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En España no han sido pocos los políticos con responsabilidades de gobierno a los que se les podría calificar como verdaderamente estúpidos. Pero no se engañen ustedes. Dentro de ese grupo, los que realmente lo eran constituían una minoría. En ese selecto club de políticos que podrían pasar por tontos e incompetentes, la mayoría sabían muy bien lo que hacían; aunque sus acciones significaran ruina para nuestra nación y desgracia para todos nosotros.
Y en esta España tradicionalmente gobernada por políticos malvados, donde hasta alguno que podría calificarse como prócer también oculta no pocas sombras tras sus muchas luces, existe una tradición de décadas que sangra las arcas del Estado al mismo tiempo que nos deja en el mayor de los ridículos internacionales. Una tradición que consiste en bajar la cabeza ante las exigencias de Marruecos y que se traduce en millones y millones de Euros, como antes miles de millones de Pesetas, que España envía a nuestro enemigo del sur (sí; enemigo) para que lo invierta en equipamientos policiales y militares con los que se supone, y solo se supone, que las fuerzas de seguridad marroquíes tratarán de frenar las oleadas de emigrantes que se echan al mar para alcanzar las costas españolas.
Esta vez el Gobierno de España, que estará todavía en funciones pero dispone de nuestro dinero con la misma facilidad que lo haría un Julián Muñoz cualquiera, ha decidido en el Consejo de Ministros del pasado viernes 19 de julio entregar al rey de Marruecos, prácticamente propietario de todo su país, capo de todos los capos con o sin chilaba y dueño de no pocos políticos y periodistas españoles, la cantidad de 30 millones de Euros destinados, oficialmente y una vez más, a reforzar la seguridad de la frontera marroquí con España.
Pero, además del dinero español que Mohamed VI se lleva gracias a la connivencia de tanto corrupto de nuestro país, hay que añadir unos 140 millones de € que la estúpida, acobardada y también corrupta Unión Europea ha decidido entregar al cacique musulmán para colaborar en la lucha contra la inmigración ilegal y el tráfico de seres humanos.
Un total de 170 millones expoliados de los bolsillos de los contribuyentes europeos que en los próximos años tendrán que soportar, por imposición de sus propios gobiernos cómplices del islam invasor, como sus calles serán escenarios de asaltos, disturbios, violaciones, guerras de bandas y un largo etcétera de delitos protagonizados en una gran mayoría de las ocasiones por los inmigrantes marroquíes que se supone (en serio, si alguien lo supone es que es verdaderamente ingenuo o algo peor) que han sido retenidos en la frontera marroquí gracias a esos nuevos e inexistentes medios policiales y militares que no habrán sido pagados con nuestro dinero, porque nuestro dinero se habrá perdido en los principales bolsillos de la corrupción liderada por un gobierno marroquí que, para no quedar tan rematadamente mal ante los estamentos internacionales, de vez en cuando condena a muerte a algún degenerado que viola y asesina turistas europeos.
Según fuentes de los servicios secretos españoles no menos del 70% de los fondos enviados por España a Marruecos durante los últimos 15 años para “colaborar” con ese país en la contención de la inmigración ilegal no han sido destinados a los fines para los que estaban asignados; lo que es una manera muy suave de decir que alguien se está quedando la gran mayoría del dinero que recibe el gobierno marroquí.
El contraste de lo que nos ocultan con la realidad que apenas aparece en los medios es, cuando menos, llamativo. Mientras destinamos enormes recursos para contentar al enemigo del sur, su cacique se compra uno de los yates más caros del mundo, valorado en 90 millones de €. Y eso es lo más llamativo de todo este asunto; porque cualquiera que se informe debidamente sabrá que Marruecos es una monarquía dictatorial, cuya familia real es dueña y señora de los destinos de sus súbditos, y propietaria de la práctica totalidad de la economía del país, donde la inmensa mayoría de la población vive con unos estándares de calidad de vida muy inferiores a la media de los de una Europa a la que muchos pretenden llegar por cualquier medio para quedarse a vivir a toda costa, y de la que su país obtiene una serie de recursos económicos de prácticamente nunca llegan a beneficiar a los más necesitados.
Corrupción a ambos lados del Estrecho aparte, la única solución posible pasa por la intervención de nuestras fuerzas de seguridad. España, y el resto de Europa llevan muchos años comprobando que abriendo fronteras y financiando al enemigo magrebí no se soluciona absolutamente nada. Es momento de corregir lo que nunca debió suceder. Europa debe cerrar fronteras y endurecer drásticamente las leyes de inmigración contra determinados países y cambiar radicalmente la legislación que permiten a tantos indeseables vivir de los recursos nacionales.
Cualquier otra medida buenista, progre y globalista, o bien es un error, o bien es un paso más en la agenda de nuestros gobernantes traidores.
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