Revista Opinión

Pedro Sánchez y el complejo del mal negociador

Publicado el 23 julio 2019 por Carlosgu82

El complejo emocional del mal negociador, un complejo relacionado con el miedo a quedar mal parado emocionalmente, psicológicamente. Sentirse derrotado.

Este complejo hace que el “negociador” desde el instante en que se sienta a la mesa de negociación ve en la figura de su interlocutor un enemigo y no un potencial socio. El bloqueo emocional que

En el acto de negociación hay fracasos más graves que perder, y no están relacionados con el negocio que se trabaja, sino que,  más doloroso que perder es que nos subestimen. A que se aprovechen de nosotros y a que nos quedemos con la sensación de haber sido tomados por tontos.

Ahí entra el juego de Pedro Sánchez, el mal negociador, que no negocia.

Lo que se ha visto hoy en el parlamento, igual que el espectáculo que pudimos contemplar ayer, no es más que un candidato con complejo de mal negociador, que no se sienta a negociar con nadie. Que, por no quedar como tonto y que le tomen el pelo, no negocia con nadie, por lo que, queda como tonto, porque no tiene representación suficiente para gobernar.

Es el ejemplo de la vieja escuela que no se adapta a los nuevos tiempos. De dinosaurios anclados en el pasado bipartidista, que no quieren ver que el parlamento ya es multicolor.

Un dinosaurio, presionado por el IBEX35, que entre dos tierras está se queda sin aire que respirar. Entre el liberalismo de las multinacionales y del poderoso caballero es Don Dinero, y el de sus propios votantes. Unos le prohíben, otros le piden. Y no le queda más aire, porque su fecha de caducidad ha llegado.

Miedo al fracaso, mal negociador y a la vez prepotente, anclado en el bipartidismo y presionado por dos mundos antagónicos. Un mal candidato para este país, que, en palabras de Luis María Ansón «Sánchez no quiere a Iglesias en el Consejo de Ministros porque teme que se lo coma con patatas». Le tiene miedo, y a pesar de que Pablo ya renuncia, en un acto de responsabilidad política sin precedentes en este país, Pedro le sigue temiendo. No quiere que exista, porque es un incómodo personaje excesivamente inteligente y carismático, y sobre todo, polémico.

Hoy hemos visto un parlamento lleno de líderes políticos atónitos ante un candidato que necesita negociar y no negocia. La paradoja de que, en lugar de ser el candidato quien negocia  y dialoga con el resto para recabar apoyos, permanece impasible mientras el resto le piden que negocie algo, con alguien. Que avisan que él es quien se somete a investidura.

Un arrogante candidato que explota demasiado su guapura y su sonrisa, temeroso de su nula capacidad y con complejo de fracasado, que parece que ha pretendido que todos le apoyen porque él… regala sonrisas. Haz que pase.


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