sistema de financiación participada
proporcional para su sostenimiento –Plan de Iguala-, y el proyecto de trazado
de ferrocarril, para agilizar la comunicación con la meseta –que precedió a la
idea del Barcelona-Mataró-, que finalmente no pudo llevarse a cabo. El camino
de hierro de Bilbao a Burgos por Balmaseda fue presentado a la Diputación en
forma de Memoria pero las circunstancias económicas del momento dieron al
traste con el plan. De llevarse a cabo, hubiese sido uno de los planes pioneros
en España de estas características.
En definitiva, la vida de este “padre de provincia” e “hijo
benemérito” fue fruto de los tiempos tan difíciles en lo que tuvo que ejercer
su función pública. Una España enfrentada continuamente al oficio de las armas
y a la división entre dos modos de ver España. Fue en la Diputación donde
procesó el más incondicional de los afectos hacía su Señorío del cual siempre
le sirvió de la mejor manera posible a pesar de las extraordinarios
circunstancias que tuvo a lo largo del siglo XIX.
Revista Coaching
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