Revista Educación

Pedro sonreía

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Pedro Lezcano un día me dijo, bajando mucho la voz, que esperaba grandes éxitos de mi persona, y me lo escribió en la primera página de su antología de poesía. Sonrió. Lo hizo porque quiso -sonreir y escribirme eso- yo no se lo pedí. Durante muchos años fue la única dedicatoria que tuve entre mis libros.Pedro se sentaba de lado en el coche y me miraba con mucho interés, él a mi. Yo trabajaba por aquel entonces en la televisión. Él había participado muchísimas veces en coloquios, entrevistas, incluso en películas. Y cada vez que tenía que ir a los estudios televisivos se sentía nervioso. Nervioso por descubrir algo nuevo, porque alguien le explicara el funcionamiento de este o aquel aparato. Miraba mi ir y venir, mi negociar con el director y los cámaras, mis continuas llamadas por aquel móvil antediluviano, con admiración y sorpresa.Pedro era un descubridor. Descubría interés en todo lo que hacía, y en lo que hacían los demás. Incluso en las personas que lo rodeaban y que, sinceramente, no tenían ningún interés, sin ir más lejos como yo mismo. Y por eso me deseaba muchos éxitos en mi vida: porque le había suscitado interés. Uno de mis éxitos fue poder conocerle.Hay muchas cosas que uno intenta copiar de las personas a quien admira. Cuando conocí a Pedro, el poeta, enseguida intenté copiar su sonrisa. Una sonrisa sincera y ocultadora del dolor que le infligía la vida, o que le había producido en otros tiempos y otros ámbitos.Algún día espero poder sonreír como él. En ese momento habré superado la indiferencia. Mientras tanto, y hasta que eso suceda seguiré siendo un aislado. En la isla o en el continente. Creo que ese será el éxito que él me pedía.Todo está lleno de aislados, incluso en Santa Brígida, porque Pedro ya se murió.

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