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Ignoro si la bibliografía médica ha documentado alguna vez un caso de crecimiento de un tumor dentro de otro tumor. Pero les aseguro a ustedes que cuando leí que Pedro Sánchez retomaba aquella idea con la que se presentaba a los medios en 2017, hablando de España como un “estado plurinacional”, no pensé otra cosa que estamos en campaña electoral desde hace meses, y que el fraude-doctor Sánchez volvía a las andadas forzados por las circunstancias. Un tumor dentro de otro tumor, porque para la historia de España el PSOE ha sido un tumor maligno desde su creación, y dentro del PSOE, el Partido Socialista Catalán ha sido otro tumor igualmente nefasto, progolpista y proindependentista. A la historia me remito.
Nulidad como Presidente en funciones, nulidad como doctorado fraude, nulidad como escritor plagiador, Sánchez no tiene otra cosa que ofrecer al electorado que una larga hemeroteca que le ridiculiza cada vez que dice algo en la actualidad, el agravamiento de una crisis de la que nunca salimos, digan lo que digan el traidor Mariano Rajoy y el infame ex ministro Montoro, y haber derrotado a un cadáver que lo es desde 1975.
Con semejante capacidad y bagaje, mas los escasos resultados obtenidos en las pasadas elecciones generales, Sánchez apenas tiene capacidad de maniobra si no pasa por aceptar imposiciones que, teniendo en cuenta cómo está el clima social en toda España con el ambiente revolucionario organizado por el independentismo delincuencial catalán, hasta podría costarle los votos de esos raros votantes socialistas que aún piensan en España como nación y no como caladero de mangantes, chorizos y delincuentes de amplio catálogo.
No quiero decir con ésto que Sánchez vaya a sufrir por tener que plegarse ante las presiones de los independentistas en este caso. Estoy convencido que el fraude-doctor es un ser que ni siente ni padece. Y estoy convencido de ello precisamente por sus antecedentes. Es un político al uso, en el que se cumple la inversa que nos muestra que, a mayor ego, menor dignidad. Este producto del laboratorio socialista tiene un ego desmesurado, lo que implica a su vez una dignidad casi inexistente. No hay más que ver cortes de sus entrevistas y examinar los diarios del pasado para comprender que este fraude-escritor dice lo que conviene en cada momento y que miente, eso sí, con toda sinceridad. Por eso lidera el partido del robo y el crimen, y no por su preparación y méritos, precisamente.
Leer a Sánchez presentando de nuevo su visión del federalismo y su idea del estado plurinacional y sentir un repentino deja-vú, fue todo uno. Mucha gente ya no recordará los inicios de Pedro Sánchez en el mundo de la farándula política de alto nivel, allá por 2017, pero las diatribas de este elemento respecto a su ideal de un estado plurinacional y su palurda visión del federalismo, fueron tantas y tan aberrantes, que bien pronto sus asesores le recomendaron que las dejara de lado para no recordar en exceso al nefasto e impresentable Rodríguez Zapatero, de quien se declaró admirador. Pero hoy, adaptándose a las circunstancias y sucumbiendo a las presiones de su “compañero” Miquel Iceta, quien lidera el Partido Socialista de Cataluña (PSC) y se comporta al gusto del independentista Pujol y su manada de delincuentes, Sánchez desentierra su discurso para emborronarlo aún más que en el pasado y tratar de agradar por un lado a los independentistas del PSC hablando de “plurinacionalismo”, y por otro, tratando de contentar a los socialistas con un federalismo del que su inmensa mayoría no conoce ni la definición, pero que lo defiende a ciegas aunque ese federalismo versión PSOE suponga aumentar todavía más la brecha de privilegios de unas comunidades autónomas respecto a otras.
Se dice que en las circunstancias más graves es cuando se conoce la valía de una persona. España entró de cabeza en el desastre un 11 de marzo de 2004 y sigue inmersa en una situación cada año más acuciante. Al desbaratamiento social y el hundimiento económico haría que añadir el manifiesto encanallamiento de nuestra inútil y desalmada clase política, hasta tal punto que ciertos líderes de los 80 y los 90 parecen próceres si los comparamos con los que hoy conducen los destinos de la nación bajo la dirección de la élite económico-vaticana. Y tal y como ha procurado esa élite, en estos momentos de máxima gravedad no tenemos otra cosa que un presidente en funciones dominado ahora por los independentistas socialistas de su partido y por las circunstancias económicas evidentemente negativas que él y su gobierno no han tratado de corregir en absoluto sino que han aumentado a base de sobredosis de inacción e ineptitud.
Preparémonos pues para presenciar los últimos diez días de una campaña electoral que promete ser alucinante. Sánchez necesita desesperadamente aumentar su número de escaños en el Congreso. Sabe que no conseguirá mayoría absoluta, y que un nuevo periodo de negociaciones para formar gobierno con los enloquecidos independentistas, lo que quede de Ciudadanos y los perturbados de Podemos y Más País podría llevarle nuevamente a una presidencia en funciones que acabaría por sepultarle en su propia demagogia. Y sabe también que si obtiene menos diputados de los que ahora tiene, los barones del partido socialista agitarán las aguas para de arrojarle por la borda. Si tal cosa sucede, la guerra civil en el PSOE será encarnizada.
Más que ninguna otra campaña electoral anterior, ésta será intensa, expondrá odios, fomentará nuevamente la división entre españoles, estará plagada de promesas imposibles aplaudidas por generaciones de verdaderos palurdos que no ven más allá de su color político, se repartirá dinero del contribuyente a manos llenas, y lo que salga de ahí, en la noche del diez al once de noviembre, o sucede un verdadero milagro, o seguirá perpetuando a la nación española en la mediocridad y el expolio que tanto conviene a unos pocos y empobrece a la mayoría.
El Circo Plurinacional abre de nuevo sus puertas. En la pista no actuarán más que payasos. Pero que nadie espere reírse mucho. Estos payasos recuerdan más al Pennywise de Stephen King que a los entrañables Gaby, Fofó y Miliki.
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