Revista Opinión
Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, dos gallos de pelea en un corral político desgastado
Publicado el 15 diciembre 2015 por ChivericoUna vez más hemos asistido al debate, tan esperado, entre los dos líderes de los principales partidos políticos que han estado gobernando durante tantos años en España. Una vez más, nos hemos quedado boquiabiertos entre el asombro y el aburrimiento.
Si hay que resumir cómo ha sido el cara a cara entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, hay una frase de una canción de rap que dice lo siguiente: “Tío, te doy un repaso, hoy vas a saber lo que es un buen fracaso.”.
Ambos dos estuvieron acertados en los diferentes temas que se trataron en el "cara a cara", sobre todo en el de economía, donde aún se podía palpar una cierta tranquilidad. Datos y más datos, que, aunque son necesarios, llegan a aburrir y hacer bostezar al espectador. Pero la chispa saltó cuando llegó el momento de comentar, por enésima vez, los casos de corrupción de ambos partidos. El “cambio” que esperan los socialistas se llevó a cabo gracias al desquicio del líder de estos que, en cierta medida, se le quedaba pequeña la mesa, más de lo que era, llegando a una soez y mala educación hacia su rival.
Los temas se fueron sucediendo y las acusaciones entre Sánchez y Rajoy fue en aumento, tanto así que el conductor del debate, Manuel Campo Vidal, parecía que iba a levantarse de la silla y dejar que siguieran ellos dos solos entre la estupefacción de los que se encontraban en el estudio.
Pedro Sánchez exige que “la decenciavuelva a la política y a las instituciones y sobre todo a la Presidencia del Gobierno”. Además, añadió que “la mayoría de personas que piensan que es necesario el cambio en España se sintieron identificadas".
Mariano Rajoy estuvo soporífero, cansado, desgastado, de la misma manera en la que se encuentran las políticas de ambos partidos y sus gobiernos. Tal vez, Rajoy, estuvo demasiado acomodado en el debate a sabiendas que está líder en las encuestas preelectorales. Desquiciado cuando Sánchez vociferaba. Irónico cuando vio que el líder socialista se le inflaba la vena del cuello. Pero Rajoy tampoco estuvo a la altura del debate, ni tampoco lo está como Presidente del Gobierno que ha pasado de puntillas por los principales problemas que han sucedido en España en este tiempo de crisis. Y que aún perduran, aunque el líder del Partido Popular comente que "España va por el buen camino".
A pesar de estar de acuerdo en ciertos puntos del debate, sobre todo en el cambio que necesita España para prosperar y salir de la crisis, en la que aún estamos insertos, en acabar con los casos de corrupción y las mentiras políticas; la gran mayoría de espectadores no están nada de acuerdo con las maneras en cómo el líder del PSOE ha querido que los españoles se identifiquen con él.
España, en cierta medida, es un país democrático, un país con principios, con educación; y aunque, en cierto modo, los nervios siempre aparecen a la hora de hablar en público, en un debate o en una discusión, nunca hay que llegar a los límites de la desfachatez y la soberbia, aleteando las alas y picoteando al otro para mostrar a las gallinas quién de los dos es el gallo que va a gobernar en este corral en el que cada vez hay menos huevos y más plumaje que retirar.
Un buen debate o "cara a cara" tiene que servir para argumentar las ideas de los candidatos a la presidencia del Gobierno de España, debatir las del contrario, demostrar que sabe de lo que está hablando con datos interesantes y desconocidos, no lo de siempre, tanto al contrario como al espectador que está tras la pantalla. "Savoir faire" en un plató de televisión. O lo que es lo mismo, ser diestro y tener una gracia especial para hacer y decir las cosas frente a su contricante y las cámaras. Saber convencer. Aún estamos a años luz de eso.
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