Revista Coaching

Pelar pollos

Por Candreu
Pelar pollos
Otra semana plagada de aviones y sesiones por media España. La termino impartiendo una sesión a los alumnos de un Máster en Gestión de la Edificación en la Universidad de Alicante, después de comer con mi amiga Vigela Lloret. Por la mañana he pasado por Lloret d´Mas, una correduría de seguros de Crevillente donde voy todos los años a estar unas horas con Francis Más reflexionando sobre cómo le van las cosas. Camino a la Universidad hemos pasado por la pedanía de San Felipe Neri, cuatro casas semiderruídas junto a una pequeña ermita de corte mediterráneo.
Hace unas semanas que veo en varios blogs que sigo, e incluso en el mío propio, gente que lanza su ira y todo lo malo que tiene dentro contra los autores de esos post que por razones diversas les disgustan. Hablar mal de alguien está hoy a la orden del día. Es difícil que uno -que además no está presente- salga sin ser despellejado vivo de una cena o una reunión. Frente a la puerta de esa ermita de San Felipe Neri me he acordado de esta historia.
Cuentan de San Felipe que se convirtió en uno de los confesores más afamados de la Roma del siglo XVI por el gran sentido común que regía todos sus consejos. Trataba a sus penitentes de una manera muy práctica. Así, una señora que se confesaba con él, casi siempre tenía el mismo pecado: calumniar a sus vecinos y hablar mal de ellos a sus espaldas.
San Felipe le dijo: "De penitencia vas a ir al mercado, compras un pollo y me lo traes. Cuando vengas lo vas desplumando, y echas las plumas al suelo conforme caminas por la calle. Luego vuelves y te daré la absolución.”
A la señora esa penitencia le sonó muy rara, pero para recibir la absolución, hizo lo que el santo le había pedido y regresó ante San Felipe. "Padre, ya he completado mi penitencia" le dijo mostrándole el pollo desplumado.
"Todavía no". Le dijo el santo. "Ahora regresarás al mercado y en el camino recogerás todas las plumas y las pondrás en una bolsa. Y luego me buscas con la bolsa.”
“¡Pero eso es imposible!". Lloró la señora. "¡Esas plumas deben de haber volado por toda la ciudad!”. A lo que el santo replicó: "Es cierto. Ahora aprende tu lección: si recoger las plumas es tarea difícil, imagínate recoger las patrañas y mentiras que has dicho sobre tus vecinos".
Como decía el santo italiano, "¿cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?".

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog

Revista