Aquellas diputadas del PSOE que saltaban en grupo frente al Parlamento y gritaban “Ista, Ista, Zapatero feminista” tienen un nuevo icono, el madrileño Pedro Sánchez “El Guapo”, uno de los tres candidatos a la Secretaría General del partido.
Acaba de darle un bofetón de avales, un tercio más, al hasta ahora favorito, el vasco Eduardo Madina.
Está en la edad ideal de los nuevos talentos políticos, 42 años. Políglota, tiene buena preparación académica como doctor economista y experiencia política municipal, nacional, europea y al servicio de la ONU, aunque no ha ejercido sus saberes administrativos en ninguna empresa o gestión de presupuestos.
Sánchez Pérez-Castejón es alto y atlético: fue jugador del Estudiantes de baloncesto y, según dijo en una radio una diputada “está para comérselo”, aunque quizás ella no tenga muchas oportunidades porque tiene fama de hombre familiar, apegado a su mujer y dos hijas.
Ahora profesor de economía en la universidad privada Camilo José Celas, fue uno de cerebros de la estrategia electoral de José Blanco, que es como estar detrás de los dos triunfos de Rodríguez Zapatero.
Aparentemente su discurso es más racional, menos emotivo que el del exprimer ministro. Es para el centroizquierda, no se parece a Podemos.
Por ejemplo, evade el debate de moda: someter a referéndum la monarquía. Dice que hay problemas más importantes en los que centrarse.
Pero ha mostrado una gravísima, quizás mortal, debilidad: el miércoles pasado defendió en Barcelona el “federalismo asimétrico” que reconozca a Cataluña como nación y le dé un trato fiscal especial.
Recordó a Zapatero dirigiéndose a Maragall: “Aceptaré todo lo que venga del Parlamento catalán”.
Aquella promesa reavivó el principal problema para la convivencia y la igualdad que amenaza a España desde la Constitución de 1978: el independentismo.
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SALAS