Una vez más estoy en el primer peldaño de una gigantesca escalera que me mira amenazante y con cara de:
– No hay huevos…
Y la verdad es que no sé si hay huevos o no, pero me importa poco. Este año me lo planteo como un paseo. Voy a tratar de ir subiendo poco a poco, peldaño a peldaño. Y es muy probable que me pare en el tercer escalón porque me entre sed y me apetezca tomar una caña, y en el séptimo porque me encuentre con un buen amigo –que lleva ahí desde el año pasado- y me quede un par de días con él, y cinco más arriba porque quiera contemplar las vistas… Y no sé si llegaré hasta arriba, porque igual me entra vértigo y prefiero estar más cerca del suelo, o prefiero esperar y que me lleven de la mano…
