Los murales de todas las paredes del claustro recogían un programa iconográfico concebido en función del significado de la capilla y que tenía en ella principio y fin.
Esas pinturas han desaparecido, pero se conserva una detallada descripción de las mismas por parte del doctor Blas Ortiz, hacia 1549. Las pinturas se situaban sobre una banda a modo de zócalo que evocaba la Tierra:
«Muchas imágenes de santos, campos de pasto y flores, villas, mar, montes, lagos, arroyos, peñascos, llanuras, bosques, valles, árboles, prados, yervas, aves, ríos y otras muchas cosas de este género».
El programa concluía con la escena del Juicio Final, junto a la entrada de la capilla, donde figuraba una composición apocalíptica: «Está pintada la batalla en que el arcángel San Miguel y sus ángeles peleavan con el dragón».
El claustro estaba preparado para soportar un segundo nivel, que no se construiría hasta la llegada del cardenal Cisneros.
Al claustro de la catedral de Toledo se le dieron a lo largo del tiempo muy diversos usos: lugar de celebración de las sesiones del Ayuntamiento, almacén de la cera, el aceite, las tapicerías y los pasos, sala de estudio, capilla mozárabe...
Un documento recoge una reunión del arzobispo con el cabildo en la que el prelado manifiesta su voluntad:
«Había considerado de mandar enterrar su cuerpo en la iglesia, para lo cual ordenó de fazer una Capilla a honor y título del Señor S. Blas, la cual capilla él mandava e mandó fazer a sus propias expensas».
La planta de la capilla de San Blas es cuadrada pero su abovedamiento es octogonal.
Este tipo de espacios funerarios octogonales procedía del mundo antiguo, su modelo era la iglesia de la Anástasis de Jerusalén; durante la Alta Edad Media inspiró algunos templos exentos españoles relacionados con el Santo Sepulcro; y después algunas capillas funerarias adosadas a otras iglesias.
Las últimas semanas de vida de don Pedro Tenorio fueron de actividad frenética en la construcción de San Blas.
Un numeroso equipo de canteros y escultores terminó su portada.
El grupo de la Anunciación de la portada fue obra de Ferrant González, el artífice más destacado de los que trabajaron en la capilla y que, consciente de su valía profesional, firmó como autor el sepulcro del arzobispo; a su mano se atribuye también el bulto funerario de Vicente Arias.
Una vez acabada el capilla, el resultado pareció poco airoso. Ya lo único que se podía hacer para darle más altura era rebajar el suelo, como así se hizo, en abril de 1399.
La sepultura se empezó a cavar en mayo de 1399y estuvo dispuesta el día 17, un día antes de morir don Pedro. Se le enterraría en ella el día 20. En diciembre se colocó sobre la tumba la yacija con el bulto de don Pedro.
Los frescos de la capilla constituyeron una revolución en la decoración mural y son únicos en España en su trasposición del estilo florentino; en cuanto a la composición de los volúmenes y a los colores, las hieráticas formas del gótico pictórico florentino, responden a una estética muy diferente de la tradicional en la pintura hispana.
Es difícil hacer una lectura del programa iconográfico, pues se ha perdido buena parte de las pinturas, pero parece responder al ciclo figurativo del claustro.
El conjunto hace referencia al carácter reformista del gobierno de Tenorio y a la defensa de los valores esenciales en un momento de crisis y cisma de la Iglesia.
En 1624 Eugenio Narbona afirmó que el autor de las pinturas había sido Ioto Griego, discípulo de Zimabua.
Desde luego, es evidente que se encuadran en la tradición giottesca, en la línea de algunos maestros florentinos como Gerardo Starnina y Nicolás de Antonio, que trabajaron en Valencia entre 1395 y 1401 y que en 1395 trabajaban en la catedral de Toledo. Es posible que participaran en la decoración de San Blas.
Las obras de la catedral se convirtieron en referencia artística para su entorno geográfico.
Además, don Pedro patronizó otras obras en Toledo y sus proximidades:
El puente de San Martín, en la ciudad de Toledo.
Un puente sobre el río Tajo, construido junto a la población llamada hoy Puente del Arzobispo, para permitir el tránsito del ganado de la Mesta y de los peregrinos a Guadalupe. En aquel lugar surgió un núcleo de población a la que dotó de fuero, Villafranca del Puente del Arzobispo, en la cual edificó un hospital.
Restauró el castillo de San Servando, en Toledo, y también los castillos de Almonacid, Canales y La Guardia, en la provincia toledana.
Construyó nuevos castillos en Santorcaz, Alamín, Alcalá la Real y Cazorla. Hizo erigir el llamado Torreón de Tenorio en el Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares.
Reconstruyó y encomendó a la Orden de los Jerónimos el monasterio de Santa Catalina, en Talavera de la Reina, y el monasterio de Guadalupe, en Extremadura.
El lugar de Villafranca del Arzobispo, en el Adelantamiento de Cazorla, le debe su título de villa.
Además reunió una rica colección de códices que donó a la catedral de Toledo.
Don Pedro murió en Toledo en 1399 y fue enterrado en el lugar que él había construido para ello, la capilla de San Blas. (Le sucedió, ese mismo año, don Pedro de Luna).
http://buscandomontsalvatge.blogspot.com.es/2013/10/toledo-catedral-vii-pedro-tenorio.html
Revista Cultura y Ocio
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