Núñez Feijóo, líder de la oposición española, ha dicho de Pedro Sánchez, con razón, que un presidente que con el 10 por ciento de inflación no baja los impuestos, "no tiene corazón". Pero el tal Sánchez, flagelo de España y enterrador de la nación española, tampoco tiene alma porque es un auténtico desalmado al que los ignorantes, los parásitos y los enemigos de España han hecho presidente. ---
Consciente de que las próximas elecciones se librarán en torno a los impuestos, Sánchez ha dicho con demagogia que bajar los impuestos equivale a no tener carreteras ni servicios necesarios para el ciudadano. Sus afirmaciones son miserables porque eso no es cierto. En la mayoría de los países de Europa se han bajado los impuestos para impulsar la economía y siguen teniendo servicios mejores que los que tiene España. De hecho, España, el único país que sube impuestos en lugar de bajarlos, es el que más ha deteriorado sus prestaciones y servicios a la ciudadanía, bajo un sanchismo que se comporta como un avariento y codicioso depredador.
La verdad que Sánchez oculta es que en España los impuestos elevados y arbitrarios solo sirven para que el gobierno pueda disfrutar de privilegios, derrochar y comprar poder, votos, voluntades y medios de comunicación, sin tener que ahorrar y ser austeros, como lo son nuestros vecinos europeos.
España, si no baja los impuestos, se estrella. Madrid los ha bajado y se ha convertido en el motor económico de España. Ante la codicia fiscal del sanchismo, las empresas huyen o cierran, los autónomos se arruinan o se sumergen en la economía clandestina y el pueblo trabajador y las clases medias avanzan hacia la ruina, mientras España tiene el gobierno más caro de Europa, el que tiene mas ministerios, el que reparte más subvenciones, casi siempre a los amigos del poder y el que mas se endeuda y derrocha.
El sanchismo será derrotado algún día y expulsado del poder, pero dejará una huella de atraso y pobreza en España que tardará más de una década en borrarse. El trabajo sucio izquierdista quedará hecho y permanecerá porque el socialismo nunca ha gozado de tan buena salud financiera como ahora. Casi todos son ricos y han engordado. Hay muchos jueces que opinan que hay decenas de miles de políticos que no pueden justificar sus abultados patrimonios y que disfrutan de una libertad que no merecen porque han hecho méritos para ser encarcelados. Hay más funcionarios que nunca, más leyes, más gasto público, más presión impositiva, más deuda y más ruina para España, que es lo que las izquierdas querían.
Sánchez tiene razón cuando dice que el peor impuesto es la corrupción, pero es injusto y mentiroso cuando la aplica sólo al corrupto PP porque su partido, el PSOE, sigue siendo el campeón en corrupción, el que más dirigentes tiene presos o imputados, el único que tiene condenados por corruptos a dos ex presidentes regionales, los andaluces Chaves y Griñán, y el que en la actualidad tiene a cuatro altos cargos del gobierno de Sánchez imputados por contratos corruptos durante la pandemia.
Las próximas elecciones girarán en torno a los impuestos. Sánchez lo sabe y por eso ha empezado a mentir diciendo que sin impuestos altos no hay progreso. Sin embargo, la realidad, que es tozuda, le desmiente porque los países más prósperos son aquellos que bajan los impuestos y permiten que el dinero esté en poder del ciudadano.
La España que acuda a las urnas se dividirá en dos bandos, que no serán la derecha y la izquierda, sino los que quieren subir los impuestos y los que los quieren bajar. Un bando, muy nutrido por la izquierda, los parásitos y los enemigos de España, esos que luchan por la separación del País Vasco y Cataluña, quiere impuestos elevados para repartirse el botín, financiar sus abultados privilegios, derrochar, seguir subvencionando sus chiringuitos y poder comprar votos, voluntades y medios de comunicación. El otro bando, donde militan los trabajadores, las clases medias y la gente decente que ama a España y quiere verla progresar, desea impuestos bajos para que avance la prosperidad, se creen puestos de trabajo reales, reinen la libertades y derechos y se limite el excesivo poder de un Estado que suele comportare siempre, cuando acumula demasiado poder, como depredador insaciable.
Pedo Sánchez es el capitán de los que quieren un Estado poderoso e inmenso, controlado por él y los suyos, aunque España retroceda y se empobrezca, mientras ellos se enriquecen y "se forran", como les ha acusado Feijóo.
Esa es la España del presente, donde las izquierdas totalitarias y el separatismo empujan hacia abajo e impiden el resurgir de la nación, por mucho que el mentiroso presidente lo quiera disfrazar con demagogias y falsedades. La España de Pedo Sánchez es la oveja negra de Europa, un país que fue grande en el pasado, pero que hoy es marginado e ignorado por tener a comunistas en su gobierno y por estar presidido por un tipo sin prestigio, falso, que cae mal, que maltrata a su pueblo, del que nadie se fía, que emplea los escasos fondos en comprar votos y poder y que es aislado e ignorado en los debates internacionales de altura y en los grandes foros donde se discute el destino del mundo.
Francisco Rubiales