España siempre ha reaccionado al borde del abismo y ha recurrido al institnto de supervivencia cuando dirigentes descerebrados y llenos de ambición han querido destruirla. Aunque las encuestas digan lo contrario y aunque parezca imposible, de alguna manera el instinto de supervivencia se impondrá y Pedro Sánchez sera derrotado. Siempre ha ocurrido así. Ya lo dijo Bismark cuando afirmó que España es el país más fuerte del mundo porque lleva siglos intentando autodestruirse sin conseguirlo nunca. Si los españoles usáramos tan solo el 10 por ciento de nuestro cerebro, Pedro Sánchez estaría trabajando de dependiente de El Corte Inglés, que es lo suyo. Es tan soberbio y parece tan seguro que engaña y parece una ganador nato, pero Pedro Sánchez es un perdedor y la Historia pronto le pondrá en su sitio, que es el suelo. ---
Bajo el liderazgo de Pedro Sánchez, el PSOE se ha convertido en un partido antiespañol que provoca un rechazo creciente entre la gente de bien. En sus propias filas, miles de socialistas que conservan algo de los viejos valores se están sumergiendo, indignados por las actitudes del "sanchismo", una corriente que no identifican con el verdadero socialismo. La última aventura sanchista ha sido la de introducir en su programa el anticonstitucional concepto de España como realidad prurinacional, una aberración exigida por el socialista catalán Iceta, un confuso y peligroso blandito que se dice socialista.
Pero lo que más está escandalizando a los españoles decentes, incluídos muchos socialistas, son dos factores de gran presencia en la presente campaña, el primero es la utilización del gobierno para fines electorales, directamente condenado por la Junta Electoral, que ha abierto expediente a Pedro Sánchez, primer presidente del gobierno de España que es apercibido por tramposo, una condena por la que debería sentirse avergonzado si tuviera vergüenza. La segunda, quizás la más grave, es su actitud de cautela y cobardía frente a los enemigos de España, vascos y catalanes, verdaderos violadores de la Constitución y las leyes, a los que Sánchez, en previsión de tener que pactar con ellos para formar gobierno, les tolera sus brutalidades, abusos e intentos de destruir España. Un ejemplo: mientras la Generalitat machaca a los mossos de escuadra por haberse comportado como verdaderos policías en la lucha contra la violencia de los CDR, Sánchez se pone de perfil y exhibe cobardía y vileza al no defenderlos abiertamente.
En la España actual se enfrentan dos mitades: una representa la rebelión, el independentismo y las fuerzas centrífugas que quieren romper España y la otra representa la legalidad constitucional, el centralismo y la unidad. Para desgracia de España, Sánchez y los socialistas dudan y parecen alineados con los regionalistas que pelean por la independencia y el poder absoluto, un bando marcado por las incompatibilidades y las enormes diferencias, rasgo que los hace débiles, caóticos y enemigos de la nación.
Es mentira que el español sea un conflicto entre derechas e izquierdas porque el PP y el PSOE se parecen demasiado entre sí y coinciden en el autoritarismo, el desprecio a la democracia, la corrupción y la escasez de ideología. Su mayor diferencia está en que unos (las derechas) han apostado por la unidad de España y los otros (los socialistas) han cometido el error suicida de unirse al bando de las sospechas mutuas, el odio y al caos disgregador.
Incidiendo en esta división auténtica, Francisco Vázquez, uno de los pocos socialistas auténticos que quedan, después de que Sánchez los haya perseguido y machacado, ha dicho una verdad que es evidente, pero que los sanchistas niegan con descaro y bajeza, que ·la Memoria Histórica es puro estalinismo".
La actitud del socialismo de Sánchez se parece mucho a la del socialismo en los años treinta del pasado siglo. El bando de Franco representaba el ideal de una sola España, grande y libre, mientras que el Repúblicano, liderado por los socialistas de Largo Caballero e Indalecio Prieto, perdió la contienda porque encarnaba las sospechas mutuas, las diferencias ideológicas e intereses no siempre convergentes, todo unido por un autoritarismo que nunca funcionó.
El gran error del bando heterogéneo que hoy apoya a Sánchez es no haberse dado cuenta de que España ha cambiado y que, salvo por el éxito de una propaganda bien montada, las fuerzas centripetas que apuestan por la unidad son mucho más poderosas y nutridas que las viejas fuerzas que luchan por la disgregación y la ruptura de la unidad y el destino común.
La izquierda, unida al nacionalismo, no tiene otra arma poderosa que la propaganda, gracias a la cual han logrado escribir el falso relato de la Guerra Civil, a pesar de haberla perdido. Pero una cosa es ganar un relato y otra es ganar una lucha contra un arma que todavía es más poderosa que la propaganda, que es la realidad, reforzada por el instinto de supervivencia.
Por eso, Pedro Sánchez, aunque tenga aires de vencedor, es un perdedor porque España reacciona siempre cuando se ve al borde del precipicio, que es hacia donde nos conduce el descerebrado sanchismo cuando apuesta por unirse a los miserables y los canallas que sueñan con la destrucción de España.
Mientras Sánchez dirija un PSOE desnaturalizado y escorado y sus únicos aliados sean gente tan rechazada por la España de siempre como los golpistas catalanes, los pro terroristas Vascos y los comunistas, a los que se les ve el totalitarismo y el odio de clase debajo de la piel de oveja que utilizan como disfraz, la España sana y decente reaccionará y humillará a sus enemigos, por muy listos que sean y por mucha propaganda, dinero y apoyo mediático que posean.
Francisco Rubiales