Revista Opinión

Pedro Sánchez, la remodelación del Gobierno y la biología

Publicado el 10 julio 2021 por Monetarius

"Es bueno, me acerco; es malo, me alejo". Así explicaba el biólogo Michael Gazzaniga en ¿Qué nos hace humanos? nuestro comportamiento. "Me beneficia, voy; me perjudica, me marcho". Es verdad que luego viene la cultura, que no es poco. Porque resulta que entramos en una casa ardiendo para ayudar a los que están dentro. Y nunca nos van a devolver el favor. La biología pesa, pero si quieres, pesa más la cultura.

La remodelación del gobierno por parte de Pedro Sánchez, a dos años del fin de la legislatura, tras la salida de Pablo Iglesias de la Moncloa y después de la resurrección mediática del PP a raíz de la victoria en Madrid de Díaz Ayuso, se explica más con claves personales -biológicas y un poco de cultura- que estrictamente políticas.

En la política de gobiernos parlamentarios del siglo XXI, recordemos que el partido sustituye a la sociedad, la Ejecutiva al partido, el Secretario General a la Ejecutiva y el spin doctor (o las necesidades del relato) sustituye finalmente al Secretario General. El PSOE no es la Lista Macron (que sólo rinde cuentas a su espejo), pero la victoria agónica de Sánchez contra la vieja guardia de Ferraz le ha permitido desde entonces doblar el pulgar hacia abajo cada vez que la tranquilidad futura así se lo ha sugerido. Todo sin atender en demasía a los viejos equilibrios dentro de la familia socialista. También es verdad que las maniobras de González,Guerra, el fallecido Rubalcaba y los barones trazaron una trinchera donde sólo había dos lados. Y quien se puso en el lado equivocado, fue abatido, una vez alzado Sánchez con la Secretaría General, con disparos pesados de mortero -que se lo digan a Madina o a Susana Díaz-.

Visto desde los intereses personales de Sánchez, el presidente que inauguró, contra su voluntad inicial, el primer gobierno de coalición desde que recuperamos la democracia, el presidente que está armando un bloque de dirección de Estado alternativo a los de los últimos, al menos, cuarenta años, la remodelación tiene seis grandes razones.

En primer lugar, castigar a los que le han causado problemas de manera innecesaria. "Es malo, me alejo", que trasladado a un presidente de Gobierno se traduce: "Te alejo". Es más que probable que los pesos pesados que han salido del Gobierno hayan operado más allá de lo que Sánchez les autorizó. O, simplemente, habían dejado de ser útiles al acumular muchas derrotas. La operación de Murcia pasará a los anales como ejemplo de torpeza, de la misma manera que el capricho de Carmen Calvo contra el Ministerio de Igualdad en general y contra la ley trans en particular ha estado a punto de alejar al PSOE de ese espacio de libertades civiles en donde les colocó Rodríguez Zapatero. Tampoco ha sido exitosa la gestión en la dirección de RTVE, donde el PP engañó al PSOE prometiéndole solventar la renovación del Consejo General del Poder Judicial si entraba en la dirección de la televisión pública. Entró la derecha en RTVE con capacidad de disparo pero el CGPJ sigue pendiente. El chantaje del PP al actual presidente, Pérez Tornero, para cargarse Las cuentas claras, el programa que dirige Jesús Cintora y que ya ha ganado en audiencia a Al rojo vivo de Ferreras, genera más ruido que sosiego, pues demuestra que se sacrifica lo público por lo privado (beneficiar a Atresmedia y quitarle relevancia a un programa que funciona, algo que en una empresa pública que operase en el mercado sería un delito) y dificulta las relaciones con Unidas Podemos al preferir acuerdos con el PP antes que con los morados.

En segundo lugar, Sánchez consolida para lo que queda de legislatura su acuerdo con Unidas Podemos, lo que es una gran victoria de Ione Belarra como nueva secretaria general de Podemos, de Yolanda Díaz como responsable de las relaciones con Sánchez en Unidas Podemos y de Pablo Iglesias, que demuestra que dejó la casa ordenada cuando decidió irse de la política institucional. Yolanda Díaz recupera la vicepresidencia segunda y se mantienen los cinco ministerios pactados en su día (incluido el de Garzón, al que el agrobussines y la industria cárnica y agrícola, poco amigas de los derechos laborales, quería tumbar). Es evidente que Irene Montero es una gran ganadora, pues la vicepresidenta Carmen Calvo, que soñaba con aplicar un 155 permanente al Ministerio de Igualdad, está fuera y la ley solo sí es sí y la ley trans van adelante.

No es menor una tercera razón: gestionar los muchos dineros que vienen de Europa -70.000 millones de euros, más otro tanto que pondrá España- para iniciar la recuperación económica tras la locura de la covid-19. Al igual que Sánchez le entrega a Unidas Podemos la gestión de los intereses obreros y sindicales -negociado principal de Yolanda Díaz-, se guarda para sí la ortodoxia neoliberal ascendiendo a Nadia Calviño, manteniendo a María Jesús Montero, a José Luis Escrivá y a Luis Planas, y dejando en sus puestos a Reyes Maroto de Industria o Teresa Ribera de Transición Ecológica (esenciales ambos en la nueva etapa económica). Las grandes empresas para el PSOE y los trabajadores para Unidas Podemos, un reparto de tareas que no deja de ser un error porque ambos tienen que ir de la mano compartiendo una lógica común, lo que no es el caso con las enormes discusiones en temas económicos entre el PSOE y Unidas Podemos que van a seguir existiendo o la falta de rendición de cuentas del PSOE a Unidas Podemos en asuntos económicos (ahí está la gestión patética de los créditos ICO o las deficiencias enormes en el plan de reconstrucción).

En cuarto lugar, se trataba de salir también del "efecto Ayuso" que se permitió en Madrid. La solución es quitar caspa masculina y viejuna e inutilidad al Gobierno. Parece claro que los astronautas no pueden estar mucho en el espacio, pero tampoco los que han alejado al mundo de la cultura o han incendiado a los interinos. El gobierno se rejuvenece (la media pasa de 55 años a 50) y aumenta el peso de las mujeres.

Otro elemento, como quinto item, es recuperar los equilibrios dentro del PSOE. Sánchez, pese a que fue defenestrado por la dirección del viejo socialismo, es un hombre de partido. Toda su vida ha trabajado en el PSOE y pese que que piense que el PSOE es él, también necesita pensar que él es del PSOE. Recuperar a Óscar López va en esa dirección. Una vez que has ejecutado a buena parte de los que intentaron matarte, ser generoso es útil y reconforta, al tiempo que, dando peso en tres ministerios a mujeres jóvenes que vienen de ser alcaldesas, ayuda a que en las elecciones municipales puedan recuperar parte del espacio perdido. Una nueva Secretaría de organización sin cadáveres en el armario le servirá para esa tarea (a Ábalos se le pasó su hora, y la política, en estos casos, no es muy amable). Al tiempo, refuerza al PSOE en dos ámbitos donde Unidas Podemos le ha comido mucho terreno: el feminismo y la renovación generacional. Sánchez podría estar dispuesto, como demostró, a dinamitar el PSOE si desde sus cenizas él podría resucitar. Pero si el PSOE puede ahora resultarle útil y volver al discurso que le llevó a la Secretaría General (aunque pronto lo olvidaría) ¿por qué no hacerlo? Me beneficia, me acerco.

No descartaría en sexto lugar la necesidad de buscar un rumbo internacional propio, alejado de la sumisión a Donald Trump donde colocó Arancha González Laya a la política exterior española. En la memoria quedan espectáculos bochornosos como el paseo de Laya por Cúcuta -desde donde se había intentado una invasión de Venezuela-, de la mano de un presidente, el colombiano Iván Duque, que está disparando a su pueblo. Igual que la relación con el Sahara, con Marruecos, con Palestina, con China o con el continente latinoamericano en su conjunto han hecho que España pierda peso internacional. Del torpe pase de unos cuantos segundos con Joe Biden en la cumbre de la OTAN, nos olvidamos.

Quedaría por señalar a algunos ministros que no son del PSOE, que no lo han hecho especialmente bien, pero que forman parte de otro tipo de equilibrios que Sánchez necesita y de los que no puede prescindir: Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska. La extrema derecha en todo el mundo se está refugiando en la Justicia, igual que antaño su fuerza la tenía en los ejércitos. Pedro Sánchez, que no ha sido capaz de lograr que el CGPJ o el Tribunal de Cuentas cumplan la Constitución, y que puede incluso ver cómo el Tribunal Constitucional pierde su compromiso con la Constitución, ha andado aquí con pies de plomo.

En conclusión, Pedro Sánchez ha vuelto a ejecutar una secuencia inclemente, como aquella del Padrino, donde todo lo que le era desfavorable, de una manera u otra, lo ha alejado, y lo que le beneficia, lo acerca. Con esta reforma, recupera fuerza -real y también en el relato- para la nueva etapa que se abre una vez aprobados los indultos y a la espera del dinero europeo. Refuerza su alianza con Unidas Podemos al tiempo que aumenta la competencia con Unidas Podemos en ámbitos donde los morados estaban creciendo y, como elemento central, refuerza la parte neoliberal del PSOE, algo que siempre está ahí en los "socialistas" igual que el franquismo está en el PP y en Vox. En tiempos de zozobras, la política es una suerte de suerte, inclemencia, olfato y claridad de ideas. Y Pedro Sánchez demuestra que tiene una buena dosis de todas estas cualidades. Que no te hacen especialmente socialista, pero te hacen presidente del Gobierno.


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