Al final es posible que Pedro Sánchez alcance su sueño de ser expresidente del gobierno en su nuevo intento de ser investido en el Parlamento con abstenciones de ultraizquierdistas y/o independentistas.
Tendrá el poder más fugaz de la historia de España después de los cinco presidentes de la I República, incluyendo el último, el golpista general Serrano, que duraron entre el 11 de febrero de 1873 y el 29 de diciembre de 1874.
La desmedida ambición presidencialista de Sánchez tuvo que ser contenida por las figuras más importantes del PSOE, porque pretendía cederle a los independentistas parte de la soberanía nacional.
También aceptaba suicidas imposiciones del ultraizquierdista Podemos, fenómeno asambleario de marxismo y/o anarquismo que desea derogar la actual Constitución para establecer otra al servicio del Caudillo Iglesias Turrión, que ha dicho, como Chávez, “Destitúyase” a Sergio Pascual, sostén del número dos, Íñigo Errejón: lo borrarán de las fotos.
Políticamente Pedro Sánchez es muy superficial. Sólo tiene noventa diputados y una ambición desmedida detectable en sus gestos, movimientos y formas de expresarse, sin una sola idea política o económica que no sea atacar a Mariano Rajoy.
Ha ido a Barcelona a entrevistarse con Carles Puigdemont supuestamente para que acepte el federalismo y abandone el independentismo, sabiendo de antemano que iba a ser rechazado radicalmente; su egolatría le impide ver la humillación a la que lo sometieron a él, al PSOE, y a los demás españoles.
Lo único que parará a los secesionistas es la aplicación inmediata de la ley y la Constitución, algo que fue incapaz de decirle al presidente de la Generalidad, mientras sorprendentemente Ciudadanos, actual aliado de Sánchez, calla.
Si Sánchez consigue apoyos para gobernar sufrirá chantajes tan poderosos que lo destruirán inmediatamente. Pero en su tarjeta presumirá: Expresidente.
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